…porque separados
de mí nada podéis hacer.. Juan 15; 5
En todo, la vida del Pámpano debe ser la contrapartida exacta de la de
la Vid. De sí mismo Jesús había dicho: "El Hijo no puede hacer nada por sí
mismo". Como resultado de toda esa dependencia, pudo agregar: "Todo
lo que hace el Padre, lo hace igualmente también el Hijo". Como Hijo, no
recibió su vida del Padre de una vez por todas, sino momento a momento. Su vida
fue una continua espera en el Padre para todo lo que Él debía hacer. Y así
Cristo dice de sus discípulos: No podéis hacer nada
separados de mí. Lo dice literalmente. A todo aquel que quiera vivir la
verdadera vida de discípulo, para traer da fruto y glorifica a Dios, llega el
mensaje: No podéis hacer nada. Lo que se ha dicho: "El que permanece en
Mí, y Yo en él, ése lleva mucho fruto", se refuerza aquí con el más simple
y fuerte de los argumentos: Permanecer en Mí es indispensable, porque vosotros
lo sabéis, por vosotros mismos. no puede hacer nada para mantener o manifestar
la vida celestial.
Una profunda
convicción de la verdad de esta palabra se encuentra en la raíz misma de una
vida espiritual fuerte. Tan poco como me creé a mí mismo, tan poco como pude
resucitar a un hombre de entre los muertos, puedo darme la vida Divina. Tan
poco como puedo darlo yo mismo, puedo mantenerlo o aumentarlo: cada movimiento
es obra de Dios por medio de Cristo y su Espíritu. Cuando un hombre crea esto,
asumirá esa posición de dependencia total y continua que es la esencia misma de
la vida de fe. Con el ojo espiritual ve a Cristo en cada momento suministrando
gracia para cada respiración y cada profundización de la vida espiritual. Todo
su corazón dice Amén a la palabra: No podéis hacer nada. Y precisamente porque
lo hace, también puede decir: "Todo lo puedo en Cristo que me
fortalece". El sentimiento de impotencia, y la permanencia a la que
obliga, conduce a la verdadera fecundidad y diligencia en las buenas obras.
"Separados
de Mí nada podéis hacer". ¡Qué súplica y qué llamado en cada momento a
permanecer en Cristo! Solo tenemos que volver a la vid para ver qué tan cierto
es. Vuelva a mirar a esa pequeña rama, totalmente indefensa e infructuosa
excepto cuando recibe la savia de la vid, y aprenda que la plena convicción de
no poder hacer nada separado de Cristo es justo lo que necesita para enseñarle
a permanecer en su Vid Celestial. Este es el gran significado de la poda de la
que habló Cristo: todo lo que es el yo debe ser abatido, para que nuestra
confianza esté únicamente en Cristo. Permaneced en Mí; mucha fruta! Aparte de
mi; ¡Nada! ¿Debe haber alguna duda sobre lo que elegiremos?
La única lección
de la parábola es: tan ciertamente, tan naturalmente como el pámpano permanece
en la vid, tú puedes permanecer en Cristo. Para esto Jesucristo es la Vid
Verdadera; porque este Dios es el Labrador; para esto eres una Rama. ¿No clamaremos
a Dios para que nos libere para siempre del "aparte de Mí" y haga del
"permanecer en Mí" una realidad incesante? Deja que tu corazón se
acerque a lo que Cristo es y puede hacer, a su poder divino y a su tierno amor
a cada una de sus ramas, y dirás cada vez con más confianza: ¡Señor! estoy
permaneciendo; daré mucho fruto. Mi impotencia es mi fuerza. Que así sea.
Aparte de Ti, nada. En Ti, mucho fruto.
Aparte de Mí, tú
nada. Acepto con gusto el arreglo: yo nada, tú todo. Mi nada es mi mayor
bendición, porque Tú eres la Vid que todo lo das y lo haces. ¡Así sea, Señor!
Yo, nada, esperando siempre en Tu plenitud.
No hay comentarios:
Publicar un comentario