En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho
fruto... Juan 15; 8.
¿Cómo podemos
glorificar a Dios? No añadiendo a Su gloria o llevándole alguna nueva gloria
que Él no tiene. Sino simplemente permitiendo que Su gloria brille a través de
nosotros, entregándonos a Él, para que Su gloria se manifieste en nosotros ya
través de nosotros al mundo. En una viña o una vid que da mucho fruto, se
glorifica al dueño, ya que habla de su habilidad y cuidado. En el discípulo que
da mucho fruto, el Padre es glorificado. Ante los hombres y los ángeles, se da
prueba de la gloria de la gracia y el poder de Dios; La gloria de Dios brilla a
través de él.
Esto es lo que
Pedro quiere decir cuando escribe: "El que ministra, ministre conforme a
la capacidad que Dios da, para que Dios sea glorificado en todo por medio de
Jesucristo". Como un hombre trabaja y sirve en un poder que viene solo de
Dios, Dios recibe toda la gloria. Cuando confesamos que la habilidad vino solo
de Dios, el que hace la obra, y los que la ven, igualmente glorifican a Dios.
Fue Dios quien lo hizo. Los hombres juzgan por el fruto de un jardín lo que es
el jardinero. Los hombres juzgan a Dios por el fruto que dan las Ramas de la
Vid de Su plantación. Poco fruto trae poca gloria a Dios. No trae honor ni a la
Vid ni al Labrador. "En que llevéis mucho fruto, en esto es glorificado mi
Padre".
A veces hemos
lamentado nuestra falta de fruto, como una pérdida para nosotros mismos y para
nuestros semejantes, con quejas de nuestra debilidad como causa. Más bien
pensemos en el pecado y la vergüenza del poco fruto como un robo a Dios de la
gloria que debe recibir de nosotros. Aprendamos el secreto de dar gloria a
Dios, sirviendo de la capacidad que Dios da. La plena aceptación de la palabra
de Cristo: "No podéis hacer nada"; la simple fe en Dios, que obra
todo en todos; el permanecer en Cristo a través del cual el Divino Labrador
hace Su trabajo y obtiene mucho fruto; esta es la vida que dará gloria a Dios.
Mucho fruto:
Dios lo pide; mira que le das. Dios no puede contentarse con nada menos;
conténtate con nada menos. Que estas palabras de Cristo: Fruto, más fruto,
mucho fruto, permanezcan en ti, hasta que pienses como Él, y estés preparado
para tomar de Él, la Vid Celestial, lo que Él tiene para ti. Mucho fruto: en
esto es glorificado mi Padre. Deja que el colmo mismo de la exigencia sea tu
estímulo. Está tan enteramente más allá de tu poder, que te arroja más
enteramente sobre Cristo, tu Vid Verdadera. Él puede, Él lo hará, hacerlo realidad
en ti.
Mucho fruto:
Dios pide porque necesita. Él no pide fruto de las Ramas de Su Vid para
mostrar, para probar lo que Él puede hacer. No; Lo necesita para la salvación
de los hombres: es en que Él debe ser glorificado. Lánzate en mucha oración
sobre tu Vid y tu Labrador. Clamad a Dios y vuestro Padre que os dé frutos para
llevar a los hombres. Tomen sobre ustedes la carga de los hambrientos y de los
que perecen, como lo hizo Jesús cuando fue movido a compasión, y su poder en la
oración, y su permanencia, y su dar mucho fruto para la gloria del Padre,
tendrá una realidad y un certeza que nunca supiste antes.
Cuando una vid
lleva "mucho fruto", Dios se glorifica, pues cada día envía el sol y
la lluvia para hacer crecer los cultivos, y alimenta cada plantita y la prepara
para que florezca. ¡Qué momento de gloria para el Señor de la cosecha cuando
esta se lleva a los almacenes, madura y lista para su uso! ¡El es quien hizo
que sucediese! Esta analogía de la agricultura muestra cómo Dios se glorifica
cuando la gente establece una buena relación con El y comienza a "llevar
mucho fruto" en sus vidas.
El Padre
glorificado. Bendita perspectiva. Dios glorificándose a Sí mismo en mí,
mostrando la gloria de Su bondad y poder en lo que Él obra en mí y a través de
mí. Qué motivo para dar mucho fruto, tanto como Él obra en mí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario