} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: OBEDECER Y PERMANECER

miércoles, 30 de noviembre de 2022

OBEDECER Y PERMANECER

 

 

 

Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor;…Juan 15; 10

 

     En la meditación anterior publicada en el blog  hablé de la entrada a una vida de descanso y fortaleza que a menudo ha llegado a través de una verdadera comprensión del amor personal de Cristo, y la seguridad de que ese amor en verdad significaba que Él guardaría el alma. En conexión con esa transición, y la fe que la ve y la acepta, se usa frecuentemente la palabra Entrega o Consagración. El alma ve que no puede reclamar la custodia de este maravilloso amor a menos que se entregue a una vida de entera obediencia. Ve, también, que la fe que puede confiar en Cristo para guardarse de pecar, debe demostrar su sinceridad aventurándose de inmediato a confiar en Él para obtener la fuerza para obedecer. En esa fe se atreve a renunciar y cortar todo lo que hasta ahora le ha impedido, y a prometer y esperar vivir una vida que sea agradable a Dios.

 

Este es el pensamiento que tenemos aquí ahora en la enseñanza de nuestro Salvador. Después de haber hablado, en las palabras Permaneced en Mi amor, de una vida en su amor como una necesidad, porque es a la vez una posibilidad y una obligación, Jesús declara cuál es su única condición: "Si guardáis mis mandamientos, permanecerán en Mi amor". Seguramente esto no tiene la intención de cerrar la puerta a la morada de Su amor que Él acababa de abrir. Ni de la manera más lejana sugiere el pensamiento que algunos están demasiado dispuestos a considerar, que como no podemos guardar Sus mandamientos, no podemos permanecer en Su amor. No; el precepto es una promesa: "Permaneced en mi amor", no podría ser un precepto si no fuera una promesa. Y así, la instrucción sobre el camino a través de esta puerta abierta no apunta a ningún ideal inalcanzable; el amor que invita a su bendita morada extiende la mano y nos permite guardar los mandamientos. No temamos, en la fuerza de nuestro Señor ascendido, hacer voto de obediencia y entregarnos a la observancia de Sus mandamientos. A través de su voluntad, amada y hecha, se encuentra el camino hacia su amor.

 

Sólo entendamos bien lo que significa. Se refiere a nuestro desempeño de todo lo que sabemos que es la voluntad de Dios. Puede haber cosas dudosas, de las cuales estamos o no estoy seguros. Un pecado de ignorancia tiene todavía la naturaleza del pecado en sí mismo. Puede haber pecados involuntarios, que se levantan en la carne, que no podemos controlar ni vencer. Con respecto a estos, Dios tratará a su debido tiempo a manera de escudriñamiento y humillación, y si somos sencillos y fieles, nos dará una liberación mayor de lo que nos atrevemos a esperar. Pero todo esto se puede encontrar en un alma verdaderamente obediente. La obediencia se refiere a la positiva observancia de los mandamientos de nuestro Señor, y el cumplimiento de Su voluntad en todo lo que conocemos. Este es un posible grado de gracia, y es la aceptación en la fuerza de Cristo de tal obediencia como el propósito de nuestro corazón, de lo cual habla aquí nuestro Salvador. La fe en Cristo como nuestra Vid, en Su poder capacitador y santificador, nos capacita para esta obediencia de fe y asegura una vida de perseverancia en su amor.

 

"Si guardáis Mis mandamientos, permaneceréis en Mi amor". Es la Vid Celestial desplegando el misterio de la vida que Él da. Es a aquellos que permanecen en Él a quienes Él abre el secreto de la plena permanencia en Su amor. Es la entrega de todo corazón en todo para hacer Su voluntad, lo que da acceso a una vida en el disfrute permanente de Su amor.

 

Obedecer y cumplir. ¡Señor misericordioso! enséñame esta lección, que es sólo conociendo Tu voluntad uno puede conocer Tu corazón, y sólo haciendo esa voluntad uno puede permanecer en Tu amor. ¡Mi Señor Jesús! enséñame que tan inútil como es el hacer en mi propia fuerza, tan esencial y absolutamente indispensable es el hacer de la fe en Tu fuerza, si quiero permanecer en Tu amor.

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