} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: PÁMPANOS, RAMAS, SARMIENTOS

martes, 22 de noviembre de 2022

PÁMPANOS, RAMAS, SARMIENTOS

 

 

 

Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará… Juan 15; 2a

 

    Aquí tenemos una de las palabras principales de la parábola: Rama. Una vid necesita ramas: sin ramas no puede hacer nada, no puede dar fruto. Tan importante como es saber acerca de la Vid y el Labrador, es darse cuenta de lo que es la Rama. Antes de escuchar lo que Cristo tiene que decir al respecto, primero analicemos qué es una rama y qué nos enseña de nuestra vida en Cristo. Una rama es simplemente un trozo de madera, producido por la vid con el único propósito de servirla para dar su fruto. Es de la misma naturaleza que la vid, y tiene una vida y un espíritu con ella. Solo piense un momento en las lecciones que esto sugiere.

Cuando Jesús trazó la alegoría de la vid sabía de lo que estaba hablando. La vid se cultivaba y se cultiva todavía en toda Palestina, más o menos como en España, aunque más en terrazas. Es una planta que requiere mucha atención si se quiere obtener un fruto de calidad. El terreno tiene que estar perfectamente limpio, y las plantas se separan convenientemente para que se puedan desarrollar. Se suelen podar los sarmientos en el invierno reduciendo la cepa a su mínima expresión. Algunas veces se poda la cepa a menos de un metro de altura, dejándole brazos radiales que se atan a tutores hasta que se hacen resistentes, que son los que producen los sarmientos, y estos el fruto; otras veces se apoyan las varas en espalderas o en árboles. Y, desde luego, a veces como parras, que se hacen muy frondosas a la puerta de las cabañas. Pero siempre requieren una buena preparación y un buen cuidado del suelo. No se deja que la vid dé fruto los tres primeros años, para que desarrolle conservando toda su energía. Ya adulta produce dos tipos de sarmientos, unos que dan fruto y otros que no. Los que no van a dar fruto se cortan bien atrás para que no vuelvan a brotar ni esquilmen la fuerza de la planta. La vid no puede dar buen fruto a menos que se la pode drásticamente-y Jesús lo sabía muy bien.

Además, la madera de la vid tiene la curiosa particularidad de que no sirve para nada. Es demasiado fibrosa y poco compacta. En ciertas épocas del año, establecía la ley, se tenían que llevar al templo ofrendas de madera para los fuegos de los altares; pero no se consideraban aceptables las ramas de la vid. Lo único que se podía hacer con los sarmientos de la poda o con las cepas que se arrancaban era una fogata, para que no trajeran miseria -plagas-a los árboles. En España se usa para leña en las casas de los pueblos o para encender los hornos. Este es otro detalle que añade verosimilitud a la alegoría de Jesús.

 

Jesús dice que así son Sus seguidores. Algunos de ellos son estupendos sarmientos productores Suyos, y otros son chupones que no dan ningún fruto. ¿En quién estaba pensando Jesús al hablar de los sarmientos estériles? Se pueden dar dos respuestas.

La primera es que estaba pensando en los judíos. ¿No era esa la lección que habían dado los antiguos profetas? La mayoría de los judíos se negaron a escuchar a Jesús y a aceptarle; por tanto, eran sarmientos estériles y secos. La segunda es que estaba pensando en algo más general que incluye a los cristianos cuyo cristianismo es pura profesión sin práctica -como se definen muchos: creyentes, pero no practicantes. Estaba pensando en los cristianos inútiles: toda hoja, pero nada de fruto. Y estaba pensando en los cristianos que se vuelven apóstatas, que oyeron el mensaje y lo aceptaron y lo abandonaron convirtiéndose en traidores al Maestro al Que se habían comprometido a servir.

Así es que hay tres maneras en que podemos ser sarmientos improductivos. Podemos negarnos a escuchar a Jesucristo. O podemos escucharle, y luego confesarle de labios para fuera, sin acciones. O podemos aceptarle como Maestro y luego, en vista de las dificultades que se nos presentan o el deseo de vivir nuestra vida, Le abandonamos. Es uno de los principios fundamentales del Nuevo Testamento que la inutilidad invita al desastre. El sarmiento improductivo acaba en el fuego.

Ahí está la lección de la entera consagración. La rama tiene un solo objeto por el cual existe, un propósito al que se entrega por completo. Es decir, dar el fruto que la vid quiere dar. Y así, el creyente tiene una sola razón para ser un Renuevo, pero una razón para su existencia en la tierra: que la Vid Celestial pueda producir Su fruto a través de él. Dichosa el alma que sabe esto, que lo ha consentido, y que dice: He sido redimido y vivo para una sola cosa, tan exclusivamente como el pámpano natural existe sólo para dar fruto, yo también: tan exclusivamente como la Vid Celestial existe para dar fruto, yo también. Como he sido plantado por Dios en Cristo, me he entregado por completo a dar el fruto que la Vid desea producir.

 

Ahí está la lección de la conformidad perfecta. La rama es exactamente como la vid en todos los aspectos: la misma naturaleza, la misma vida, el mismo lugar, el mismo trabajo. En todo esto son inseparablemente uno. Y así, el creyente necesita saber que es partícipe de la naturaleza divina, y que tiene la misma naturaleza y espíritu de Cristo en él, y que su única vocación es entregarse a sí mismo a una perfecta conformidad con Cristo. El pámpano es una semejanza perfecta de la vid; la única diferencia es que uno es grande y fuerte, y la fuente de fuerza, el otro pequeño y débil, siempre necesitando y recibiendo fuerza. Así también el creyente es, y debe ser, la semejanza perfecta de Cristo.

 

Ahí está la lección de la dependencia absoluta. La vid tiene sus reservas de vida, savia y fuerza, no para sí misma, sino para las ramas. Los pámpanos son y no tienen nada más que lo que la vid proporciona e imparte. El creyente está llamado a una vida de completa e incesante dependencia de Cristo, y es su mayor bienaventuranza entrar en ella. Día y noche, en cada momento, Cristo está para obrar en él todo lo que necesita.

 

Y luego la lección de la confianza indudable. La rama no tiene cuidado; la vid lo provee todo; sólo tiene que entregarse y recibir. Es la visión de esta verdad la que conduce al bendito descanso de la fe, el verdadero secreto del crecimiento y la fortaleza: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece ".

 

¡Qué vida nos vendría si sólo consintiéramos en ser Ramas! ¡Amado hijo de Dios! aprende la lección Solo tienes una cosa que hacer: ¡Solo ser una Rama! ¡nada mas! nada menos que   Solo sé una Rama; Cristo será la Vid que da todo. Y el Labrador, el Dios Fuerte, que hizo de la Vid lo que es, seguramente hará de la Rama lo que debe ser.

 

¡Señor Jesús! Te ruego que me reveles el misterio celestial del Pámpano, en su unión viva con la Vid, en su reivindicación de toda su plenitud. Y deja que Tu suficiencia total, sosteniendo y llenando Tus Ramas, me lleve al descanso de la fe que sabe que Tú haces todo.

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