} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 31 agosto LA BUENA SEMILLA

jueves, 31 de agosto de 2017

31 agosto LA BUENA SEMILLA


Marcos 1; 15
diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio.”

¿Cuáles son las buenas nuevas de Dios? Estas primeras palabras de Jesús en Marcos nos dan la esencia de su enseñanza: que el tan esperado Mesías había vino para iniciar el Reino personal de Dios en la tierra. La mayoría de las personas que oyeron este mensaje estaban en la opresión, pobres y sin esperanzas. Las palabras de Jesús fueron buenas nuevas para ellas porque les ofrecían libertad, bendiciones y esperanzas.

El evangelio era de propósito eterno (Efesios_3:11), predicho por los profetas (Romanos_16:25-26), y en el cumplimiento del tiempo (Gálatas_4:4; Efesios_1:10) comenzó a anunciarse por medio de Jesús (Hebreos 2:3).
El reino de Dios es el gobierno o control de Dios en los corazones de los hombres por medio del evangelio, con Cristo por Rey (Salmo_89:3-4; Salmo_110:1-4). Los que voluntariamente se someten  al Rey, Jesús, en el Nuevo Testamento  se representan como la iglesia.
Si el reino estaba cerca en el tiempo de Jesús, de Juan el bautista, y de otros muchos de esa generación, ¿cómo puede ser todavía futuro de la fecha en que ahora yo escribo?
Solamente un corazón arrepentido puede recibir el evangelio. Por eso Juan y Jesús mandaron al pueblo judío que se arrepintiera (Mateo 3:2; Lucas 3:8-14; Lucas 13:3).
            Si en el plan de salvación, que revela el evangelio para todo el mundo, la fe precede al arrepentimiento, ¿por qué se menciona aquí primero el arrepentimiento y luego el creer? Hoy en día los bautistas modernos, en su esquema de salvación, ponen primero al arrepentimiento y luego a la fe, y citan tales pasajes como éste. Bueno, lo que pasa es que se ignora el contexto. Juan y Jesús se dirigían a los judíos que ya creían en Dios, pero que debido a sus pecados necesitaban arrepentirse de sus pecados para poder recibir el evangelio que estaba para introducirse. Ahora, hoy en día, al irse a todo el mundo a predicar el evangelio, el evangelista proclama que la persona crea en Jesucristo, y luego, habiendo creído en él, que se arrepienta como Cristo manda. Ningún hombre incrédulo va a arrepentirse; ¿por qué lo haría si no cree en Cristo?

Isaías 55; 7
Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar

El corazón del llamado profético es espiritual. No se trata meramente de inmigrar a Israel, sino de “buscar a Jehová” y volver a él con actitud de arrepentimiento.
Aquí hay una oferta graciosa de perdón y paz, y de toda felicidad. No será en vano buscar a Dios; ahora su palabra nos está llamando y su Espíritu lucha con nosotros. Pero hay un día por venir en que no será hallado. Puede llegar un tiempo así en esta vida; seguro es que la puerta será cerrada en la muerte y el juicio. No sólo debe haber un cambio del camino, sino un cambio de la mente. Debemos cambiar nuestros juicios sobre las personas y las cosas. No es suficiente romper y dejar las malas costumbres, sino tenemos que luchar contra los malos pensamientos. Arrepentirse es volver a nuestro Señor, contra el cual nos rebelamos. Si lo hacemos así, Dios se multiplicará para perdonar como nosotros nos hemos multiplicado para ofender. Pero que nadie juegue con esta abundante misericordia ni la use como ocasión para pecar. El pensamiento de los hombres acerca del pecado, de Cristo y de la santidad, sobre este mundo y el otro, difiere vastamente de los de Dios; pero en nada difieren más que en materia de perdón. Nosotros perdonamos y no podemos olvidar; cuando perdona el pecado Dios no lo recuerda más.


¡Maranatha! ¡Sí, ven Señor Jesús!

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