Job 7; 20
“Si he pecado,
¿qué puedo hacerte a ti, oh Guarda de los hombres? ¿Por qué me pones por blanco tuyo, Hasta convertirme en una carga para mí mismo?
“
Job se refirió a Dios como un observador de la humanidad.
Estaba expresando sus sentimientos de que Dios parecía su enemigo: alguien que
lo observaba sin misericordia retorcerse en su miseria. Sabemos que Dios vela
por todo lo que nos sucede. Nunca debemos olvidar que nos mira con compasión, y
no con escrutinio crítico. Sus ojos son ojos de amor.
Para fortalecer su oración pidiendo perdón, Job
alega la perspectiva que tenía de morir prontamente. Si mis pecados no son
perdonados mientras vivo, estoy perdido y deshecho por siempre. ¡Qué
desgraciado es el hombre pecador sin el conocimiento del Salvador!
Job
13; 24
“¿Por qué escondes tu rostro, Y me cuentas por tu enemigo?”
Job se queja dolorosamente de los severos tratos
de Dios con él. El tiempo no nos desgasta la culpa del pecado. Cuando Dios
escribe cosas amargas contra nosotros, su designio es hacernos recordar pecados
olvidados, y, de esa manera, llevarnos al arrepentimiento para librarnos de
ellos. Que la gente joven se cuide de darse el gusto pecando. Aun en este mundo
pueden posesionarse tanto los pecados de su juventud, que tengan meses de dolor
por instantes de placer. La sabiduría de ellos es recordar a su Creador en los
días de su juventud para tener una esperanza segura y una dulce paz de
conciencia, como solaz en sus años de vejez.
Job 33; 13
“¿Por qué contiendes contra él?
Porque él no da cuenta de ninguna de sus razones.”
Estar informado trae un sentido de seguridad. Es
natural querer saber lo que está sucediendo en nuestra vida. Job quería
saberlo, quería saber por qué estaba sufriendo. En capítulos anteriores,
sentimos su frustración. Eliú declaró que tenía la respuesta para la gran
pregunta de Job, "¿por qué Dios no me dice qué es lo que pasa?" Eliú
dijo a Job que Dios estaba tratando de responderle, pero que él no estaba
escuchando. Eliú juzgó mal a Dios en este punto. Si Dios fuera a responder a
todas nuestras preguntas, no seríamos probados adecuadamente. ¿Qué hubiera
sucedido si Dios hubiera dicho: "Job, Satanás te va a probar y te va a
afligir, pero al final serás sanado y se te regresará todo"? La prueba más
grande de Job no era el dolor, sino el no saber por qué sufría. Nuestras
pruebas más grandes pueden ser que debamos confiar en la bondad de Dios aun
cuando no comprendamos por qué nuestra vida va en cierta dirección. Debemos
aprender a confiar en Dios y su bondad, y no en la bondad de la vida.
¿Por
qué? aparece en 1063 ocasiones en 447 versículos en la Biblia.
¿Para
qué? Aparece 468 veces en 210 versículos.
Teniendo
en cuenta esta curiosidad, es lícito hacernos estas preguntas cuando vivimos en
el temor de Dios, cuando en reverencia y santidad sabemos que somos polvo y que
la Soberanía de Dios está al control de todas nuestras circunstancias. Muy distinta
es la actitud de aquel corazón indolente que le exige a Dios una explicación,
decretando o atando cuando no arrebatando una respuesta.
Si
está en la Voluntad de Dios el revelarnos esas preguntas, está bien; y si no, debemos
esperar, quizás acercarnos más a Su Palabra para conocer ¿por qué y para qué?
Acostumbrados
a un mundo de respuestas instantáneas, nos olvidamos que en la Biblia se
muestran los tiempos de Dios, distintos al concepto que tenemos de “tiempo”. Es
ahí, en Su Palabra, donde recibimos el discipulado que necesita nuestra mente
para limpiar toda la base de datos que el mundo se ha encargado de ir metiendo
en nuestra mente desde la más tierna edad.
Si el
ordenador de tu mente está lleno de “información basura”, tarde o temprano “los
virus” tendrán el control sobre todos los programas y nada podrás hacer para
evitarlo.
Todos
llegamos a Cristo llenos de “virus” (entiéndase pecados) descontrolados,
anulados como criaturas por la esclavitud del pecado, de la que nada de lo que
hagamos nos puede librar. Solo el Creador de nuestra vida sabe la solución, y de
forma gratuita nos ofrece LA ÚNICA forma de empezar de nuevo. Jesucristo, el
Hijo de Dios es el ÚNICO que puede restaurarnos, y se ofrece como SUSTITUTO
para ocupar el lugar que nosotros como pecadores merecíamos, esto es: morir en
la cruz por nuestros delitos y pecados. La paga del pecado es la muerte, no
sólo física, sino también espiritual, apartados de Dios para siempre.
Si tú que lees esto te identificas como
pecador ante Dios Santo, Jesucristo te ofrece un intercambio, te REDIME de
pagar tú las consecuencias y caen sobre Él. Si aceptas, y crees con toda tu
mente, con toda tu alma qué la Obra de Cristo, Su Muerte y Su Resurrección es
la única forma de ser salvo, recibes entonces el Sello del Espíritu Santo en tú
espíritu, regenerándolo, dándole nueva vida o lo que llamamos “nuevo nacimiento”.
Ahora, como recién nacido, necesitas recibir “alimento espiritual sano” información nueva, sana y
correcta a tu mente para limpiar, “resetear, formatear” el disco duro de tu
mente para qué no surjan “conflictos” entre tú mente, tú espíritu y tú cuerpo.
Y así cada día, la Palabra de Dios en la Biblia irá formando parte de tu vida
para todo lo que necesites saber para caminar en medio de este mundo hostil y
andar seguro en las sendas que Dios tiene para ti, sin apartarte ni a derecha
ni a izquierda. Si tropiezas no será por culpa del camino que Dios ha diseñado,
sino porque habrás abandonado los principios de la Biblia.
¡Marantha!
¡Sí, ven Seños Jesús!
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