Hechos 24; 15
“Teniendo esperanza en Dios, la cual ellos también
abrigan, de que ha de haber resurrección de los muertos, así de justos como de
injustos.”
Los sediciosos no están interesados en la
resurrección, y los que esperamos la resurrección no estamos interesados en
revoluciones políticas, golpes de estado, etc., porque anhelamos una ciudad que
tiene fundamentos en una patria mejor.
Si nos culpan de ser más celosos en las cosas de Dios que nuestro
prójimo, ¿qué contestamos? ¿Nos encogemos ante la acusación? ¡Cuántos hay en el
mundo que prefieren ser acusados de cualquier debilidad, sí, hasta de maldad, y
no de un sentimiento de amor, fervoroso y anhelante por el Señor Jesucristo, y
de consagración a su servicio! ¿Pueden los tales pensar que los confesará
cuando venga en su gloria y ante los ángeles de Dios? Si hay una visión
placentera para el Dios de nuestra salvación, y una visión ante la cual se
regocijan los ángeles, es contemplar a un seguidor devoto del Señor, aquí en la
tierra, que reconoce que es culpable, si fuese crimen, de amar con todo su
corazón, alma, mente y fuerza al Señor que murió por él. No se puede quedar
callado al ver que se desprecia la Palabra de Dios o escucha que se profana su
nombre. Este se arriesgará, antes bien, al ridículo y al odio del mundo, antes
que causar enojo a ese ser bondadoso cuyo amor es mejor que la vida, a Dios Padre o Su Hijo Jesucristo.
Juan 11; 25
“Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que
cree en mí, aunque esté muerto, vivirá”.
Jesús quería que la fe de Marta aumentara, que si ella creía en la
resurrección en el día postrero debería entender que esa resurrección sería
efectuada por Cristo. Al decir "Yo soy la resurrección" decía que Él
es el poder que la efectúa, que en su persona estaba presente la vida y
la resurrección. Él es la fuente o la causa de la vida física y
de la vida espiritual. Es necesario creer no solamente en la realidad de la
resurrección como un hecho, sino también en la persona que hace
posible la resurrección.
La verdad expresada
aquí es, en realidad, la misma verdad expresada a la samaritana acerca del agua
de vida y a los galileos acerca del pan de vida. "En él estaba la
vida".
En Cristo los muertos viven, y
los vivos no mueren. Cristo quería llevar a Marta a un nivel más alto de fe.
Quería que comprendiera que la resurrección del cuerpo tiene su sentido
verdadero en la vida eterna que Cristo nos da.
Jesús tiene poder sobre la vida y la muerte, así como para perdonar
pecados. Esto se debe a que Él es el Creador de la vida. Aquel que es la
vida sin duda puede restaurar la vida. Todo aquel que cree en Cristo tiene una
vida espiritual que la muerte no conquistará ni disminuirá de manera alguna.
Cuando logramos comprender su poder y hasta qué punto es verdaderamente
maravillosa la oferta que nos hace, ¡cómo hemos de hacer otra cosa que no sea
entregar nuestras vidas a Él! Para quienes creemos, qué maravillosa es la
seguridad y la certeza que tenemos: "Porque yo vivo, vosotros también
viviréis" (Juan_4:19).
El alma redimida vive feliz después de la muerte y, después de la resurrección, el cuerpo y el
alma son resguardados de todo mal para siempre.
Cuando leamos u oigamos la palabra de Cristo sobre las grandes cosas
del otro mundo, debemos preguntarnos ¿creemos esta verdad? Las cruces y los
consuelos de esta época no nos impresionarían tan profundamente como lo hacen,
si creyéramos como debemos las cosas de la eternidad.
1 Corintios 15; 20
“Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos;
primicias de los que durmieron es hecho.”
Lo que afirmaban los falsos en la iglesia en Corinto no era una
realidad; la realidad consiste en que Cristo sí resucitó de los muertos. No es
como afirmaban aquellos falsos maestros, dice Pablo; al contrario, es así. Pablo ahora va a probar la resurrección
general de los muertos por medio de presentar la conexión entre los cristianos
y Cristo; entre su reino, la iglesia de Cristo, y sí mismo. La una cosa demanda
la otra.
Los que durmieron en Jesús ¡no perecieron! La resurrección de Cristo
de los muertos es prueba de esto. De ellos Él es hecho primicias. Aunque otros
habían sido levantados de la muerte (como Lázaro y Dorcas), volvieron a morir.
Cristo fue el primero en resucitar para no volver a morir.
Las primicias eran la primera parte de la
cosecha (y a la vez, la mejor) (Números_18:12).
La Ley de Moisés mandaba que ellas fueran ofrecidas en sacrificio, como prenda
del resto de la cosecha. Éxodo_13:11-16.
La fiesta de la
Pascua tenía más de un significado. Conmemoraba la liberación de los israelitas
de la esclavitud de Egipto; pero era también una gran fiesta de la cosecha.
Coincidía con la recolección de la cebada. La ley establecía: «Traeréis al
sacerdote una gavilla por primicia de los primeros frutos de vuestra siega. Y
el sacerdote mecerá la gavilla delante del Señor para que seáis aceptos; el día
después del día de reposo la mecerá» Levítico_23:10-11).
La resurrección de
Cristo es prenda, o garantía, de la resurrección general al fin del tiempo (1Tesalonicensess_4:14). Como son las primicias, así la masa (los
demás frutos); Cristo resucitó, y los demás resucitarán. La resurrección de
todos los muertos está en la de Cristo, como la bendición de Dios para el resto
de la cosecha dependía de la que daba a las primicias. La resurrección general
comienza con la resurrección de Cristo (Filipenses_3:20-21).
La nuestra está representada en la de Él. En este contexto Pablo trata
particularmente de los muertos cristianos, “los que durmieron” “en Cristo”.
¡Maranatha! ¡Sí, ven Señor Jesús!
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