Proverbios 5; 13
“No oí la voz de los que me instruían, Y a los que me enseñaban
no incliné mi oído! “
Salomón advierte a todos los jóvenes, como si
fueran sus hijos, que se abstengan de las lujurias carnales. Algunos, por la mujer
adúltera, entienden aquí la idolatría, la doctrina falsa, que tiende a
descarriar las mentes y los modales de los hombres, pero el criterio directo es
advertir de los pecados contra el séptimo mandamiento. A menudo estos han sido,
y aún son, el método de Satanás para alejar a los hombres de la adoración a
Dios para llevarlos a una religión falsa.
Considérese cuán fatales son las consecuencias;
¡cuán amargo el fruto! Elimínelo, porque hiere. Conduce a los tormentos del
infierno. La tendencia directa de este pecado es la destrucción de cuerpo y
alma. Debemos evitar cuidadosamente todo lo que signifique dar un paso en esa
dirección. Los que han de ser resguardados del daño deben mantenerse fuera del
camino del daño. Si nos metemos en tentación, nos burlamos de Dios cuando
oramos, No nos metas en tentación. ¡Cuántos males acompañan a este pecado!
Destruye la reputación; desperdicia el tiempo; arruina el patrimonio; es nocivo
para la salud; llena la mente con horror. Aunque en el momento estés feliz,
tarde o temprano traerá dolor.
El pecador convicto se reprocha, y no excusa su
necedad. Por los actos frecuentes de pecado, sus hábitos se arraigan y
confirman. Por un milagro de misericordia, el arrepentimiento verdadero puede
evitar las espantosas consecuencias de tales pecados, pero esto no es
frecuente; son muchos más los que mueren como han vivido. ¡Lo que puede
expresar el caso del pecador que se arruina a sí mismo en el mundo eterno,
soportando el remordimiento de su conciencia!
Al final de su vida, será muy tarde para pedir
consejo. Cuando el deseo se activa plenamente, la gente no quiere consejo, sino
satisfacción. El mejor momento para aprender sobre los peligros y el disparate
de ir tras las relaciones sexuales ilícitas (o cualquier cosa perjudicial) es
mucho antes de que aparezca la tentación. Es más fácil resistir si la decisión
ya se ha tomado de antemano. No espere para ver qué sucede. Prepárese para la
tentación y decida ahora lo que hará cuando tenga que enfrentarla.
Proverbios 3; 11
“No menosprecies, hijo mío, el castigo de Jehová, Ni te fatigues de su corrección;”
No hay mayor enemigo del temor del Señor en el
corazón que la soberbia propia de nuestra sabiduría. La prudencia y la sobriedad
que enseña la Palabra de Dios, tienden no sólo a la salud del alma, sino
también a la salud del cuerpo. La riqueza mundana es sólo sustancia de mala
calidad, pero, tal como es, debemos honrar a Dios con ella; y los que hacen el
bien con lo que tienen, tendrán más para hacer más bien.
Si el Señor nos visitara con pruebas y
enfermedades, no olvidemos que la exhortación nos habla como a niños por
nuestro bien. No debemos desfallecer en la aflicción, por pesada y larga que
sea, ni dejarnos llevar por la desesperación, ni usar malos medios para
aliviarnos. El padre corrige al hijo que ama, porque lo ama y desea que
sea sabio y bueno. Las aflicciones distan mucho de dañar a los hijos de Dios
porque, por gracia de Dios, fomentan la santidad de ellos.
Para muchas personas, castigo tiene una
connotación negativa debido a que algunos de los que los aplican no son
moderados. Dios, sin embargo, es la fuente del amor. No nos castiga porque
disfrute hacernos sufrir, sino porque está muy preocupado por nuestra madurez.
Sabe que para lograr ser moralmente fuertes y buenos, debemos aprender la
diferencia entre el bien y el mal. Su amorosa disciplina nos permite hacerlo.
Es difícil saber cuándo Dios nos ha estado
disciplinando, hasta que más tarde volvemos a mirar la situación pasada. Por
supuesto, no todas las cosas malas que nos suceden provienen de Dios
directamente. Pero si nos rebelamos en contra de Dios y nos negamos a
arrepentirnos cuando El identifica algún pecado en nuestra vida, es posible que
Dios use la culpabilidad, las crisis y las malas experiencias para llevarnos de
nuevo a Él. A veces, sin embargo, los tiempos difíciles surgen cuando no hay
algún pecado flagrante en nuestra vida. Entonces nuestra respuesta debe ser
paciencia, integridad y confianza de que Dios nos mostrará qué hacer.
¡Maranatha! ¡Sí, ven
Señor Jesús!
No hay comentarios:
Publicar un comentario