} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: LA COMUNIDAD CRISTIANA ORANTE

sábado, 1 de julio de 2017

LA COMUNIDAD CRISTIANA ORANTE



Hechos 1:14  Todos éstos estaban unánimes, entregados de continuo a la oración junto con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con los hermanos de Él. (Jesús)
                                                                                            (La Biblia de Casiodoro de Reina 12569)

El libro de Hechos continúa la historia que Lucas empezó en su Evangelio; abarcando los treinta años posteriores a la ascensión de Jesús. En este corto período, la iglesia se estableció y el evangelio de salvación se llevó por el mundo, inclusive a la capital del Imperio Romano. Los predicadores, gente común con debilidades y limitaciones, como tú y como yo, fueron revestidos de poder por el Espíritu Santo para difundir las buenas noticias al "mundo entero".
  Los Hechos de los apóstoles nos ponen siempre ante nuestra mirada estar orando, que no es otra cosa más qué pedir a Dios. En ella, el modelo y las instrucciones del Señor se nos muestran eficaces. Jesús ha asegurado que el Padre escuchará la oración hecha «en mi nombre» (Juan 16:23 ).
 Las cartas de Pablo también atestiguan con ahínco el poder de la oración comunitaria. Es característico de Lucas que además de los apóstoles nombre las mujeres como miembros de la comunidad orante. Ya en su Evangelio Lucas ha prestado especial atención a las mujeres que rodeaban a Jesús. El mensaje de salvación de la nueva alianza vence prejuicios heredados. Pablo, aunque guarde mucha reserva, que se explica por la mentalidad de su tiempo, sin embargo también es testigo de una nueva valoración de la mujer. Los Hechos de los ap6stoles muestran todavía con mayor frecuencia la vocación y la actividad de la mujer

Después que el Maestro desapareció de entre ellos, los apóstoles vuelven de los Olivos a Jerusalén, perseverando unánimes en oración, en espera de la promesa del Espíritu Santo hecha por Jesús. Unidos por un vínculo más fuerte que la muerte  en oración y ruego.
Estar «unánimes» o de acuerdo es un rasgo dominante en el liderazgo del NT. Siempre que los líderes de la iglesia primitiva se reunían en Jerusalén, se nos dice que estaban unidos y en armonía unos con otros y con Dios. La unanimidad era espiritual y práctica, no solamente teológica, pues vemos que compartían sus vidas y posesiones. Hechos 2:42-47 nos da una descripción del liderazgo en la época del NT: se reunían, estudiaban juntos, compartían sus posesiones materiales. A menudo se reunían para orar, con lo cual ponían de manifiesto no solamente las buenas relaciones existentes entre ellos, sino también su total confianza en Dios.

  Muchos cristianos hoy en día confunden y no tienen claro la diferencia entre orar y rezar. Orar conlleva devoción, confianza, respeto y un sentido de dependencia de Aquel a quien se dirige la oración. Rezar, es recitar de memoria una y otra vez retahílas de palabras que muchas veces no saben que significa. Un loro puede hacer lo mismo que aquellos que repiten sin cesar.
 Las diversas palabras hebreas y griegas relacionadas con la oración transmiten ideas tales como pedir, solicitar, rogar, suplicar, instar con ruegos, implorar, buscar, inquirir, así como alabar, dar gracias y bendecir.

 Un grupo pequeño unido en amor, de conducta ejemplar, ferviente para orar, y sabiamente celoso para el progreso de la causa de Cristo, probablemente crezca con rapidez.
Para los judíos, el sábado era el día de descanso en el que estaba prohibido hacer ningún trabajo. No se podía recorrer una distancia superior a los 2.000 codos, que se llamaba por esto «la distancia de un sábado» -en la versión Reina-Valera «camino de un día de reposo»-. El codo equivalía a 45 centímetros; es decir, que el sábado no se podía andar más de un kilómetro escaso.
Es interesante que los hermanos de Jesús estuvieran entre los primeros creyentes. Durante la vida de Jesús habían estado entre los que se le oponían (Marcos 3:21, y Juan 7:5). Puede ser que para ellos, como para tantos otros, fue la muerte de Jesús lo que les abrió los ojos y el corazón como no lo había hecho la vida de Jesús.
Se nos dice más adelante que los discípulos eran como unos 120. Probablemente ninguno de ellos había salido nunca de Palestina, donde había unos 4.000.000 de judíos. Es decir, que eran menos del 1 por cada 30.000; como 5 creyentes en Orense, y algo así como 100 creyentes en una ciudad como Madrid o Barcelona. Y sin embargo, esas 120 personas habrían de ir a evangelizar al mundo entero. Si ha habido algo en el mundo que haya tenido un principio pequeño, ha sido la Iglesia Cristiana.
 Tal vez seamos los únicos cristianos en el pueblo, taller, o en la fábrica, o en la oficina en que trabajamos, o en el círculo en el que nos movemos. Aquellos discípulos se enfrentaron con su tarea valerosamente,' y eso es lo que debemos hacer nosotros; y tal vez seamos el principio pequeño de la extensión del Evangelio en nuestra esfera.

Esta es la última vez que María se menciona en el Nuevo Testamento. La madre de Jesús era simple y sencillamente una fiel seguidora de Jesucristo. Si Dios hubiera tenido otros planes para María -- algún papel especial en la iglesia -- aquí en este texto habría sido muy apropiado revelarlo.  Toda la tradición de la Iglesia Católica Romana acerca de María (la llamada Concepción Inmaculada, la llamada Asunción de María, etc.) no la honra, sino que la desprecia. Son de las fábulas mencionadas por Pablo en 2 Timoteo 4:4.

También los hermanos de Jesús. Durante el ministerio de Jesús estos no creían en El (Juan  7:5); aun "los suyos" creían que Él estaba "fuera de sí" (Marcos 3:21); sin embargo, aquí están con los apóstoles (Hechos 1:14). ¿Cómo se convencieron? Sin duda, por las "pruebas indubitables" (Hechos 1:1-2).    Jacobo, uno de los hermanos de Jesús, era uno de los ancianos de la iglesia de Jerusalén.


¡Maranatha!

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