} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 5 Julio LA BUENA SEMILLA

miércoles, 5 de julio de 2017

5 Julio LA BUENA SEMILLA

Salmo 32; 8

“Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; Sobre ti fijaré mis ojos.”

    Ahora Dios mismo contesta al salmista con la promesa de su dirección. Todo creyente quiere la guía de Dios en su vida, y él promete guiarnos. Nuestro Salvador es nuestro instructor, nos instruye con su Palabra y con el Espíritu Santo. Cuando estamos en comunión con Él, podemos reconocer esta dirección.

Sobre ti fijaré mis ojos indica la delicadeza de esta dirección. Cuando uno está en estrecha comunión con otro, sólo un movimiento de sus ojos indica su deseo.

El creyente debe ser sensible a la voz del Espíritu Santo.
Las palabras del Señor no se tratan de una amenaza, sino de una promesa de un constante cuidado. La enseñanza del Señor no es un dictamen impersonal sino la palabra cariñosa de un Dios que tiene cuidado de los suyos. Por eso, nuestra reacción no debe ser el cumplimiento forzado de una bestia sin entendimiento sino una obediencia cariñosa correspondiente.

A lo largo de los siglos, muchos creyentes agobiados por el conocimiento de sus propios pecados, han encontrado en las palabras de los salmos un rayo de esperanza. Los salmistas elevaron a Dios tanto la profundidad de su dolor y arrepentimiento, como la cima de su gozo al ser perdonados. Se regocijaron al saber que Dios respondería a su confesión y a su arrepentimiento con un perdón completo.
Nosotros, que vivimos del otro lado de la cruz de Cristo, podemos regocijarnos aún más debido a que comprendemos más. Dios nos ha demostrado que está dispuesto a perdonar, debido a que su juicio sobre el pecado fue satisfecho por la muerte de Cristo en la cruz.

Dios enseña por su palabra y guía con las intimaciones secretas de su voluntad. David da una palabra de advertencia a los pecadores. La razón de esta advertencia es que el camino del pecado terminará ciertamente en dolor.
Aquí hay una palabra de consuelo para los santos. Vean ellos que la vida de comunión con Dios es lo más grato y consolador. Que nos regocijemos en ti, oh Señor Jesús, y en tu salvación; así ciertamente nos regocijaremos.

Cuando leamos estos salmos, veamos la actitud de los salmistas al responder a Dios:
(1) Reconocieron su pecaminosidad y su tendencia para hacer lo incorrecto.
(2) Se dieron cuenta de que el pecado era una rebelión en contra de Dios mismo
(3) Admitieron sus pecados ante Dios
(4) Confiaron en la disposición de Dios para perdonarlos y (5) aceptaron su perdón.

Utilicemos estos salmos como un recordatorio de lo fácil que resulta separarse de Dios y caer en el pecado, y lo que necesitamos para restablecer esa relación.

  Lucas 8; 18

“Mirad, pues, cómo oís; porque a todo el que tiene, se le dará; y a todo el que no tiene, aun lo que piensa tener se le quitará.”

Los apóstoles serían los embajadores de Cristo (2Co_5:20), sus testigos, sus mensajeros. Por eso, era indispensable que oyeran con cuidado la enseñanza de Cristo.   Todos debemos tener cuidado cómo oímos.

Isa_40:21, “¿No sabéis? ¿No habéis oído? ¿Nunca os lo han dicho desde el principio? ¿No habéis sido enseñados desde que la tierra se fundó?” Algunos oyen para ser divertidos.

Eze_33:31-32, “Y vendrán a ti como viene el pueblo, y estarán delante de ti como pueblo mío, y oirán tus palabras, y no las pondrán por obra; antes hacen halagos con sus bocas, y el corazón de ellos anda en pos de su avaricia.   Y he aquí que tú eres a ellos como cantor de amores, hermoso de voz y que canta bien; y oirán tus palabras, pero no las pondrán por obra”. Algunos oyen solamente para criticar al orador.

Mar_12:13, “Y le enviaron algunos de los fariseos y de los herodianos, para que le sorprendiesen en alguna palabra”. Pero algunos oyen de buena gana (Mar_12:37) y con toda solicitud (Hch_17:11).

    Debemos oír como los de Mar_12:37 y los de Berea (Hch_17:11).
Oír para ser bendecidos (Mat_13:16-17).
Oír para tener fe salvadora (Rom_10:17; Stg_1:22).
Oír para no desviarnos (Heb_2:1).
Oír para no ser rechazados (Mat_10:14).
Oír para llevar fruto (Luc_8:15).

Es necesario aprender la enseñanza de Jesús pero también es necesaria ponerla en práctica y enseñarla a otros, pues solamente de esta manera podremos retener lo que hemos aprendido. “En lo espiritual, el permanecer inmóvil es imposible. La persona o gana o pierde; avanza o decae”

Luc_19:26 “Pues yo os digo que a todo el que tiene, se le dará; mas al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará”.
Los apóstoles y otros discípulos de Jesús habían aprendido mucho de sus labios, habiendo seguido con El ya por mucho tiempo, pero ¿Qué tanto pondrían en práctica? ¿Qué tan activos serían en enseñar a otros? De lo que leemos en Hechos de los Apóstoles vemos que a los apóstoles se les dio mucho más, porque ellos mismos eran fieles y con toda diligencia enseñaban la palabra a otros. Aprovecharon su gran bendición y aunque en medio de persecuciones recibieron grandes bendiciones.

Rom_12:6, “De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe;  o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza;  el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría”.

En este texto, como también en 1Co_12:1-31, el apóstol Pablo enseña que todo cristiano tiene su función en el cuerpo de Cristo, y que debe cumplirla con toda diligencia. Nadie debe quejarse de sus pocos talentos. Más bien debe aprovechar lo que tiene y mejorarlo. No todos tienen el talento para dirigir himnos. Si algún hermano tiene ese talento, debe esforzarse para aprender música y el arte de dirigir himnos. No es imposible y vale la pena hacerlo.
No todo el mundo tiene talento para predicar y el hermano que crea que sí lo tiene debe “pagar el precio” para prepararse bien para predicar “públicamente y por las casas” y hacer un buen trabajo predicando todo el consejo de Dios (Hch_20:20; Hch_20:27) y no parcialmente.

    1Ti_4:14, “No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio.   Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos.   Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren”.

El descuidar las bendiciones y responsabilidades que nos da Dios acarrea consecuencias amargas.

En Mat_25:30, que sepamos el hombre condenado aquí ni era borracho ni ladrón, sino “inútil” porque no aprovechó su talento. Aunque tuvo un solo talento, su señor esperaba que produjera por lo menos otro.

    2Ti_1:6, “Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos.  Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio”.

    Lo que Jesús dice es en realidad un principio práctico de la vida. Si uno aprovecha sus bendiciones (salud, fuerza física y mental, dinero, talentos, empleo o negocio, etc.) todo irá en aumento. Tendrá aún más bendiciones. Por el otro lado, si descuida su salud, su dinero, su empleo o negocio, perderá lo que tenía.

     Dos hombres compran casas pequeñas en el mismo barrio. No valen mucho, pero son adecuadas. El uno cuida su casa, la pinta, la cerca, siembra jardín, etc. y el valor de la propiedad sube; un día la vende y compra casa más grande y mejor. El otro descuida su casa, pensando que es muy pequeña y que no vale la pena cuidarla, descuida ventanas quebradas y puertas golpeadas, deja la casa despintada, y el valor va bajando año tras año. Si quisiera venderla nadie se la compraría, pues ya perdió su valor.
    Lo mismo se puede decir de vehículos, muebles, ropa, herramientas, y todas las demás posesiones de la vida. Muchos hablan de “mala suerte” cuando ellos mismos son la “mala suerte”.
    Cuanto más, pues, se puede aplicar al alma. Si perdemos la salud física por descuidarla, ¿qué pasará si descuidamos el alma?
    Por lo tanto, en lugar de envidiar a otros, en lugar de hacer mil excusas, en lugar de hablar de “mala suerte”, seamos sumamente agradecidos y contentos con Dios por todas sus bendiciones y aprovecharlas al máximo, esforzándonos para que Él nos dé más.
    Poner por obra la Palabra de Dios nos ayuda a crecer. Los que aceptan lo que dijo Jesús obtienen un mayor entendimiento, pero los que rehúsan escuchar comprueban que pierden aun lo poco que ya sabían. Se da gran ánimo a los que son oidores fieles de la palabra y hacedores de la obra. Cristo los reconocerá como sus familiares.

Este es un principio físico, mental y espiritual de la vida. Por ejemplo, cuando un músculo se ejercita, crece fuerte; pero uno que no se ejercita crece débil y flácido. Si  no creces espiritualmente  serás débil. Es imposible permanecer así por mucho tiempo. 

Tú que lees esto ¿Qué haces con lo que Dios te ha dado?

¡Maranatha! ¡Sí, ven Señor Jesús!

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