Marcos 16; 3
“Pero decían entre sí: ¿Quién nos removerá la piedra de la
entrada del sepulcro?”
Estas mujeres, andando sin hombres, discuten
entre sí la cuestión de quién removerá la piedra de la entrada del sepulcro.
Ellas estaban preocupadas por nada (y muchos hasta la fecha se ocupan en lo
mismo). Pero sus
temores eran infundados, pues descubrieron que no existía el inconveniente que
anticipaban. "Cuando miraron,
vieron que la piedra estaba rodada...
¡Que emblema tan vivido tenemos en esta simple
narración de lo que muchos cristianos saben por experiencia! Cuantas veces
están los creyentes angustiados y
abatidos anticipándose males, y, no obstante, cuando llega la necesidad, encuentran
removido el obstáculo que temían, y la "piedra rodada y apartada."
Una gran parte de las ansiedades que los
santos experimentan nace de causas que realmente no existen. Nos ponemos a
prever todas las eventualidades que podrán
acontecer en nuestro viaje hacia el cielo; evocamos con nuestra
imaginación todos los obstáculos y peligros nos abrumamos mentalmente con los
cuidados de mañana así come con los de
hoy: y muchas, muchas veces, encontramos al fin que nuestras dudas y alarmas
eran infundadas, y que lo que más temíamos no
ha acontecido jamás. Pidámosle a Dios una fe más práctica; creamos que
no seremos abandonados enteramente cuando marchemos por la senda del deber.
Avancemos por ella decididos, y descubriremos a
menudo que el león que nos cerraba el camino está encadenado, y que lo que nos
parecía un vallado de espinos no es más
que una sombra.
Mateo 28; 5-6
Mas el ángel, respondiendo, dijo a las mujeres: No
temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado.
No está aquí,
pues ha resucitado, como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor.
En el relato de
Mateo de la tumba vacía hay algo que encaja característicamente, y es el hecho
de que María Magdalena y la otra María fueran las primeras en recibir la
noticia del Señor Resucitado y en encontrarse con Él. Ellas habían estado
presentes en el Gólgota; habían estado cuando se Le puso en la tumba, y ahora
recibían la recompensa del amor: ellas fueron las primeras que experimentaron
el gozo de la Resurrección.
Al leer esta
historia de las primeras dos personas del mundo que se encontraron con el hecho
de la tumba vacía y el Cristo Resucitado, tres imperativos parecen descollar.
(i)
Se las desafió a creer. "Venid ved". Las mujeres pudieron
ver la evidencia. La tumba estaba vacía en ese entonces, y lo está también hoy.
La resurrección es un hecho histórico. Aquello era tan alucinante que podría
resultarles increíble. Demasiado bueno para ser verdad. El ángel les recordó la
promesa de Jesús, y las colocó ante la realidad indudable de la tumba vacía. Cada
una de sus palabras era una llamada a creer.
Todavía sigue siendo un hecho
que hay muchos que creen que las promesas de Cristo son demasiado buenas para
ser verdad. Esa vacilación solo se puede disipar creyendo en Su palabra.
(ii) Se las desafió a compartir.
Una vez que ellas habían descubierto por sí mismas el hecho del Cristo
Resucitado, su obligación suprema era proclamarlo y compartirlo con otros.
Tuvieron el encargo de esparcir el gozo de la resurrección. Nosotros también
tenemos la responsabilidad de esparcir las buenas nuevas de que Jesús ha
resucitado.
Es el primer mandamiento que recibe todo
aquel que ha descubierto la maravilla del Jesucristo Que ha vencido a la
muerte.
(iii) Se
las desafió a regocijarse.
El saludo del Cristo Resucitado fue: Jaírete; esa era la palabra
normal de saludo; pero su sentido literal es " ¡Regocijaos!» La persona
que ha encontrado al Señor Resucitado recibe el privilegio de vivir para
siempre en el gozo de Su presencia, de la que ya nada la puede separar. La
realidad de la resurrección trae gozo, no temor. Cuando sienta miedo, recuerde
la tumba vacía.
La
resurrección de Jesús es lo fundamental en la fe cristiana. ¿Por qué?
(1) "Como dijo", Jesús resucitó de la muerte. Podemos tener
la más absoluta seguridad de que cumplirá sus promesas.
(2) La resurrección corporal de
Jesús demuestra que el Cristo viviente es soberano en el reino eterno de Dios,
no un falso profeta ni un impostor.
(3) Podemos estar seguros de
nuestra resurrección porque El resucitó. La muerte no es el final: hay una vida
futura.
(4) El poder que hizo volver a
la vida a Jesús está a nuestro alcance para dar vida a nuestra espiritualidad
muerta.
(5) La resurrección es la base
del testimonio de la Iglesia al mundo. Jesús es más que un líder humano: Él es
el Hijo de Dios.
¡Maranatha! ¡Sí, ven Señor Jesús!
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