} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 1 Julio LA BUENA SEMILLA

sábado, 1 de julio de 2017

1 Julio LA BUENA SEMILLA


Salmo 42; 2

“Mi alma tiene sed de Dios, del Dios viviente; ¿cuándo vendré y me presentaré delante de Dios?”

Así como la vida de un ciervo depende del agua, nuestras vidas dependen de Dios. Los que lo buscan y desean comprenderlo encontrarán una vida que no tiene final.

Al sentirse separado de Dios, este salmista no descansaría hasta que su relación con El se restaurara porque sabía que su vida dependía de ello.
El salmista aparentemente está desterrado y se siente alejado de Dios. Está en un lugar montañoso y seco (al este del Jordán, la parte al norte). Compara su ansia por la comunión con Dios con lo que siente el venado cuando no puede encontrar agua. Esta manera tan sincera e intensa de expresar su anhelo de mayor comunión con Dios sólo puede surgir de una persona de fe profunda en Dios.

El creyente verdadero siempre anhela comunión con Dios.
El Dios vivo es la fuente de agua viva. Uno que ha experimentado el gozo de la comunión con Dios, nunca estará satisfecho sin esta comunión. Cuando algo la interrumpe el creyente siente tristeza.
Las almas vivas nunca pueden descansar en otra parte que no sea el Dios vivo. Comparecer ante el Señor es el deseo del justo y es el terror del hipócrita.

Nada es más penoso para el alma creyente que lo que se concibe para quitarle su confianza en el Señor.
No era el recuerdo de los placeres de la corte lo que afligía a David, sino el recuerdo de la entrada libre que tenía a la casa de Dios, y su deleite de estar en ella.
  Cuando el alma reposa en sí misma se hunde; si se aferra del poder y la promesa de Dios, mantiene la cabeza por encima de las grandes olas.
Y qué apoyo tenemos en los ayes del presente, sino que tengamos consuelo en Él. Tenemos grandes causas para llorar por el pecado, pero la depresión procede de la incredulidad y de una voluntad rebelde; por tanto, debemos esforzarnos y orar en contra de ella.

Salmo 63; 1

“Salmo de David, cuando estaba en el desierto de Judá. Oh Dios, tú eres mi Dios; te buscaré con afán. Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela cual tierra seca y árida donde no hay agua.”

David estaba demasiado solo cuando se escondía de sus enemigos en el árido desierto de Judea.
Estaba muy solo. Deseaba un amigo en el que confiar para aliviar su soledad. No hay duda de por qué clamó: "Dios mío[...] mi alma tiene sed de ti[...] en tierra seca y árida".

Si tú, que lees esta meditación, estás solo o tienes sed de algo duradero en tu vida, recuerda la oración de David. ¡Únicamente Dios puede satisfacer nuestros deseos más profundos!
Mis prioridades están claras. Dios es conocido personalmente, recibe prioridad en el día y en los anhelos.  Temprano yo le buscaré de madrugada, en el silencio de la noche, donde sea. El cristiano verdadero dedica a Dios la hora más temprana. Abre los ojos de su entendimiento con los de su cuerpo, y cada mañana se despierta a la justicia.
Se levanta con la sed de las consolaciones que el mundo no puede dar, y tiene el recurso inmediato de la Fuente del agua de vida por medio de la oración.

El creyente verdadero está convencido de que nada de este mundo pecador puede satisfacer las necesidades y los deseos de su alma inmortal; él espera su felicidad de Dios, como porción suya.

Cuando la fe y la esperanza se ejercen más, el mundo parece un desierto agotado y el creyente anhela los goces del cielo, de los cuales tiene algunos anticipos en las ordenanzas de Dios sobre la tierra.

¡Oh Dios, tú eres mi Dios! ¡Qué privilegio poder decir esto! El que más conoce a Dios, más lo busca. 

¡Maranatha! ¡Sí, ven Señor Jesús! 

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