} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: CARTA DEL APOSTOL PABLO A LOS ROMANOS 12; 9-21

martes, 20 de diciembre de 2022

CARTA DEL APOSTOL PABLO A LOS ROMANOS 12; 9-21

 

Romanos 12; 9-21

El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno. Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros. En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor; gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración; compartiendo para las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad. Bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis. Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran. Unánimes entre vosotros; no altivos, sino asociándoos con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión. No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza. No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.

 

 

Pablo ofrece a sus amigos diez reglas telegráficas para la vida ordinaria y cotidiana. Vamos a considerarlas una a una.

 

(i) El amor debe ser absolutamente sincero. No debe tener nada de hipocresía, ni de apariencia, ni de segundas intenciones. Hay tal cosa como un amor interesado que da afecto con un ojo y mira la ganancia con el otro. Hay tal cosa como un amor egoísta cuya meta es recibir más de lo que se da. El amor cristiano está limpio de egoísmo; es dar el corazón antes que nada.

(ii) Debemos aborrecer lo malo y adherirnos a lo bueno. Se ha dicho que nuestra única seguridad frente al pecado está en que nos repela.  Las palabras que usa Pablo son fuertes. Se ha dicho que ninguna virtud es fuerte si no es apasionada. Una persona no tiene estabilidad si todo lo que hace es evitar prudentemente el mal y calcular su adhesión al bien; debe odiar el mal y amar el bien. De una cosa tenemos que estar seguros: lo que muchos odian no es el mal, sino sus consecuencias. Nadie es realmente bueno si lo es sólo porque teme las consecuencias de ser malo. El camino a la verdadera bondad no es temer las consecuencias de la deshonra, sino amar apasionadamente la honra.

(iii) Debemos ser afectuosos en nuestro amor a los hermanos. La palabra que usa Pablo es filostorgos, y storgué es la palabra griega para el amor de la familia. Debemos amarnos porque somos de la familia. No somos extraños para los demás de la iglesia, ni ellos para nosotros. Y mucho menos unidades aisladas. Somos hermanos y hermanas porque tenemos un mismo Padre, Dios.

(iv) Debemos conceder prioridad a los demás en el honor. Más de la mitad de los problemas que surgen en las iglesias es por los derechos y los privilegios y los prestigios. A alguien no se le ha respetado el puesto; se ha olvidado a alguien o no se le han dado las gracias. La señal del verdadero cristiano ha sido siempre y debe ser la humildad.  No es fácil ceder a otro el puesto de honor. Hay lo bastante del hombre natural en nosotros como para querer que se nos ponga por delante; pero el cristiano no tiene derechos; sólo deberes.

(v) No debemos ser perezosos en lo que requiere celo. Hay una cierta intensidad en la vida cristiana; no hay lugar para el letargo. El cristiano no puede echarle pachorra a las cosas, porque el mundo es siempre un campo de batalla entre el bien y el mal, el tiempo es corto y la vida es una preparación para la eternidad. El cristiano se puede consumir, pero no oxidar.

(vi) Debemos mantener el espíritu al rojo vivo. El único al que el Señor Resucitado no podía aguantar era el que no era ni caliente ni frío. Ahora la gente mira con sospecha a los entusiastas; el grito de batalla moderno es: «¡Me importa un rábano!» Pero el cristiano lo toma desesperadamente en serio; está ardiendo para Cristo.

(vii) La séptima advertencia de Pablo puede querer decir una de dos cosas. Los manuscritos antiguos oscilan entre dos lecturas: unos ponen «Servid al Señor», y otros «Servid al tiempo», es decir, «No dejéis escapar las oportunidades.» La razón por la que hay estas variantes es que todos los antiguos amanuenses usaban abreviaturas. Una de las más corrientes era omitir las vocales -como se hace ahora en taquigrafía- y colocar una tilde sobre las restantes letras. Ahora bien: la palabra para Señor es Kyrios, y la de tiempo es kairós; así es que las dos se abreviaban krs. En una sección tan llena de consejos prácticos es lo más probable que Pablo estuviera diciéndoles a sus amigos: «Aprovechad las oportunidades que se os presenten.» La vida nos ofrece toda clase de oportunidades -de aprender algo nuevo, o de podar algo viejo o infructuoso; de dar una palabra de ánimo, o de advertencia; de ayudar, o de consolar. Una de las tragedias de la vida consiste en dejar escapar estas oportunidades que, en la misma forma, no se nos volverán a presentar. Como dice un refrán: «Hay tres cosas que no vuelven: la flecha que se tira, la palabra que se dice y la oportunidad que se pierde.»

(viii) Tenemos que regocijarnos en la esperanza. Cuando Alejandro Magno estaba haciendo los planes para una de sus campañas en Oriente, estaba repartiendo toda clase de regalos entre sus amigos. En su generosidad ya había dado casi todas sus posesiones. " Señor -le dijo uno de sus amigos-, no te va a quedar nada.» «¡ Sí! -contestó Alejandro-. Me quedarán mis esperanzas.» El cristiano es optimista por naturaleza. Simplemente porque Dios es Dios, el cristiano siempre está seguro de que lo mejor está por venir. No le va aquello del poeta de que «cualquiera tiempo pasado fue mejor.» Como sabe que la Gracia de Dios es siempre suficiente, y que la potencia de Dios se perfecciona en nuestras debilidades, el cristiano sabe que ninguna tarea le vendrá grande. "No hay situaciones desesperadas en la vida; lo que hay son personas que han perdido la esperanza.» No existe tal cosa como un cristiano desesperado o desesperanzado.

(ix) Tenemos que enfrentarnos con la tribulación con victoriosa entereza. Alguien le dijo una vez a un hidalgo sufridor: «El sufrimiento le da color a la vida, ¿verdad?» A lo que él contestó: "Sí; pero yo elijo los colores.» Cuando se cernía sobre Beethoven la terrible perspectiva, ya segura, de una sordera total, dijo: «Cogeré a la vida por el cuello.»

Cuando Nabucodonosor arrojó a los tres israelitas al «horno de fuego ardiendo», se maravilló de que no sufrieran ningún daño, y preguntó si no habían arrojado a tres hombres atados. Cuando le dijeron que sí, él añadió: «Pues yo veo a cuatro, sueltos, andando por las Vainas tan campantes; y el Cuarto tiene el aspecto de un "hijo de los dioses"». El cristiano se puede enfrentar con lo que sea, siempre que sea con Jesús.

(x) Hemos de ser constantes en la oración. ¿No es verdad que a veces en la vida se nos pasan los días y hasta las semanas sin hablar con Dios? Cuando un cristiano deja de orar, se despoja de la armadura del Todopoderoso. No hay que sorpren- derse de que la vida se desmorone cuando nos empeñamos en vivirla solos.

(xi) Hemos de compartir lo que tengamos para ayudar a los hermanos necesitados. En un mundo consumista que no piensa más que en conseguir, el cristiano está dispuesto a dar, porque sabe que " perdemos lo que retenemos y tenemos lo que damos.»

(xii) El cristiano ha de estar dispuesto a ofrecer hospitalidad. Una y otra vez insiste el Nuevo Testamento en este deber de la puerta abierta (Hebreos_13:2 No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles; 1 Timoteo_3:2 Pero es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar; Tito1:8 sino hospedador, amante de lo bueno, sobrio, justo, santo, dueño de sí mismo; 1Pedro 4:9 Hospedaos los unos a los otros sin murmuraciones. ). El traductor inglés Tyndale usaba una palabra magnífica cuando ponía aquí que el cristiano debe tener una disposición de puerto. Un hogar no puede ser nunca feliz si es egoísta. El Cristianismo es la religión de la mano abierta, el corazón abierto y la puerta abierta.

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