Salmo 107; 10-14
Moradores de tinieblas y de sombra
de muerte, prisioneros en miseria y en cadenas,
porque fueron rebeldes
a las palabras de Dios y despreciaron el consejo del Altísimo;
humilló pues, sus
corazones con trabajos, tropezaron y no hubo quien los socorriera.
Entonces en su angustia
clamaron al SEÑOR y El los salvó de sus aflicciones;
los sacó de las
tinieblas y de la sombra de muerte y rompió sus ataduras. LBLA
En el jardín el propósito de la serpiente fue que la palabra de Dios
pareciera anormalmente restrictiva, negando sin razón la libertad humana.
Demasiado tarde aprendieron el hombre y su mujer que era únicamente por medio
de comprometerse a obedecer la palabra de Dios que disfrutarían de libertad. La
rebelión contra la palabra produce esclavitud. El versículo 11 dice por qué estaban oprimidos, pues se habían
alejado de Dios. Pero la misericordia de Dios es más grande que la maldad y el
juicio, pues siempre oye al que clama con humildad y con fe. Esto explica
nuestra condición. Nunca sabremos
cuántas veces la misericordia divina nos protege de los resultados de nuestras
propias decisiones equivocadas, pero, a veces, con igual misericordia, se baja
la barrera y experimentamos la amarga esclavitud que nos hemos causado a
nosotros mismos. Aun entonces podemos orar
y encontrar que en cierta medida
ahora más su realidad total entonces (Fil. 3:20, 21)
la gracia responde a la oración pidiendo liberación.
Ahora el espacio no es tan
grande como para que se pierdan, más bien están atados; el ser humano o está
perdido en un mundo demasiado grande o atrapado en un espacio demasiado
pequeño. El salmista puede pensar en la opresión del cautiverio; lo cierto es
que todo tipo de opresión encadena a la persona y la condena a la oscuridad. El
caso desesperado es el del prisionero encerrado en sombrías mazmorras sin esperanza de liberación, sumido en la
mayor miseria de toda índole, física y moral. En realidad, para el
salmista esto estaba bien merecido por haber abandonado los preceptos divinos.
Sin duda que piensa en las infidelidades de sus compatriotas, merecedores, con
sus transgresiones, de la cautividad. Pero
Dios no desampara al que le pide auxilio arrepentido de sus pecados.
Así, en el caso presente oyó la súplica de los encarcelados y los salva de su
penosa situación. Por ello deben dar las más encendidas gracias a Yahvé, que
tiene tal providencia sobre los seres humanos. A su omnipotencia ceden las puertas
de bronce y los cerrojos de hierro.
La liberación que Dios da
consiste en romper las cadenas y librar al prisionero de las tinieblas de la
prisión.
El pecador despertado descubre su culpa y su miseria. Habiendo luchado
en vano por liberación, él halla que no hay socorro para él sino en la
misericordia y la gracia de Dios. Su pecado es perdonado por el Dios
misericordioso y Su perdón va acompañado por la liberación del poder del pecado
y Satanás y por las influencias santificadoras y consoladoras de Dios Espíritu Santo.
¡Maranata! ¡Sí, ven Señor Jesús!
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