} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: LA PALABRA DE DIOS NO ESTÁ PRESA

domingo, 11 de febrero de 2018

LA PALABRA DE DIOS NO ESTÁ PRESA




Filipenses 1; 12-14

Y quiero que sepáis, hermanos, que las circunstancias en que me he visto, han redundado en el mayor progreso del evangelio,
   de tal manera que mis prisiones por la causa de Cristo se han hecho notorias en toda la guardia pretoriana y a todos los demás;
   y que la mayoría de los hermanos, confiando en el Señor por causa de mis prisiones, tienen mucho más valor para hablar la palabra de Dios sin temor.

  Pablo estaba preso; pero, lejos de que esa circunstancia pusiera fin a su actividad misionera, la extendió, tanto por su parte como por la de otros. De hecho, las cadenas echaron abajo las barreras. La palabra que usa Pablo para el avance del Evangelio es sumamente gráfica: prokopé, que es la que se usaría para el avance de un ejército o de una expedición militar. Es el nombre del verbo prokóptein, que quiere decir cortar avanzando, que se usa para cortar los árboles y la maleza y derribar las barreras a medida que se produce el avance de un ejército. El encarcelamiento de Pablo, lejos de cerrar la puerta, la abrió a nuevas esferas de trabajo y actividad en las que no habría penetrado de otra manera.
  " Quiero que sepáis ", 1Co_11:3; Col_2:1, una expresión que da más énfasis a lo que dice, tal vez para contestar una pregunta. Pablo escribío esta carta aproximadamente diez años después de haber establecido la iglesia en Filipos. Epafrodito fue enviado por la iglesia a Roma para llevar ayuda a Pablo y para que, en turno, pudiera traer informes a la iglesia de la condición de Pablo. Los filipenses lo amaban mucho, y habiendo aprendido de sus prisiones, querían saber de él y también de la causa de Cristo.
 “hermanos ", una palabra que tenía significado muy importante para Pablo. Hoy en día esta palabra se usa tan ligeramente entre gente latina que prácticamente ha perdido su importancia. Todo el mundo es "hermano", y no tiene ni la importancia de "amigo" porque a muchos se les dice "hermano" cuando son totalmente desconocidos. ¡Es una lástima!
            También algunos acostumbran decir "hermanos" a los "evangélicos" simplemente porque a nosotros nos dicen "hermanos", y si alguna persona está asistiendo a las reuniones de la iglesia y aceptando estudios en el hogar, para tales hermanos éstos ya son "hermanos". De esta manera una palabra bíblica pierde su significado especial (1Pe_4:11). Es mi hermano el que obedece al evangelio de Cristo y llega a ser hijo de Dios. Si él es hijo de Dios y si yo soy hijo de Dios, los dos somos hermanos.
            Es verdad que los apóstoles decían "hermanos" a los judíos, porque éstos eran hijos de Dios bajo la ley de Moisés. Durante el tiempo de la predicación apostólica que se registra en Los Hechos, les llaman "varones hermanos" y se convirtieron muchos de ellos. Pero esta relación no se puede comparar con la relación entre cristianos y evangélicos o simpatizadores. Estos llegan a ser nuestros hermanos cuando obedecen al evangelio.
  Acusaciones falsas que le obligaron a apelar a César (Hch_28:17-19), encarcelamientos, sufrimientos, persecuciones, en fin, todos los eventos narrados por Lucas desde Hch_21:1-40 hasta Hch_28:1-31, y también mencionados en las cartas de Pablo mismo (1Co_4:9-13; 2Co_11:24-28). Es importante observar en este texto que aunque Pablo se refiere a "las cosas que me han sucedido", el tema no es Pablo y sus sufrimientos, sino el efecto de tales cosas sobre el evangelio. El pensamiento principal es que el encarcelamiento de Pablo había obrado siempre para la gloria de Cristo. Lo que se había aprendido fue que Pablo no era un prisionero político común y corriente, y que no había cometido ningún crimen, sino que todo lo que sufría fue causado por su relación con Cristo.

Pablo, viendo que no podía esperar justicia en Palestina, había apelado a César, cosa que podía hacer cualquier ciudadano romano. A su debido tiempo le habían despachado para Roma bajo escolta militar; y, cuando llegó allí, le dejaron al cuidado del " capitán de la guardia» y le permitieron vivir por su cuenta al cuidado de un soldado de guardia (Hec_28:16). Por último, aunque seguía bajo guardia, se le permitió estar en una casa de alquiler (Hec_28:30), lo que le permitía recibir a todos los que quisieran visitarle.
La palabra que hemos traducido por la guardia pretoriana es praitórion, que puede referirse o a un lugar o a un grupo de personas.
Cuando se refiere al lugar tiene tres significados. (i) En su origen quería decir el puesto de mando de un general en campaña, la tienda desde la que daba las órdenes y dirigía las operaciones. (ii) De ahí pasó naturalmente a significar la residencia del general, que podía querer decir la del emperador; es decir, su palacio, aunque son raros los ejemplos de este uso. (iii) Con otro paso natural llegó a significar una mansión extensa o villa, la residencia de alguna persona rica e influyente. Aquí praitórion no puede tener ninguno de estos significados, porque está claro que Pablo se encontraba en su casa de alquiler, y no hace sentido que su casa estuviera en el palacio del emperador.
Así es que pasamos al otro sentido de praitórion: un cuerpo de personas, la guardia pretoriana, o más raramente su cuartel. Podemos dejar de lado este último significado porque no hace sentido que Pablo tuviera una residencia alquilada en el cuartel romano.
La guardia pretoriana era la guardia imperial romana. La había instituido Augusto, y constaba de un ejército de diez mil soldados escogidos. Augusto los había mantenido dispersos por toda Roma y las ciudades circundantes. Tiberio los había concentrado en Roma en un campamento especialmente construido y fortificado. Vitelio había aumentado su número a dieciséis mil. Tenían un servicio de doce, y luego de dieciséis años. Cuando se licenciaban recibían la ciudadanía romana y una cantidad de dinero equivalente a 250€. (Pero recuérdese que el sueldo de un obrero era de 0.02€ al día). Posteriormente llegaron a ser algo así como el cuerpo de guardia especial del emperador; y finalmente se convirtieron en todo un problema, porque estaban concentrados en Roma, y llegaron a ser los que quitaban y ponían emperador, porque era su candidato el que quedaba elegido siempre, ya que podían imponérsele a la fuerza al populacho si era necesario. Fue al prefecto de la guardia pretoriana, el comandante en jefe, al que entregaron a Pablo cuando llegó a Roma.

  Aunque Pablo llegó a Roma en cadenas, no dejó de predicar el evangelio (Hch_28:19; Hch_28:30-31). La cárcel no era impedimento a la proclamación del evangelio; aun podía evangelizar la casa de César. Por eso Pablo podía hablar del "progreso" del evangelio.   Pablo estaba en cadenas pero "la palabra de Dios no está presa", 2Ti_2:9.  
       Pablo dice que estaba prisionero o en cadenas. Les dice a los cristianos Romanos que, aunque no ha hecho nada malo, fue entregado prisionero a manos de los Romanos (Hec_28:17). En Filipenses menciona varias veces su prisión (Flp_1:7; Flp_1:13-14). En Colosenses dice que está en prisión, o en cadenas, por la causa de Cristo, y les pide a los Colosenses que recuerden sus cadenas (Col_4:3; Col_4:18). En Filemón se llama a sí mismo prisionero de Jesucristo, y habla de las cadenas del Evangelio (Flm_1:9; Flm_1:13). En Efesios vuelve a llamarse prisionero de Jesucristo (Efe_3:1).
Hay dos pasajes en los que estas cadenas se definen más exactamente. En Hec_28:20  habla de sí mismo como sujeto con esta cadena; y usa la misma palabra (halysis) en Efe_6:20, cuando se llama embajador en cadenas. Es en esta palabra halysis en la que encontramos la clave. La halysis era la cadena corta que unía la muñeca del prisionero a la del soldado que le guardaba para que no se pudiera escapar. La situación era la siguiente: habían entregado a Pablo al capitán de la guardia pretoriana, a la espera de que le juzgara el Emperador; se le había permitido alquilar una casa; pero, aun allí, había siempre un soldado custodiándole, encadenado con él mediante una halysis todo el tiempo. Habría, por supuesto, una lista de guardias que se turnaban en este servicio; y en los dos años, uno tras otro, todos los soldados de la guardia imperial habrían estado de guardia con Pablo. ¡Qué preciosa oportunidad! Aquellos soldados oirían a Pablo predicar y hablar con sus amigos. Sin duda durante las largas horas de la guardia Pablo iniciaría la conversación acerca de Jesucristo con el soldado de turno al que estaba encadenado.
La cárcel le había ofrecido la oportunidad de predicar el Evangelio al regimiento más selecto del ejército romano. No es extraño que declarara que sus cadenas se habían hecho famosas en el pretorio y habían supuesto una oportunidad única para el avance del Evangelio en ese frente. Toda la guardia pretoriana sabría por qué estaba preso Pablo; muchos de los soldados habrían entrado en contacto con Cristo; y el saberlo habría dado a los hermanos de Filipos un nuevo coraje para predicar el Evangelio y testificar de Cristo.
Las cadenas de Pablo habían quitado las barreras y le habían dado acceso a la flor y nata del ejército romano, y sus cadenas habían sido la pócima de coraje que necesitaban los hermanos de Filipos.

¿Por qué permitió Dios que el apóstol Pablo, poderoso embajador a los gentiles, quedara "inmovilizado" (en cadenas) en tiempos tan importantes para el evangelio? El Señor dijo a Ananías (Hch_9:15) acerca de Pablo, "instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel". ¿Cómo podía Pablo predicar a Félix, a Festo, a Agripa y aun a los de la casa de César? ¿Cómo podía Dios abrir la puerta para que Pablo predicara a tales hombres eminentes? ¿Cómo podía Dios quitar los obstáculos puestos por Satanás para que el evangelio no avanzara? Simplemente por medio de convertir los obstáculos en oportunidades. Los impedimentos llegaron a ser pasaderas o escalones para que el evangelio siguiera adelante. Es otro ejemplo de la providencia de Dios. El diablo piensa obrar en contra nuestra, pero Dios lo convierte en bendición para nosotros. Cuando José se dio a conocer a sus hermanos, les dijo, "Ahora, pues, no os entristezcáis, ni os pese de haberme vendido acá; porque para preservación de vida me envió Dios delante de vosotros... Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien" (Gén_45:5; Gén_50:20).
            Pablo entendió esto. Entendió que no podía predicar a los gobernadores y reyes como hombre libre, sino solamente como preso. Pero "la palabra de Dios no está presa" (2Ti_2:9; Isa_40:8; Isa_55:11). Hubo conversos aun en "la casa de César" (4:22), y el César de ese tiempo era el famoso Nerón, que con tanta furia persiguió a la iglesia.


  Ya había una iglesia en Roma antes de llegar Pablo. Les escribió una carta antes de conocerles (Rom_1:9-13). Al acercarse Pablo a Roma, "de donde, oyendo de nosotros los hermanos, salieron a recibirnos hasta el Foro de Apio y las Tres Tabernas; y al verlos, Pablo dio gracias a Dios y cobró aliento" (Hch_28:14-15). Tenía gran deseo de conocerlos en persona. También cuando Pablo predicó a los judíos en Roma, "algunos asentían a lo que decía" (Hch_28:24). Lucas termina el libro de Hechos informándonos que "Pablo permaneció dos años enteros en una casa alquilada, y recibía a todos los que a él venían, predicando el reino de Dios y enseñando acerca del Señor Jesucristo, abiertamente y sin impedimento" (Hch_28:30-31).
  El buen ejemplo es un sermón poderoso. Es muy posible que, antes de llegar Pablo, los hermanos hubieran sido un poco intimidados por los romanos y otros perseguidores, pero al ver la conducta de él se animaron, sabiendo bien que él estaba "puesto para la defensa del evangelio". Toda la historia de Pablo les animó. Sabían del naufragio (Hch_27:1-44) y cómo el Señor estaba con Pablo para sostenerle. Sin duda Pablo repetía a muchos lo que está escrito en Hechos, de cómo Dios estaba con él y cómo estaba completamente confiado en el Señor (Hch_27:23-25). Podían ver que también en Roma Pablo creía y decía que "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece". Había mucho en Pablo y en sus prisiones para animar y motivar a los hermanos. ¡Qué ejemplo!
              Es lo que pasó con Pedro y Juan: cada vez que les echaron a la cárcel salieron más valientes (Hch_4:1-37; Hch_5:1-42). Lo mismo sucede ahora. Es importante que haya hermanos en cada congregación que hablen con denuedo por Cristo. ¿Por qué hay tantos hermanos callados? No lo entiendo. Debemos abrir la boca (Hch_8:35).

 ¡Maranata!

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