} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: FILOSOFÍAS HUMANAS CONTRA CRISTO

domingo, 25 de febrero de 2018

FILOSOFÍAS HUMANAS CONTRA CRISTO



1 Jn 4; 1-3
   Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus para ver si son de Dios, porque muchos falsos profetas han salido al mundo.
   En esto conocéis el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios;
   y todo espíritu que no confiesa a Jesús, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, del cual habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo.

1Jn 4:6  Nosotros somos de Dios; el que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el espíritu de la verdad y el espíritu del error.

        Con ánimo de ser constructivo y edificar la vida espiritual para un mayor conocimiento de Cristo, me atrevo a decir, qué el culto de la mañana donde se celebra la Mesa del Señor no es el momento para ponerse a disertar sobre el “Docetismo” desde un púlpito, a no ser que  con ello se trate de impresionar a los escuchantes. No todo el mundo tiene la misma madurez para poder entender esa corriente herética derivada del gnosticismo. El conocimiento intelectual en nada aprovecha si no se refleja en una vida de humildad. Cuando lo que se refleja es orgullo por pertenecer a l “grupo de liderazgo”, es síntoma de haber entrado en un bucle, que sólo podemos apreciar quienes hemos pasado por la misma situación, y que por la gracia de Dios y el auxilio del Espíritu Santo, hemos dejado atrás. Como el mal aliento, que lo soportan quienes no rodean pero el que lo emite , ni se inmuta. La soberbia espiritual es mala consejera y raíz de todos los males que afrontan las iglesias evangélicas. Creo necesario hacer un alto, y mirarnos en el espejo de la Palabra de Dios en la Biblia para ser escudriñados hasta el tuétano y sea revelado nuestro verdadero estado, y no aquél que queremos aparentar. No es lo mismo “ser” que “parecer”. Puedo ir a la congregación, llevar una Biblia en la mano, decir palabras piadosas, hacer muchas cosas “para el Señor” y NO SER nacido de nuevo (Mat 25; 11-12) (Luc 13; 23-27) ( Jn 15; 5-6)

Para Juan, la fe cristiana se podía resumir en una sola frase: " La Palabra se hizo carne, y habitó entre nosotros» (Jn_1:14). Cualquier espíritu que negara la realidad de la Encarnación, no procedía de Dios. Juan establece dos pruebas de fe.

 Para que se vea que es de Dios, un espíritu debe reconocer que Jesús es el Cristo, el Mesías. Según lo veía Juan, el negarlo sería negar tres cosas acerca de Jesús.
(a) Sería negar que Él es el centro de la Historia, Aquel para quien toda la Historia anterior había sido una preparación.
(b) Sería negar que Él es el cumplimiento de las promesas de Dios. A lo largo de todas sus luchas y sus derrotas, los judíos se habían adherido a las promesas de Dios. Negar que Jesús es el Mesías prometido es negar que esas promesas sean verdad.
(c) Sería negar Su Reino. Jesús vino, no sólo a sacrificarse, sino a reinar; y negar Su mesiazgo es excluirle de Su realeza esencial.

      Para proceder de Dios un espíritu debía reconocer que Jesús ha venido en la carne. Era precisamente esto lo que los gnósticos no podrían aceptar nunca. Puesto que, según su punto de vista, la materia era totalmente mala, una Encarnación real era totalmente imposible, porque Dios nunca podría asumir la carne. Agustín habría de decir más tarde que podría encontrar paralelos en los filósofos paganos para todo lo del Nuevo Testamento excepto una cosa: " El Logos Se hizo carne.» De acuerdo con el punto de vista de Juan, el negar la completa humanidad de Jesucristo era atacar la fe cristiana en sus mismas raíces.

El negar la realidad de la Encarnación tiene ciertas consecuencias definidas.

  Es negar que Jesús pudiera ser nunca nuestro ejemplo. Si no era realmente un hombre, viviendo en las mismas condiciones humanas, no podría nunca mostrar a los hombres cómo vivir.

  Es negar que Jesús pudiera ser el Sumo Sacerdote Que abre el acceso a Dios. El verdadero Sumo Sacerdote, como vio el autor de la Carta a los Hebreos, debía ser en todas las cosas semejante a nosotros, conociendo nuestras debilidades y nuestras tentaciones (Heb_4:14 s). Para guiar a los hombres a Dios, el Sumo Sacerdote debía ser un hombre; porque, de otra manera, les indicaría un camino que les sería imposible seguir.

  Es negar que Jesús fuera, en ningún sentido real, el Salvador. Para salvar a los hombres tenía que identificarse con los que había venido a salvar.

  Es negar la salvación del cuerpo. La enseñanza cristiana es totalmente clara en que la Salvación es la Salvación de toda la persona, del cuerpo tanto como del alma. El negar la Encarnación es negar la posibilidad de que el cuerpo pueda nunca llegar a ser el templo del Espíritu Santo.

  Con mucho lo más serio y terrible es que sería negar que pueda nunca haber ninguna unión real entre Dios y el hombre. Si el Espíritu es totalmente bueno y el cuerpo es totalmente malo, Dios y el hombre no se pueden encontrar nunca mientras el hombre siga siendo hombre. Se podrían encontrar si el hombre se desprendiera del cuerpo y se convirtiera en un espíritu desencarnado. Pero la gran verdad de la Encarnación es que aquí y ahora puede haber una comunión real entre Dios y el hombre.

No hay nada en el Cristianismo que sea más central que la realidad de la humanidad de Jesucristo.

Juan establece en una gran verdad, y encara un gran problema.

  El cristiano no tiene por qué tenerle miedo al hereje. En Cristo se ganó la victoria sobre todos los poderes del mal. Los poderes del mal Le hicieron todo el mal que pudieron, hasta el punto de matarle en la Cruz; pero Él surgió victorioso. La victoria le corresponde al cristiano. Sea cual fuere el aspecto de las cosas, los poderes del mal están peleando una batalla perdida.   Todo lo que tiene que hacer el cristiano es tener presente la verdad que ya conoce, y aferrarse a ella. La verdad es aquello por lo que viven los hombres; el error es a fin de cuentas lo que hace que los hombres mueran.

  Sigue el problema de que los falsos maestros ni escucharán ni aceptarán la verdad que ofrece el verdadero cristiano. ¿Cómo se puede explicar eso? Juan vuelve a su antítesis favorita: la oposición entre el mundo y Dios. El mundo, como ya hemos visto antes, es la naturaleza humana aparte de Dios y en oposición a Él. El hombre que tiene su origen en Dios recibirá la verdad; el hombre que tiene su origen en el mundo, la rechazará.

Cuando llegamos a pensar en ello, es una verdad obvia. ¿Cómo puede una persona cuya consigna es la competencia empezar a entender una ética cuya clave es el servicio? ¿Cómo puede una persona cuya finalidad es la exaltación del yo, y que mantiene que los más débiles deben ir al paredón, empezar a entender una enseñanza cuyo principio vital es el amor? ¿Cómo puede una persona que cree que este es el único mundo, y que, por tanto, las cosas materiales son las únicas que importan, empezar a entender una vida que se vive a la luz de la eternidad, en la que las cosas invisibles poseen los valores supremos? Una persona no puede escuchar nada más que lo que se ha entrenado a escuchar, y puede estar absolutamente incapacitada para escuchar el mensaje cristiano.

Eso es lo que Juan está diciendo. Ya hemos visto una y otra vez que es característico de él el ver las cosas en blanco y negro. Su pensamiento no se para en matices. Por una parte está el hombre cuya fuente de origen es Dios, y que puede oír la verdad; por otra parte está el hombre cuya fuente y origen es el mundo, y que es incapaz de oír la verdad. Ahí surge un problema que es muy probable que Juan ni siquiera reconociera. ¿Hay personas para las que toda predicación es fatalmente inútil? ¿Hay personas cuyas defensas no se pueden penetrar nunca, cuya sordera no les permite nunca oír, y cuyas mentes están cerradas para siempre a la invitación y al mandamiento de Jesucristo?

La respuesta debe de ser que no hay límites para la gracia de Dios, y que hay tal Persona como el Espíritu Santo. La vida nos enseña que el amor de Dios puede derribar cualquier barrera. Es verdad que una persona se puede resistir; puede que sea verdad que una persona se puede resistir hasta lo último; pero lo que es también verdad es que Cristo está siempre llamando a la puerta de todos los corazones, y es posible que una persona oiga la voz de Cristo, aun por encima de las muchas voces del mundo.

¡Maranata!

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