} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 12 Febrero: Meditando la Palabra de Dios en la Biblia.

lunes, 12 de febrero de 2018

12 Febrero: Meditando la Palabra de Dios en la Biblia.




 Salmo 139; 1
Para el director del coro. Salmo de David. Oh SEÑOR, tú me has escudriñado y conocido

Luego de presentar las sublimes doctrinas de la omnipresencia y la omniscencia de Dios, el salmista le invoca, protestando su inocencia, su aborrecimiento a los impíos, y su pronta sumisión al escudriñamiento más estricto. La amonestación a los inicuos y el consuelo para los piadosos son asimismo las inferencias implicitas de estas doctrinas. Dios tiene un conocimiento perfecto de nosotros, y todos nuestros pensamientos y acciones están abiertos ante Él. Más provechoso es meditar en las verdades divinas aplicándolas a nuestros propios casos, con el corazón elevado a Dios en oración, que con un enfoque mental de curiosidad o de debate. Que Dios sabe todas las cosas, es omnisciente y que esté por doquier, es omnipresente, ambas son verdades reconocidas por todos, pero rara vez creídas correctamente por la humanidad. Dios lleva la cuenta estricta de cada paso que damos, de cada paso bueno y cada paso malo. Él sabe por qué regla andamos, hacia cuál finalidad nos encaminamos, con qué compañía andamos. Cuando soy separado de toda compañía, tú sabes lo que tengo en mi corazón. No hay palabra vana, ni palabra buena en mí sin que sepas qué origen tuvo en mis pensamientos, y con qué intención fue dicha. Dondequiera estemos, estamos bajo el ojo y la mano de Dios. No podemos descubrir cómo Dios nos escudriña; no conocemos cómo somos conocidos. Tales pensamientos debieran evitarnos el pecar.

Algunas veces no consentimos en que la gente nos llegue a conocer por completo porque tememos que descubran algo nuestro que no les guste. No obstante, Dios ya conoce todo acerca de nosotros y aun el número de los cabellos que tenemos en la cabeza (Mat_10:30). Está con nosotros en cada situación, en cada prueba, nos protege, ama, dirige. Nos conoce y ama a plenitud.



Salmo 139; 14-15

Te alabaré, porque asombrosa y maravillosamente he sido hecho; maravillosas son tus obras, y mi alma lo sabe muy bien.
   No estaba oculto de ti mi cuerpo, cuando en secreto fui formado, y entretejido en las profundidades de la tierra.

No podemos ver a Dios, pero Él puede vernos. El salmista no desea irse del Señor. ¿Adónde puedo ir? En los rincones más distantes del mundo, en el cielo o en el infierno, no puedo escapar de tu alcance. Ningún velo puede taparnos de Dios; ni siquiera la oscuridad más densa. Ningún disfraz puede salvar a una persona, o evitar que un hecho sea visto a la verdadera luz por Él. Los acosos secretos del pecado son tan abiertos ante Dios como las villanías más francas. Por otro lado, el creyente no puede ser quitado de la presencia consoladora y sostenedora de su Amigo Omnipotente. Si el perseguidor le quita la vida, su alma ascenderá muy presta al cielo. La tumba no puede separar su cuerpo del amor de su Salvador, que lo levantará como cuerpo glorioso. Ninguna circunstancia externa puede separarlo de su Señor. Mientras esté en la senda del deber, puede estar feliz en cualquier situación por el ejercicio de la fe, la esperanza y la oración.

Cómo es que el Señor me conoce y me rodea? Porque desde la concepción y gestación a lo largo de los días de la vida y más allá en el “despertar” en la eternidad, él es mi Creador-Dueño.   Significa “adquirir una posesión” o sea, comprar (Gén. 25:10; Exo. 15:16); y, en el caso del Señor y el orden creado, “disfrutar de una posesión creativa” (Gén. 14:19, 22). Mis entrañas, “riñones”, el centro de las emociones, el ser sensible.   Mis huesos, la estructura ósea, el ser físico.  Mi embrión. Cada embrión es una persona, una posesión creativa de Dios con sus días planificados por adelantado, una vida ordenada en el cielo para ser vivida sobre la tierra.   

¡Maranata! ¡Sí, ven Señor Jesús!

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