} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: LA CARTA A LA IGLESIA DE PÉRGAMO

martes, 13 de febrero de 2018

LA CARTA A LA IGLESIA DE PÉRGAMO



Apocalipsis 2; 12-17

Y escribe al ángel de la iglesia en Pérgamo: "El que tiene la espada aguda de dos filos, dice esto:
   'Yo sé dónde moras: donde está el trono de Satanás. Guardas fielmente mi nombre y no has negado mi fe, aun en los días de Antipas, mi testigo, mi siervo fiel, que fue muerto entre vosotros, donde mora Satanás.
   'Pero tengo unas pocas cosas contra ti, porque tienes ahí a los que mantienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer cosas sacrificadas a los ídolos y a cometer actos de inmoralidad.
   'Así tú también tienes algunos que de la misma manera mantienen la doctrina de los nicolaítas.
   'Por tanto, arrepiéntete; si no, vendré a ti pronto y pelearé contra ellos con la espada de mi boca.
   'El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al vencedor le daré del maná escondido y le daré una piedrecita blanca, y grabado en la piedrecita un nombre nuevo, el cual nadie conoce sino aquel que lo recibe.' (LBLA)


12 Y escribe al ángel de la iglesia en Pérgamo: "El que tiene la espada aguda de dos filos, dice esto:


      Durante muchos años hubo rivalidad entre Efeso, Esmirna y Pérgamo sobre cuál era la principal ciudad de Asia. No había duda en cuanto a que Pérgamo era el centro de la vida religiosa de la provincia. La ciudad estaba dominada por una gran colina de unos 300 m. sobre el nivel del mar y tenía muchos templos. El más famoso era el de Asclepio el dios de la sanidad, estrechamente asociado con la serpiente, que dio a Pérgamo una reputación similar a la de Lourdes hoy. Había un gran altar a Zeus construido para conmemorar una notable victoria. Lo más importante de todo era que Pérgamo tenía el primer templo de la zona dedicado a Augusto y a Roma, por lo cual se transformó en el centro del culto al emperador en la provincia. Como se trataba de una afiliación tanto política como religiosa creaba problemas especiales para los cristianos. Los títulos de Señor, Salvador y Dios eran aplicados continuamente al emperador, algo que los cristianos no podían menos que resistir a la luz de su exclusiva adhesión correcta a Jesús.


    Pérgamo, en otro tiempo capital del reino de los Atálidas, había conservado hasta esta época algo de su grandeza del pasado, entre otras cosas la grandiosa biblioteca de 200.000 volúmenes. Pero también era el centro de cuatro sectas y rivalizaba con Efeso en su adoración de ídolos. El dios principal de la ciudad estaba simbolizado por una serpiente, y a ese dios se le consideraba el dios de la sanidad. La gente de todas partes iba a Pérgamo en busca de sanidad de parte de ese dios.

  Así como los romanos usaban la espada como señal de autoridad y juicio, Jesucristo muestra su espada aguda de dos filos  que representa la suprema autoridad de Dios y su juicio. También puede representar la separación futura de los creyentes e incrédulos. Los incrédulos no pueden experimentar la recompensa eterna de vivir en el reino de Dios.

  Como el centro de cuatro sectas idolátricas (Zeus, Dionisio, Asclepio y Atena), a Pérgamo se le llamaba "la ciudad donde Satanás tiene su trono". Rodeada del culto a Satanás y al emperador romano como dios, la iglesia de Pérgamo no estuvo dispuesta a negar a Cristo, aun cuando los adoradores de Satanás martirizaron a uno de sus miembros. Nunca es fácil permanecer firmes en contra de las fuertes presiones y tentaciones de nuestra sociedad, pero la alternativa es mortal.
Según Plinio; el pergamino (material de escribir especialmente preparado con pieles de animales) debe su nombre a esta ciudad. Sobre ella descollaba una magnifica acrópolis con templos y palacios; en su falda se alzaba el altar de Zeus (altar de Pérgamo), celebrado ya en la antigüedad. Ya en el año 29 a.C. había erigido la ciudad un templo de Augusto y de Roma, con lo cual vino a ser la sede más antigua del culto al César en Asia Menor. Sin embargo, la mayor importancia correspondía el gran santuario de peregrinación de Asclepio, el dios de la medicina. Al hablarse a continuación del «trono de Satán» pudo pensarse en particular en alguno de los espléndidos edificios cultuales de Pérgamo; sin embargo, es posible que con ello se aludiera muy en general a la atmósfera de la ciudad penetrada de religiosidad pagana, que, como medio en que respiraban y vivían los cristianos, constituían también para ellos una tentación. Aquí se imponía una clara discriminación; por eso se presenta al Señor como portador de la «aguda espada de dos filos».

 Pérgamo era una ciudad peculiarmente llena de maldad, como si tuviera Satanás su trono allí. Era un centro de culto a César, y de idolatría con sus prácticas sensuales. Los cristianos que no fueron seducidos, sí fueron perseguidos.
Pérgamo ocupaba un lugar único en Asia. No se encontraba en ninguna de las grandes carreteras como Éfeso y Esmirna; pero históricamente era la ciudad más importante de Asia. Estrabón la llamaba " ciudad ilustre» (epifanés), y Plinio «con mucho la ciudad más famosa de Asia» (longe clarissimum Asiae). La razón era que, en el tiempo en que estaba escribiendo Juan, Pérgamo hacía casi cuatrocientos años que era la capital. Allá por el año 282 a C. se la hizo la capital del reino de los Seléucidas, una de las partes en que se desmembró el imperio de Alejandro Magno, y siguió siendo la capital hasta el año 133 a C., año en que murió Atalo III dejándole sus dominios a Roma. De esos dominios Roma formó la provincia de Asia, y Pérgamo siguió siendo la capital.
Su posición geográfica aún hacía a Pérgamo más impresionante. Estaba construida en una alta colina cónica que dominaba el valle del río Caico, desde la cima de la cual se podía ver el Mediterráneo a veinticinco kilómetros.  Se la describe de la manera siguiente: «Más que todas las otras ciudades de Asia Menor, Pérgamo le da la impresión al viajero de ser una ciudad regia, la sede de la autoridad; la colina rocosa sobre la que está construida es tan imponente que domina la amplia llanura del Caico orgullosa y agresivamente.» La Historia y el honor se dieron cita alrededor de Pérgamo. Resumamos sus características sobresalientes.
(i) Pérgamo no podría llegar nunca a tener la importancia comercial de Éfeso o de Esmirna, pero como centro cultural las sobrepasaba a ambas. Era famosa por su biblioteca, que contenía no menos de 200,000 rollos de pergamino. Sólo la superaba la biblioteca realmente única de Alejandría.
Es interesante advertir que la palabra pergamino se deriva de Pérgamo. En el mundo antiguo se llamaba hé pergaméné jarta, la hoja pergamina, nombre que tiene una historia interesante. Durante muchos siglos, los antiguos rollos, los antepasados de los libros, se escribían en papiros, hojas hechas de la médula de unos juncos grandes que crecían en las orillas del Nilo. Se extraía la médula, se cortaba en tiras, se prensaba y suavizaba, y así se obtenía un producto parecido al papel de estraza, que era lo que se usaba universalmente para escribir. En el siglo IV a C., un rey de Pérgamo llamado Eumenes estaba muy interesado en hacer la biblioteca realmente extraordinaria. Con este fin persuadió a Aristófanes de Bizancio, que era el bibliotecario de Alejandría, para que se viniera a la de Pérgamo. Tolomeo de Egipto, furioso, metió rápidamente en la cárcel a Aristófanes y sometió a embargo las exportaciones de papiros a Pérgamo. Ante esa situación, los eruditos de Pérgamo inventaron el pergamino o vitela, que se hace de piel de animales, especialmente de oveja y cabra, suavizada y pulimentada. De hecho el pergamino en muy superior al papiro para conservar la escritura y, aunque no inmediatamente, llegó por último a desplazar al papiro.
(ii) Pérgamo era uno de los grandes centros religiosos. Tenía en particular dos famosos altares. En la carta del Cristo Resucitado se dice que Pérgamo es el lugar donde tiene su sede Satanás. Está claro que esto se refiere  a algo que la Iglesia Cristiana consideraba particularmente malo. Algunos han supuesto que aquí se hace referencia al esplendor religioso de Pérgamo.
(a) Pérgamo se consideraba la custodia de la manera griega de vivir y del culto griego. Hacia 240 a C. había obtenido una gran victoria contra los salvajes invasores Galátatas o galos. En memoria de esa victoria se había construido un gran templo de Zeus delante del templo de Atenea que se remontaba doscientos metros sobre la colina cónica de Pérgamo. A quince metros de altura, se erguía sobre un saliente de la roca que parecía un trono inmenso en la montaña. Todo el día estaba subiendo el humo de los sacrificios que se ofrecían a Zeus. Alrededor de su base se había tallado en la roca una de las obras escultóricas más notables del mundo: el friso que mostraba la Batalla de los Gigantes, en la que los dioses de Grecia obtuvieron la victoria frente a los gigantes de la barbarie. Se ha sugerido que este gran altar era el trono de Satanás; pero es improbable que un autor cristiano lo llamara así, porque para entonces ya eran anacrónicos los viejos dioses griegos, y habría sido un derroche de pólvora el disparar la invectiva cristiana para atacarlos.
(b) Pérgamo estaba especialmente conectada con el culto de Asclepio -para los latinos Esculapio-, hasta tal punto que se le conocía como " el dios pergamino." Cuando Galeno estaba mencionando invocaciones populares, dijo que la gente juraba corrientemente por Artemisa de Éfeso, o por Apolo de Delfos, o por Asclepio de Pérgamo. Asclepio era el dios de la sanidad, y sus templos eran la versión primitiva de los hospitales en el mundo antiguo. La gente acudía en manadas a Pérgamo en busca de alivio para sus males. La labor de la sanidad era en parte el trabajo de los sacerdotes; y en parte el de los médicos -Galeno, sólo superado por Hipócrates en la historia de la medicina antigua, había nacido en Pérgamo-; y en parte, del propio Asclepio. ¿Había algo en su culto que moviera a los cristianos a llamar el templo de Asclepio la sede de Satanás? Sí, había tres cosas.
Primera, el emblema de Asclepio era la serpiente, que se sigue usando en muchos emblemas médicos y farmacéuticos. Muchas de las monedas de Pérgamo tienen la serpiente de Asclepio como parte de su efigie. Bien podía ser que los judíos y los cristianos consideraran satánica una religión que tenía la serpiente como emblema de su culto. Pero esta explicación parece poco probable. Como ya se ha señalado, los cristianos considerarían el lugar al que iba la gente a curarse -y a menudo se curaba- con compasión más que con indignación. El culto de Asclepio no era una base suficiente para llamar a Pérgamo la sede de Satanás.
Así es que parece que debemos buscar en otro sitio la explicación de esta frase.
(iii) Pérgamo era el centro administrativo de Asia. Eso quería decir que era el centro del culto del césar para toda la provincia. Ya hemos descrito el culto del césar y el dilema perentorio en que colocaba a los cristianos.
Estaba organizado en un centro y una administración provincial como los de un presbiterio o una diócesis. El punto clave aquí es que Pérgamo era el centro de ese culto para toda la provincia de Asia. Sin duda era por eso por lo que Pérgamo era la sede de Satanás: era el lugar en que se obligaba a las personas bajo pena de muerte a tomar el nombre de Kyrios, Señor, y aplicárselo al césar en vez de a Cristo; y eso era algo que un cristiano no haría jamás, porque no podía ser más satánico.
Y aquí tenemos la explicación del comienzo de la carta a Pérgamo. El Cristo Resucitado se dice que es el que tiene la espada aguda de doble filo. Los gobernadores Romanos se dividían en dos clases: los que tenían el ius gladii, el derecho de la espada, y los que no. Los que tenían el derecho de la espada tenían poder de vida o muerte; su palabra era la sentencia que se ejecutaba en el lugar y en el momento. Hablando humanamente, el procónsul, que tenía el cuartel general en Pérgamo, tenía el ius gladü, y en cualquier momento podía usarlo contra los cristianos; pero esta carta demanda de los cristianos que no olviden que la última palabra la tiene siempre el Cristo Resucitado, Que es el Que tiene la verdadera espada aguda de doble filo. El poder de Roma podía ser satánicamente poderoso; el poder del Cristo Resucitado es incalculablemente mayor.


13a »   'Yo sé dónde moras: donde está el trono de Satanás.
 13b » Guardas fielmente mi nombre y no has negado mi fe, aun en los días de Antipas, mi testigo, mi siervo fiel, que fue muerto entre vosotros, donde mora Satanás.

Ser cristiano en Pérgamo era «un compromiso muy difícil.»
Ya hemos visto la concentración de la religión pagana que tenía su centro en Pérgamo. Había centros de culto de Atenea y de Zeus, con su imponente altar que dominaba la ciudad; de Asclepio, que atraía enfermos de cerca y de lejos; y, sobre todo, centraba las demandas del culto al césar, que era como una espada de Damocles suspendida constantemente sobre las cabezas de los cristianos.
Así es que el Cristo Resucitado les dice a los cristianos de Pérgamo: «Yo sé dónde estás.» La palabra para estar es aquí katoikein; y quiere decir residir con carácter permanente en un lugar. Es una palabra muy poco frecuente aplicada a los cristianos en el mundo. La palabra que se usa más corrientemente es paroikein, que quiere decir ser forastero. Pedro les escribe su carta a los forasteros que se encuentran por todas las provincias de Asia Menor. Pero aquí se considera la cuestión desde otro punto de vista. Los cristianos de Pérgamo tienen su residencia permanente, por lo que se refiere a este mundo, en Pérgamo -donde es más fuerte el dominio de Satanás.
Aquí hay algo de suma importancia. El principio de la vida cristiana no es la retirada sino la conquista. Puede que nos parezca que sería más fácil ser cristiano en otro lugar y en otras circunstancias, pero el deber del cristiano es dar testimonio de Cristo donde la vida le ha colocado. Una vez supimos de una chica que se convirtió en una campaña de evangelización. Trabajaba en un periódico secular, y su primera decisión después de su conversión fue buscarse otro trabajo en un pequeño periódico cristiano, donde se encontraba permanentemente entre cristianos practicantes. Era extraño que lo primero que hizo después de su conversión fuera salir huyendo. Cuanto más difícil sea ser cristiano en cualquier cúmulo de circunstancias, mayor será la obligación de permanecer en aquella situación. Si los cristianos de los primeros días hubieran salido huyendo cada vez que se les presentaba un compromiso difícil, no habría existido la posibilidad de un mundo para Cristo.
Los cristianos de Pérgamo demostraron que era perfectamente posible ser cristianos en aquellas circunstancias. Hasta cuando el martirio estaba a la vista, no se acobardaban. De Antipas no sabemos nada; Tertuliano nos transmite una leyenda tardía según la cual murió asado lentamente encerrado en un toro de bronce. Pero hay un detalle sumamente sugestivo en el original que es imposible reproducir en español. El Cristo Resucitado llama a Antipas " mi fiel martys." Lo hemos traducido por mártir; pero hay que tener presente que martys es la palabra griega normal para testigo. En la Iglesia primitiva, ser testigo y ser mártir eran la misma cosa, El testimonio conllevaba con frecuencia el martirio. Aquí hay una seria advertencia. Hay muchos que están dispuestos a dar testimonio en círculos cristianos, pero no cuando tendrían que enfrentarse con oposición o burlas o dificultades.
El Señor conoce el ambiente de los cristianos de Pérgamo, dominado por el demonio, las tentaciones y seducciones que de allí partían y el peligro que representaban de inclinar a soluciones sincretistas de compromiso. Cristo y Satán no tienen nada en común ( 2Co_6:14 s), por lo cual tampoco a los cristianos les es posible en este punto un compromiso teórico ni práctico. El único verdadero Dios, así como su revelación, no pueden nunca, por su naturaleza, ser tolerantes con ídolos y falsas doctrinas de salvación.
Pese a este ambiente y a sus peligros, hubo en Pérgamo cristianos con tan clara resolución, que en convicción y en obra, en verdadera libertad de espíritu y entrega de corazón, conservaron sin falsedad ni menoscabo su fe en Cristo, hasta estar dispuestos a dar la vida, como lo había hecho Antipas, como testimonio en favor de Cristo. Debemos tomar nota de otra cosa. El Cristo Resucitado llama a Antipas Mi fiel martys, compartiendo así con él Su propio título de honor. En Apocalipsis 1: S y 3:14, Cristo mismo es llamado el fiel martys; A los que Le son fieles les da nada menos que Su propio nombre.
 La fidelidad en la fe es ciertamente la exigencia fundamental, obvia por así decirlo, de la vida cristiana; sin embargo, el Señor sabe que su cumplimiento en las circunstancias concretas de una vida humana no es siempre cosa tan obvia; por esta razón expresa su alabanza a la comunidad de Pérgamo.

14    'Pero tengo unas pocas cosas contra ti, porque tienes ahí a los que mantienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer cosas sacrificadas a los ídolos y a cometer actos de inmoralidad.
  15    'Así tú también tienes algunos que de la misma manera mantienen la doctrina de los nicolaítas.
16 'Por tanto, arrepiéntete; si no, vendré a ti pronto y pelearé contra ellos con la espada de mi boca.

A pesar de la fidelidad demostrada por la Iglesia de Pérgamo, el Señor tiene sus quejas contra ella: tolera en su seno a los que siguen las doctrinas de Balam y de los nicolaítas . El v.15 parece identificar — según opinión de la mayoría de los intérpretes — los nicolaítas con los secuaces de Balam. Este famoso adivino fue llamado por Balac, rey de Moab, para que maldijera a los israelitas, que amenazaban su reino. Balac esperaba que la maldición tuviese como efecto la destrucción de Israel. Pero Balam en lugar de maldecir, es obligado por Yahvé a proferir sobre Israel magníficas bendiciones. Sin embargo, por Num_31:16 sabemos que las mujeres moabitas y madianitas indujeron a los israelitas, por consejo de Balam, a tomar parte en los cultos idolátricos de Baal Fogor. Así lo afirma también un comentario haggádico judío, añadiendo que fue Balam el que dio este perverso consejo al rey de Moab, A esta interpretación parece aludir nuestro pasaje. Balam quedó en la literatura judaica como el prototipo del inductor al mal.
A semejanza de Balam, hay en la Iglesia de Pérgamo falsos maestros que con sus doctrinas erróneas inducen a los fieles al mal. Es probable que  Juan mire aquí a algún falso maestro que no tenía reparo en enseñar ser lícito tomar parte en los banquetes de los ídolos, en los sacrificios paganos o también dejarse llevar del desenfreno moral. El problema de los idolotitos preocupó ya desde un principio a los apóstoles.  Pablo había tenido que intervenir en este asunto para dar normas concretas a las cuales debían atenerse los fieles. Según esto, la fornicación de que nos habla el v.14 hay que entenderla de la connivencia con la idolatría. Es muy frecuente en los profetas del Antiguo Testamento el considerar la idolatría como una fornicación. La razón de esto está sin duda en el hecho de que Israel era considerado por esos mismos profetas como la esposa de Yahvé. Al darse a la idolatría venía como a prostituirse a un extraño, faltando así a la fidelidad debida a su esposo Yahvé. Sin embargo, es también posible que haya que tomar la expresión fornicar de nuestro texto en sentido propio, pues las fiestas religiosas de Pérgamo, en las cuales tal vez participaban algunos cristianos, solían llevar consigo desórdenes morales.
Cristo exhorta a la Iglesia al arrepentimiento y a la corrección. De lo contrario vendrá pronto a ella y peleará contra los corruptores con la espada de su boca (v.16). Esta espada no designa otra cosa que el fallo de su justicia pronunciado por su boca. Cristo, en cuanto juez, condenará con terrible castigo a los falsos maestros que se esfuerzan por seducir a los fieles de Pérgamo.

Por supuesto que no todos dieron buena prueba en la misma medida en las polémicas intelectuales y ante las seducciones del ambiente; una minoría se dejó contagiar por las prácticas paganas y por las teorías que la sustentaban. Su actitud y su peligrosidad se caracterizan aquí con una comparación y una imagen tomada de la historia del pueblo de Dios en el Antiguo Testamento. En ella se habla de la seducción a la idolatría y de la fornicación (Num_25:1 s; Num_31:16; 2Pe_2:15; Jud_1:11). Esta minoría profesaba las mismas opiniones que los nicolaítas de éfeso (cf. comentario a 2,6); creían poder hacer ciertas concesiones al espíritu del tiempo y del lugar, posibles a su parecer también a un cristiano, las cuales, sin embargo, significaban una ruptura con la doctrina y la práctica cristianas (1Co_6:12-20; 1Co_10:14-22). A pesar de la fidelidad de la iglesia de Pérgamo, había error. Había quienes seguían la doctrina de Balaam y de los nicolaítas. Ya hemos hablado de estas personas en relación con Éfeso, y nos las hemos encontrado otra vez cuando estudiábamos la carta a Tiatira. Trataban de persuadir a los cristianos de que no había nada malo en adaptarse prudentemente al mundo.
El que no esté dispuesto a ser diferente no tiene por qué iniciar el camino cristiano. La palabra más corriente para cristiano en el Nuevo Testamento es háguios, que quiere decir básicamente diferente o aparte. El Templo es háguios porque es diferente de los demás edificios; el sábado es háguios porque es diferente de los otros días; Dios es supremamente háguios porque es totalmente diferente de los hombres, y el cristiano, porque es diferente de las demás personas.
Debemos tener claro en qué consiste esa diferencia, porque aquí hay una paradoja. Pablo exhortaba a los cristianos corintios a ser diferentes del mundo. «Salid de en medio de ellos» (2Co_6:17). Esta diferencia del mundo no implica separación física, ni odio. Pablo le escribe a la misma iglesia: "A todos me he hecho de todo para de esa manera salvar a algunos» (1Co_9:22). Pablo aseguraba que podía llevarse bien con todo el mundo; pero -y ahí está el detalle- el llevarse bien con todos era para salvar a algunos. No era cuestión de rebajar el nivel del Cristianismo, sino de elevarlos a ellos. El fallo de los nicolaítas era que seguían una política de componenda solamente para ahorrarse dificultades.
El aviso del Cristo Resucitado es que va a hacerles la guerra. Debemos fijarnos en que no dijo: «Os haré la guerra,» sino: " Les haré la guerra.» No estaba airado con toda la iglesia, sino con los que trataban de seducirla; para con los descarriados no tenía sino piedad.
La amenaza del Cristo Resucitado es que peleará contra ellos con la espada de Su boca. El Cristo de la espada es una figura alucinante. Pensando en los conquistadores del pasado y comparándolos con Jesucristo, un poeta escribió:

Y se desvanecieron de la escena como sombras fugaces en cristal, y conquistando recorrió los siglos Cristo, sin una espada, sobre un asno.

¿Cuál es la espada de Cristo? El autor de Hebreos dice que la Palabra de Dios es más afilada que ninguna espada de doble filo (Heb_4:12); y Pablo dice que "la espada del Espíritu es la Palabra de Dios» (Efe_6:17). La espada de Cristo es la Palabra de Cristo.
En la Palabra de Cristo hay convicción de pecado; en ella somos confrontados con la verdad, y con nuestro fracaso en obedecerla. En la Palabra de Cristo está la invitación de Dios; convence al hombre de pecado, y entonces le invita a volver al amor de Dios. En la Palabra de Cristo hay promesa de Salvación; convence al hombre de pecado, le conduce a la Cruz, y le da la seguridad de que "no hay otro nombre debajo del Cielo dado a los hombres en que podamos ser salvos» (Hec_4:12). La conquista de Cristo es Su poder para ganar a las personas al amor de Dios.



En esta carta, el Cristo Resucitado promete dos cosas a la persona que obtenga la victoria: la primera es participar del maná escondido. Aquí tenemos una concepción judía que tiene dos aspectos.
(i) Cuando los israelitas no tenían comida en el desierto, Dios les dio a comer maná (Éxodo 16: 2 -15). Cuando ya no fue necesario, su recuerdo no se desvaneció. Un cacharro lleno de maná se puso en el arca, y se dejó allí en la presencia de Dios en el Lugar Santísimo del Tabernáculo y luego del Templo (Exo_16:33  s; Heb_9:4). A principios del siglo VI a C., el templo que había construido Salomón fue destruido; y los rabinos transmitieron la leyenda de que, cuando sucedió aquello, Jeremías escondió el cacharro del maná en una grieta del Monte Sinaí, y que, cuando viniera el Mesías, Jeremías yolvería y restituiría el cacharro del maná. Para un judío, «comer del maná escondido» significaba gozar de las bendiciones de la era mesiánica; y para un cristiano, entrar en la bendición del nuevo mundo que surgiría cuando viniera el Reino de Dios.
(ii) Es posible que haya un sentido más amplio y más general. Del maná se dice: «Este es el pan que el Señor os da para comer» (Exo_16:15). El maná se llamaba «trigo del Cielo» (Sal_78:24); y se dice que era "el pan de los ángeles» (Sal_78:25). Aquí el maná puede que quiera decir comida celestial. En ese caso, Juan estaría diciendo lo siguiente: "En este mundo no podéis participar con los paganos en sus fiestas, porque no os podéis sentar a comer una carne que ha sido parte de un sacrificio que se ha ofrecido a un ídolo. Puede que creáis que os toca renunciar a muchas cosas; pero el día vendrá en que participaréis del banquete del Cielo con comida celestial.» En ese caso, el Cristo Resucitado está diciendo que una persona se tiene que abstener de las seducciones de la Tierra si quiere gozar de las bendiciones del Cielo.
(iii) Esto tiene otra posible interpretación. Algunos han sugerido que el maná es el pan de Dios que toma el cristiano en la Comunión. Juan nos dice que cuando los judíos Le dijeron a Jesús que sus padres habían comido el maná en el desierto, que era el pan del Cielo, Jesús les dijo: "Yo soy el pan de la vida» (Jn_6:31-35). Si el maná escondido y el pan de la vida son la misma cosa, el maná escondido no es sólo el pan de la Comunión, sino representa al mismo Cristo, el pan de la vida; y esta es la promesa: que, al que sea fiel, Cristo Se le dará a Sí mismo.

A los extraviados de Pérgamo llama Cristo a la conversión; de lo contrario tendrá que intervenir él mismo y con una clara sentencia sobre los falsificadores de la verdadera realidad de la vida cristiana pondrá fin a la indecisión de la comunidad para con ellos. Como en Pérgamo, se trata siempre de una lucha en dos sentidos que la cristiandad tiene que sostener en el mundo, contra la hostilidad y el menoscabo de fuera y contra los peligros de falsas doctrinas en el interior.

 17  'El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al vencedor le daré del maná escondido y le daré una piedrecita blanca, y grabado en la piedrecita un nombre nuevo, el cual nadie conoce sino aquel que lo recibe.'

Al que venza en este combate se le promete el premio de la victoria bajo una doble metáfora. El maná había alimentado y mantenido maravillosamente al pueblo de Israel en su marcha por el desierto, lo había salvado y conducido a la tierra prometida. La calificación de «escondido» que se da aquí al maná podría llevar implícita la idea que doctores judíos de la ley habían desarrollado basándose en la tradición referida, que Jeremías, antes de la destrucción del templo había ocultado el arca de la alianza con el maná conservado en ella: el manjar del cielo se mantiene oculto para el fin de los tiempos; en todo caso se trata aquí de un manjar que sólo se dará en el futuro, a saber, en el banquete o en el convite de boda de la vida eterna (Luc_14:15-24; Mat_22:1-14). La promesa final de Cristo a los fieles de Pérgamo es que les dará la piedrecita blanca que contenga su nombre nuevo. Este es un pasaje al que se han dado casi innumerables interpretaciones. En el mundo antiguo, una piedrecita blanca podía querer decir muchas cosas.
(i) Según una leyenda rabínica, durante la peregrinación por el desierto caían piedras preciosas del cielo juntamente con el maná. La piedra blanca podría representar sencillamente los preciosos dones de Dios a Su pueblo.
(ii) En el mundo antiguo se usaban piedras de colores para hacer las cuentas en las calculadoras de la época. Esto querría decir que los cristianos son contados en el número de los fieles.
(iii) En los tribunales antiguos se usaban piedrecitas negras y blancas para registrar el veredicto de los jurados; las blancas, para inocente, y las negras, para culpable. Esto querría decir que el cristiano es declarado inocente ante Dios gracias a la obra de Jesucristo.
(iv) En el mundo antiguo se usaban mucho unos objetos que se llamaban en latín tesserae. Una tessera era una tablilla de madera o de metal o de piedra en la que había algo escrito; y hablando en general, la posesión de una tessera le confería a uno alguna clase de privilegio. Tres de estas tesserae añaden algo a la figura.
(a) En Roma, las casas grandes tenían sus clientes, dependientes que recibían todas las mañanas de su patrón comida y dinero para pasar el día. A menudo se les daba una tessera que les servía para identificarse como personas que tenían derecho a los dones gratuitos. Esto querría decir que los cristianos tenían derecho a los dones espirituales gratuitos para sostener la vida que Cristo da.

(b) El obtener una victoria en los juegos atléticos era uno de los mayores honores que se podían alcanzar en el mundo antiguo. A los vencedores sobresalientes les daba el director de los juegos una tessera que en los días por venir les confería el derecho de entrar gratis a todos los espectáculos públicos. Esto querría decir que el cristiano, como atleta victorioso de Cristo, participa de la gloria de su Señor.
(c) En Roma, un gran gladiador era el héroe popular más admirado. A menudo un gladiador tenía que seguir luchando hasta que le mataban en un combate. Pero si había tenido una carrera ilustre, cuando se hacía mayor se le permitía retirarse honorablemente. A tales personajes se les daba una tessera con las letras SP. SP representaba la palabra latina spectatus, que quiere decir hombre cuyo valor está demostrado sin lugar a duda. Esto querría decir que el cristiano, como gladiador de Cristo, cuando ha demostrado su valor en las batallas de la vida se le permite entrar en el reposo que Cristo concede honorablemente.
(v) En el mundo antiguo se llamaba a un día especialmente dichoso un día blanco. Se decía que los tracios y los escitas guardaban en sus casas una urna en la que echaban una piedrecita blanca cada día feliz, y negra los infelices; al final de sus vidas se contaban las piedrecitas, y según hubiera más blancas o negras se decía que había llevado una vida dichosa o desgraciada. Esto podría querer decir que por medio de Jesucristo el cristiano puede tener el gozo que nadie le puede quitar (Jua_16:22).
(vi) Aquí hay otra interpretación que es la más probable. Una de las costumbres más corrientes del mundo antiguo era llevar amuletos o reliquias, que podían estar Hechos de piedras o metales preciosos, pero que a menudo no eran más que piedrecitas en las que estaba escrito el nombre sagrado; el saber el nombre de ese dios era tener un cierto poder sobre él, poder llamarle en ayuda propia en momentos de dificultad y tener dominio sobre los demonios. Tales amuletos se creía que eran doblemente eficaces si nadie más que el propietario sabía el nombre que estaba escrito en él. Muy probablemente lo que Juan quiere decir es: " Tus amigos paganos llevan amuletos con inscripciones supersticiosas que creen que los pueden mantener a salvo. Vosotros no necesitáis nada de eso: vosotros estáis a salvo en la vida y en la muerte porque conocéis el Nombre que es sobre todo nombre, y conocéis al Dios verdadero.»
Es posible que debamos buscar el sentido del nombre nuevo y de la piedrecita blanca en una dirección totalmente diferente.
Al vencedor en los combates de la fe le promete, en cambio, dos cosas: el mana escondido y una piedrecita blanca (v.11). En el maná hay una clara alusión al éxodo, durante el cual Dios alimentó a su pueblo con este alimento caído del cielo . Por el libro del éxodo  también sabemos que una muestra del maná se conservó escondida en el arca de la alianza. La tradición rabínica también consideraba como algo característico de la era mesiánica la reaparición del maná, escondido en el tercer cielo. La mención del maná en este pasaje tal vez haya sido sugerida por la alusión a Balam y a los recuerdos del éxodo, o bien por contraposición a los idolotitos de los que ha hablado en el v.14. El maná, junto con el árbol de la vida   y el agua de la vida, vendrán como a formar el alimento de inmortalidad para los elegidos. El premio prometido al vencedor sería de tipo escatológico. Se referiría a la visión beatífica, que sacia totalmente las ansias y deseos del bienaventurado.  
La piedrecita blanca — el blanco es color de victoria y de alegría — es una imagen tomada probablemente de los billetes de entrada — tessera — a los teatros, a los banquetes, o bien de los talismanes protectores, que solían llevar un nombre mágico grabado. Esta piedrecita blanca dada a los cristianos fieles simboliza el billete para entrar y tomar parte en el banquete celestial, en el reino de los cielos.   El nombre nuevo, que va escrito sobre la piedrecilla, alude probablemente a un nombre de Cristo. Solamente el que posee ese nombre conoce su sentido, y únicamente será gustado por los fieles que han triunfado.
Con esto se quiere poner más de realce, posiblemente, un lazo mucho más íntimo entre Cristo y el alma del cristiano. Sería la experiencia íntima y personal que el cristiano tenga de Jesucristo. Sólo aquel que la sienta podrá darse cuenta de ella: es un nombre nuevo, que nadie conoce sino el que lo recibe (v.17).

En griego hay dos palabras para nuevo. Está néos, que quiere decir nuevo en cuanto al tiempo. Una cosa puede ser néos, y sin embargo ser igual que otras muchas. Por otra parte está kainós, que es nuevo no sólo en cuanto al tiempo sino también en cuanto a la cualidad; no se conocía nada igual antes. Así nos encontramos en Apocalipsis la nueva Jerusalén (3:12); el cántico nuevo (5:9); los nuevos cielos y la nueva Tierra (21:1); y Dios hace todas las cosas nuevas (21:5). Con esto en mente se sugieren dos nuevas líneas de pensamiento.
Se ha sugerido que la piedrecita blanca es la misma persona; que el Cristo Resucitado les está prometiendo a Sus fieles una nueva identidad, limpia de todas las manchas terrenales y relucientes con la pureza del Cielo.
En cuanto al nombre nuevo, una de las características del Antiguo Testamento es que se les daba a las personas un nombre nuevo para marcar una nueva condición. Así Abram se convierte en Abraham cuando se le hace la gran promesa de que va a ser el padre de muchas naciones, y cuando adquiere, por así decirlo, una nueva posición en el plan de Dios para la humanidad Gen_17:5). De la misma manera, después de la lucha en Peniel, Jacob se convierte en Israel, que quiere decir Príncipe de Dios, porque había prevalecido frente a Dios (Gen_32:28). Isaías oyó a Dios prometerle a la nación de Israel: «Entonces verán las naciones tu justicia y todos los reyes tu gloria; y te será puesto un nombre nuevo que la boca del Señor te pondrá» (Isa_62:2).
Esta costumbre de poner un nombre nuevo para definir una nueva identidad también se conocía en el mundo pagano. El nombre del primero de los emperadores Romanos fue Octavio; pero cuando pasó a ser emperador se le dio el nombre de Augusto para mostrar su nueva dignidad.
Había un curioso paralelo en la vida campesina de Palestina. Cuando una persona estaba muy enferma y en peligro de muerte, se le ponía el nombre de alguien que hubiera vivido una larga y santa vida, como si eso le comunicara una nueva personalidad sobre la que la enfermedad no tuviera poder.
Sobre esta base de interpretación, Cristo promete una nueva identidad a los que Le son fieles.
Esto es atractivo. Sugiere que la piedrecita blanca quiere decir que Jesucristo le da a la persona que Le es leal un nuevo ser, y que el nuevo nombre quiere decir una nueva posición de gloria en la que entrará el que haya sido fiel a Cristo cuando termine esta vida y empiece la por venir. Nos queda decir que, aunque esta interpretación es atractiva, el punto de vista que refiere la piedrecita blanca y el nuevo nombre al uso de los amuletos es el que es más probable que sea el correcto.

 Dado que en la carta se ha expresado dos veces la idea del juicio, para la explicación de la metáfora se puede recurrir a la práctica judicial de la antigüedad, que consistía en que los jueces notificaban su sentencia absolutoria mediante la entrega de una piedrecita-blanca; en este caso la metáfora querría expresar la inocencia en el tribunal de Dios. Ahora la imagen se desarrolla todavía mediante la indicación de que sobre la piedrecita está escrito un nombre nuevo, sin duda un nombre nuevo de quien recibe la piedra. El nombre equivale en la antigüedad al ser; según esto se confiere al vencedor un nuevo ser, con el que al mismo tiempo se le hace consciente de su relación totalmente personal con Dios, que por tanto sólo él puede experimentar (1Jn_3:1).


¡Maranata! ¡Sí, ven Señor Jesús!

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