Proverbios 10; 22
La bendición del SEÑOR es la que enriquece, y El no
añade tristeza con ella.
En
la riqueza que es verdaderamente deseable no hay vejación de espíritu al
disfrutarla; no hay tristeza por perderla; ni culpa por abusar de ella. Lo que
viene del amor de Dios tiene por compañía a la gracia de Dios. La palabrería
está asociada al pecado, pero la bendición divina es indeleble.
Dios
dota a algunas personas con la capacidad personal y financiera para responder a
las necesidades de los demás. Si estas personas se percataran de por qué Dios
las bendice y si todas utilizaran sus medios para hacer la voluntad de Dios, el
hambre y la pobreza se erradicarían. La riqueza es una bendición únicamente si
la utilizamos conforme al propósito de Dios
La presencia y el favor de Dios en la vida del individuo le entregan
una riqueza íntegra desde el aspecto prudente y el moral hasta el material. Por
lo tanto, no hay consecuencias dañinas. Por supuesto el proverbio sintético no
está diciendo que el hombre no debe esforzarse en su trabajo, sino que dentro
del concepto total del éxito hay que sentir la presencia y la bendición
divinas. El trabajo dado por Dios como una forma de realización puede cumplir
sólo lo que fue la intención original de Dios (Gen_2:15-17;
Exo_20:9).
2 Corintios 8; 9
Porque conocéis la gracia de
nuestro Señor Jesucristo, que siendo rico, sin embargo por amor a vosotros se
hizo pobre, para que vosotros por medio de su pobreza llegarais a ser ricos.
El más grande e inspirador ejemplo de generosidad
es la gracia de nuestro Señor Jesucristo. Siendo rico: No es una
referencia a la riqueza material de Jesús durante su vida terrenal, sino un
reconocimiento de su eterna condición de Señor del cielo y de la tierra. Se
hizo pobre a través de la completa entrega de sí mismo en la Encarnación y
la Crucifixión.
El amor es probado por la liberalidad. Si de
veras amaban los corintios, abundarían en la liberalidad de su ofrenda,
exactamente como el amor de Cristo fue manifestado abundantemente en su gran
sacrificio por el pecador. Se hizo pobre, dejando las glorias del cielo (Jua_17:5) para humillarse por nosotros (Flp_2:5-8). La encarnación, la crucifixión, y la
resurrección de Cristo, nos enriqueció grandemente, dándonos la esperanza de
vida eterna. La abundancia del amor de Cristo, pues, viene siendo nuestro
criterio para la abundancia nuestra hacia los que son de Cristo. Efe_2:1-10; Tit_2:14.
No hay evidencia de que Jesús fuera más pobre que
muchos palestinos del primer siglo, más aún, Él se hizo pobre al ceder sus
derechos como Dios y convertirse en un ser humano. En su encarnación, Dios
voluntariamente se convierte en hombre: una persona totalmente humana, Jesús de
Nazaret. Como hombre, estuvo sujeto a espacio, tiempo y a todas las demás
limitaciones humanas. No perdió su poder eterno al convertirse en hombre, sino
que puso a un lado su gloria y sus derechos (Filp_2:5-7).
En respuesta a la voluntad del Padre, limitó su poder y conocimiento. Cristo se
convirtió en "pobre" cuando se hizo humano, porque abandonó muchas
cosas. Sin embargo, con ello nos hizo "ricos" porque nosotros
recibimos salvación y vida eterna.
Lo que hizo la humanidad de Jesús única fue su
libertad del pecado. En su completa humanidad, podemos ver cada aspecto del
carácter de Dios expresado en términos humanos.
¡Maranata! ¡Sí, ven Señor Jesús!
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