Salmo 103; 2
Bendice, alma mía, al SEÑOR, y no olvides
ninguno de sus beneficios.
Cuando el Señor
nos “bendice”, examina nuestras necesidades y responde a ellas; cuando nosotros
“bendecimos” al Señor, examinamos sus excelencias y respondemos a ellas. “Bendecimos” a Dios mismo cuando hacemos
un recuento de sus bendiciones. Bendice, oh alma mía es un automandato.
El salmista dialoga consigo mismo. Vemos que toma una decisión definida de
alabar a Dios. La Biblia manda que amemos a Dios. El amor involucra los
sentimientos, pero es también un asunto de la voluntad. Hemos de decidir
alabar a Dios. Conocer más a Dios requiere tiempo en adoración y comunión con
él.
Podemos
preguntar por qué dice bendice; ¿no es Dios quien bendice al hombre? Sí,
pero lleva la connotación de agradar a Dios; el salmista quiere que Dios se
goce con esta alabanza.
Todo mi ser
utiliza una palabra que significa todo lo interior, todo que está adentro. El
salmista involucra todos sus pensamientos, sus recuerdos, su mente, sus
emociones, toda su persona en esta ofrenda de adoración.
No olvides
llama la atención a nuestra tendencia de olvidar lo bueno que Dios ha hecho en
nosotros. Es el orgullo del corazón humano que lo hace ingrato y olvidadizo (Deu_8:12-14). La palabra hebrea traducida beneficios
significa hechos de bondad.
Todo lo que él
hace nace de quien es él (nombre): nunca actúa fuera de lo que ha
revelado y de lo que es. La alabanza de David se centró en los actos gloriosos
de Dios. Es fácil quejarse de la vida. Sin embargo, la lista de David nos da
muchas cosas por las que debemos alabar a Dios: perdona nuestras iniquidades,
sana nuestras dolencias, nos rescata de la muerte, nos corona de favores y
misericordias, sacia de bien nuestra boca y nos hace justicia y derecho.
Recibimos todas estas cosas sin merecer ninguna de ellas. Por difícil que sea
tu vida, siempre podrás contar tus bendiciones pasadas, presentes y futuras.
Cuando te sientas como si no tuvieras nada por lo que alabar a Dios, lee la
lista de David.
Isaías 63; 7
Las misericordias del SEÑOR recordaré, las alabanzas del SEÑOR,
conforme a todo lo que nos ha otorgado el SEÑOR, y la gran bondad hacia la casa
de Israel, que les ha otorgado conforme a su compasión, y conforme a la
multitud de sus misericordias.
Yahvé
había tenido esperanza de que Israel fuera fiel (son mi pueblo, no engañaran), y por eso se ofreció como Salvador de él en todas sus angustias en todos los
momentos críticos de su historia como pueblo. Tuvo tal providencia de su
pueblo, que no lo salvó por medio de un mensajero
o ángel, sino que le ayudó personalmente;
su faz misma los salvó. La expresión faz de Yahvé equivale en la Biblia a la persona de Yahvé.
Pero
se rebelaron y contristaron su santo
espíritu. Aquí el espíritu de
Yahvé obrando en la historia.
Dios es como una energía divina que actúa en la historia de Israel y se
manifiesta en su legislación. Oponerse
a ésta es atentar contra su Espíritu o
intención. Yahvé había comunicado a los caudillos del Antiguo Testamento su espíritu para realizar sus
intenciones providenciales sobre su pueblo, y algunas veces ese espíritu se manifestaba
carismáticamente en determinadas coyunturas de la historia. Israel no fue dócil
a este Espíritu de Yahvé, y de
ahí que incurriera en sus iras. Por eso Yahvé se convirtió en enemigo y combatió contra ellos,
castigándoles y entregándoles a sus enemigos.
El
unigénito Hijo del Padre se convierte en el Ángel o Mensajero de su amor; así
los redimió y sustentó con ternura. Pero ellos murmuraron y resistieron a su
Espíritu Santo, despreciando y persiguiendo a sus profetas, rechazando y
crucificando al Mesías prometido.
Toda
nuestra consolación y nuestras esperanzas surgen de la paciencia del Señor, y
todas las miserias y temores, de nuestros pecados. Pero Él es el Salvador, y
cuando los pecadores buscan al que en otros tiempos se glorificó salvando y
apacentando su rebaño adquirido, y guiándolo a salvo a través de peligros, y
les ha dado su Espíritu Santo para prosperar los trabajos de sus ministros, hay
una buena base para tener esperanzas de que estén descubriendo el camino de la
paz.
¡Maranata! ¡Ven
pronto mi Señor Jesús!
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