Gálatas 5; 1
Para libertad fue que Cristo nos hizo libres; por tanto,
permaneced firmes, y no os sometáis otra vez al yugo de esclavitud.
Cuando tratamos de interpretar un pasaje como este, debemos recordar
que para los judíos devotos y estudiosos, y especialmente para los rabinos, la
Escritura tenía más de un sentido; y que el sentido literal se consideraba a
menudo el menos importante.
Pablo comienza su presentación de las cuestiones prácticas del
evangelio exhortando a los gálatas a usar su libertad cristiana apropiadamente.
Este versículo es la continuación del versículo anterior (4:31), "no somos
hijos de la esclava, sino de la libre", la libertad, pues, que nos
pertenece por ser hijos de la libre; pero
con la libertad de la libre, Cristo nos hizo libres" de "los
rudimentos del mundo"
Cristo nos ha
liberado para la libertad, en la que hemos sido constituidos por la muerte redentora
de Cristo en la cruz; ahora estamos en ese estado, a merced de la libertad. Se
trata de la libertad de la ley, a la que los gálatas querían renunciar
sometiéndose a la circuncisión. Pero, puesto que Pablo usa aquí la palabra
«libertad» en sentido amplio, incluye también la libertad del pecado. En el
ámbito de la ley, ésta despliega y robustece el pecado. La ley es «la fuerza
del pecado» (1Co_15:56). Quien ha escapado a
ella ha escapado también al pecado. El que ha sido liberado por Cristo está también
libre de la muerte, que es consecuencia del pecado (Rom_5:21)
y de la que éste es aguijón (1Co_15:56).
Estad (permaneced, LBLA) firmes -- sin fluctuar -- en
esta libertad. "Estad firmes" es una exhortación común en el Nuevo
Testamento: 1Co_16:13; Efe_6:14; Flp_1:27; Flp_4:1;
1Ts_3:8; 2Ts_2:15.
Jesús dijo,
"Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres... si el Hijo os
libertare, seréis verdaderamente libres" (Jn_8:32;
Jn_8:36). ¿Libres de qué? del yugo de la ley de Moisés;
"libertados del pecado ", Rom_6:18;
del dominio del pecado, Rom_6:12; libres
del control de las pasiones carnales; libres de la opresión de
tradiciones humanas (Mat_23:4-5); "la
ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado
y de la muerte " (Rom_8:2); "yo
por la ley soy muerto para la ley, a fin de vivir para Dios" (Gál_2:19).
Ya habían dejado el yugo de la
ley de Moisés que esclavizaba ( Hch_15:10) y
habían aceptado el yugo de Cristo que es "fácil" (benigno, bien
acomodado) (Mat_11:29-30). Habiendo obtenido la
libertad, "estad, pues, firmes" en ella. "Por precio fuisteis
comprados; no os hagáis esclavos de los hombres" (1Co_7:23).
Cristo murió para libertarnos del pecado y de una lista interminable
de leyes y regulaciones. Cristo vino para liberarnos, no para hacer lo que
queramos, lo que nos llevaría nuevamente a la esclavitud de nuestros deseos
egoístas. Si no que, gracias a Cristo, somos libres y ahora estamos en
condiciones de hacer lo que antes era imposible: vivir libre del egoísmo.
Prestemos oído a las advertencias y las exhortaciones del apóstol a
estar firmes en la doctrina y la libertad del evangelio. Todos los cristianos
verdaderos que son enseñados por el Espíritu Santo, esperan la vida eterna, la
recompensa de la justicia, y el objeto de su esperanza, como dádiva de Dios por
fe en Cristo; y no por amor de sus propias obras.
El convertido judío puede observar las ceremonias o afirmar su
libertad, el gentil puede desecharlas o participar en ellas, siempre y cuando
no dependa de ellas. Ningún privilegio o profesión externo servirá para ser
aceptos de Dios sin la fe sincera en nuestro Señor Jesús. La fe verdadera es
una gracia activa; obra por amor a Dios y a nuestros hermanos. Que estemos en
el número de aquellos que, por el Espíritu, aguardan la esperanza de justicia
por la fe.
El peligro de antes no estaba en cosas sin importancia en sí, como
ahora son muchas formas y observancias. Pero sin la fe que obra por el amor,
todo lo demás carece de valor, y comparado con ello las otras cosas son de
escaso valor.
Para Pablo no se puede predicar el Evangelio de una manera auténtica
sin tomar abiertamente posiciones que suscitan oposiciones. Una vez más, la
verdad del Evangelio no está únicamente en las fórmulas de los dogmas, sino que
también se encuentra en las posiciones adoptadas que muestran hasta qué punto
somos libres. Si el Evangelio es una liberación, los apóstoles deben adoptar,
al menos en determinados puntos, posturas que provocan desarreglos y que
chocan. Jesús había dado ejemplo al violar la más santa de las leyes, la del
sábado, sin tener necesidad de hacerlo.
Cualquier comportamiento auténticamente cristiano aparecerá, tarde o
temprano, como escandaloso; pero nunca será tan escandaloso como lo fue la
muerte de Jesús en la cruz (1 Co 1,17). Salvar a
los hombres es, en cierta manera, hacerles descubrir lo que son delante de Dios
y llevarlos así a enfrentar las fuerzas que los mantienen sometidos y
alienados. A la manera de Pablo conviene
preguntarse hoy ¿quiénes son los que se someten a los prejuicios y a las
fuerzas alienantes, y dónde están los perseguidos?. Muchas veces se vive el
Evangelio con más verdad en familias cristianas concienciadas y activas, con
relación a los grandes problemas actuales donde no se ve más allá de
preparar las reuniones de iglesia y la ortodoxia no deja lugar al amor.
¡Maranata! ¡Sí, ven Señor Jesús!
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