} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 14 Febrero: Meditando la Palabra de Dios en la Biblia.

miércoles, 14 de febrero de 2018

14 Febrero: Meditando la Palabra de Dios en la Biblia.




Lucas 18; 18-19
Y cierto hombre prominente le preguntó, diciendo: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?
Jesús le respondió: ¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino sólo uno, Dios.

Este aristócrata se dirigió a Jesús de una manera totalmente inusitada. En toda la literatura judía no se encuentra ningún caso de un rabino al que se llamara «Maestro bueno.» Los rabinos decían siempre que «no hay nada que sea bueno más que la ley.» El dirigirse así a Jesús sonaba a cumplido exagerado, y Jesús empezó por hacer volver los pensamientos a Dios. Jesús siempre reconocía que su poder y su mensaje procedían de Dios. Cuando los nueve leprosos no volvieron, Jesús se entristeció, no porque no habían vuelto a darle las gracias a Él, sino a Dios (Luc_17:18).
No hay duda que este aristócrata era un buen hombre; pero reconocía en lo íntimo de su corazón que algo faltaba en su vida. La respuesta de Jesús fue que si quería encontrar todo lo que estaba buscando tenía que vender sus posesiones y distribuir el producto entre los pobres, y entonces seguir a Jesús. ¿Por qué hizo aquella demanda precisamente a aquel hombre? Cuando el gadareno al que curó Jesús le pidió que le dejara ser seguidor suyo, le contestó que volviera a su casa (Luc_8:38  s). ¿Por qué le dio al aristócrata un consejo diferente?
En esencia, la pregunta de Jesús al hombre principal, el que lo llamó "Maestro bueno", fue: "¿Sabes quién soy?" Sin dudas este hombre, que con razón le llamaba bueno, no captó las implicaciones de la declaración de Jesús porque Él es Dios mismo.


No quería decir que no se debe llamar “bueno” a ningún hombre, porque en la Biblia algunos son llamados buenos (p. ej., Bernabé, Hch_11:24). En sentido absoluto “ninguno hay bueno sino uno: Dios”, pero Jesucristo, siendo Dios, sí era bueno. Era digno de que el joven le llamara bueno, pero la pregunta fue “¿por qué me llamas bueno?” ¿Simplemente como cualquier otro maestro bueno? Probablemente, pues, Cristo quería “elevar las ideas del joven en cuanto a su persona”.

Los fariseos se tienen por buenos, porque observan la ley y practican obras de supererogación. Ahora bien, el hombre sólo es bueno si Dios lo hace bueno. La nueva alianza prometida contiene la garantía de que Dios mismo quiere otorgar a su pueblo todo bien (Jer_32:39 ss). Sólo el que reconoce que no es bueno se vuelve bueno y se salva.


Tito 3; 4-5
Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor hacia la humanidad,
   El nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino conforme a su misericordia, por medio del lavamiento de la regeneración y la renovación por el Espíritu Santo,

Las tres personas de la Trinidad se mencionan en estos versículos porque participan en la obra de salvación. Basándose en la obra de redención de su Hijo, el Padre perdona y envía al Espíritu Santo para limpiar y renovarnos continuamente.
Pablo resume lo que Cristo hace cuando nos salva. Nos trasladamos de una vida llena de pecado a una que es guiada por el Espíritu Santo. Fuimos lavados de todos nuestros pecados, no sólo de algunos.   Al hacerse cristiano, el creyente reconoce a Cristo como el Señor y su obra de salvación. Recibimos la vida eterna con todos sus tesoros. Tenemos la renovación del Espíritu Santo y El continuamente renueva nuestros corazones. Nada de esto tiene lugar por haberlo ganado o merecido, todo es un regalo de Dios.

¡Maranata! ¡Sí, ven Señor Jesús!      

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