} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 10 Abril: Meditando la Palabra de Dios en la Biblia.

martes, 10 de abril de 2018

10 Abril: Meditando la Palabra de Dios en la Biblia.




 2Crónicas 14; 11
Entonces Asa invocó al SEÑOR su Dios, y dijo: SEÑOR, no hay nadie más que tú para ayudar en la batalla entre el poderoso y los que no tienen fuerza; ayúdanos, oh SEÑOR Dios nuestro, porque en ti nos apoyamos y en tu nombre hemos venido contra esta multitud. Oh SEÑOR, tú eres nuestro Dios; que no prevalezca hombre alguno contra ti.

No hay otro como tú para ayudar  es una afirmación de la confianza total en la mano liberadora de Jehová (1Sa_14:6). En el campo de la fe, Dios es el Dios de lo imposible (Luc_1:37). Dios destruyó al enemigo, sembrando la confusión que condujo a la huida masiva. Luego regresaron a Jerusalén, puesto que el enemigo desde Egipto no volvería a molestar más, sino hasta pasados 160 años (2Rey_17:4).
Si te estás enfrentando a batallas en las que sientes que no puedes ganar, no te rindas. Frente a grandes hordas de soldados enemigos, Asa pidió ayuda a Dios, reconociendo su impotencia contra tan poderoso ejército. El secreto de la victoria es primero, reconocer la futilidad del esfuerzo humano sin ayuda de Dios y luego, tener la confianza de que Dios lo salvará. Su poder obra mejor a través de aquellos que reconocen sus limitaciones (2Co_12:9). Los que piensan que lo pueden hacer todo son los que están en más grave peligro.

2Crónicas 25; 8
Pero si tú vas, hazlo, esfuérzate para la batalla; sin embargo Dios te derribará delante del enemigo, porque Dios tiene poder para ayudar y para derribar.

Amasías no era enemigo de la religión, sino un amigo frío e indiferente. Muchos hacen lo que es bueno, pero no con un corazón perfecto. La impetuosidad obra para arrepentimiento. Pero la obediencia de Amasías al mandamiento de Dios fue para su honra. La creencia firme en la completa suficiencia de Dios para sostenernos en nuestro deber y compensar toda pérdida y daño en que incurramos en su servicio, hará muy ligero su yugo y liviana su carga. Cuando somos llamados a dejar cualquier cosa por Dios y por nuestra fe, debe satisfacernos que Dios sea capaz de darnos mucho más que esto.
Los pecadores convictos, que no tienen la verdadera fe, siempre objetan la obediencia abnegada.   Muchos pretenden aquietar sus conciencias con el pretexto de que son necesarias las costumbres prohibidas. La respuesta, como aquí, es: el Señor es capaz de darte mucho más que esto. Él compensa aun en este mundo todo lo que se rinde a su causa.
En la economía humana, la ley de la oferta y la demanda regula el precio a pagarse por los bienes y servicios. En momentos de exceso de suministros, los precios bajan; en tiempos de carestía, los precios suben. La economía humana es fluctuante.
Pero la economía divina no tiene variación alguna. Dios siempre suple de acuerdo con nuestra necesidad. Dios no desea que su pueblo pase necesidades, más bien quiere «que abunden más y más» (1Tes_4:10-12). ¿Crees que porque le das algo a Dios tendrás menos? No, de acuerdo con la Ley divina. ¡Cuando das te colocas en posición de recibir!
Nunca podremos superar la generosidad de Dios. Sin embargo, tenemos que desarrollar nuestra capacidad de cosechar. El esperar recibir, no de la persona a quien damos, sino de nuestra fuente divina, también es un acto de fe. Cuando niño, en una granja, aprendí que plantar significa hacer algo y, de igual forma, para recoger la cosecha se necesita hacer algo. Ambos son actos de fe.
¡Maranata!¡Ven pronto mi Señor Jesús!


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