} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 1 Abril: Meditando la Palabra de Dios en la Biblia.

domingo, 1 de abril de 2018

1 Abril: Meditando la Palabra de Dios en la Biblia.



 Marcos 11; 7-9
Entonces trajeron* el pollino a Jesús y echaron encima sus mantos, y Jesús se sentó sobre él.
   Y muchos tendieron sus mantos en el camino, y otros tendieron ramas que habían cortado de los campos.
   Los que iban delante y los que le seguían, gritaban: ¡Hosanna! BENDITO EL QUE VIENE EN EL NOMBRE DEL SEÑOR;

Así se cumplió profecía.  Los mantos sirvieron de silla en que sentarse Jesús sobre el asnillo (Jn_12:14), y reflejaron el respeto de los discípulos hacia su Señor.
Los creyentes mostraron su honor hacia su rey (Zac_9:9) al pavimentar el camino delante de Jesús con ropas y ramas de palmera (Jn_12:13).
Hubo dos grupos de adoradores: los discípulos de Jesús y la gente que había venido a la casa de Lázaro la noche anterior (Jn_12:9), y la multitud que salió de Jerusalén a encontrarle en el camino (Jn_12:12-13).
La palabra, Hosanna, significa “sálvanos ahora”, siendo o una petición a Dios o una exclamación de acción de gracias. La gente gritaba, citando las palabras del Salmo mesiánico, 118:25,26. Mateo (21:9) informa que la multitud decía, “¡Hosanna al Hijo de David!”, una expresión indicativa del Mesías. Y también decía, “¡Hosanna en las alturas!” La gente estaba persuadida del que el Mesías había llegado y que entraba en la ciudad capitalina para inaugurar su reinado. Veían muy bien en Jesús el cumplimiento de esas profecías, pero no entendían la proyección que tendría el Reino de Cristo. Cuando solo algunos días más tarde llevaron a Jesús al tribunal, esa misma multitud gritó: "¡Crucifícale!"
Ningún otro episodio nos muestra tan claramente como este el tremendo coraje de Jesús. En aquellas circunstancias, uno podría haber esperado que Jesús Se introdujera en Jerusalén de incógnito, y Se mantuviera a cubierto de las autoridades, que estaban dispuestas a eliminarle. En vez de eso, entró de tal manera que atrajo la atención de toda la gente. Una de las cosas más peligrosas que una persona puede hacer es dirigirse a un pueblo y decirle que todas sus ideas están equivocadas. Cualquiera que intente desarraigar los sueños nacionalistas de un pueblo se está buscando problemas. Pero eso fue precisamente lo que hizo Jesús. Aquí Le vemos haciendo la última llamada del amor, y haciéndola con un coraje verdaderamente heroico.

Juan 19; 12
Como resultado de esto, Pilato procuraba soltarle, pero los judíos gritaron, diciendo: Si sueltas a éste, no eres amigo del César; todo el que se hace rey se opone al César.

Cuando el líder judío proclamó ante Pilato: "¡No tenemos más rey que el César!» fue la más alucinante volte face de la Historia. El solo oírlo debe de haber dejado a Pilato sin aliento, y seguramente se los quedaría mirando medio alucinado y medio divertido. Los judíos estaban dispuestos a renegar de todos sus principios con tal de eliminar a Jesús.
Es un cuadro horrible. El odio de los judíos los convirtió en una enloquecida chusma de fanáticos y frenéticos vociferadores y frenéticos. En su odio olvidaron toda misericordia, todo sentido de proporción, toda justicia, todos sus principios, hasta a Dios. Nunca en toda la Historia de la humanidad se mostró más claramente la locura del odio.

Juan 19; 15
Entonces ellos gritaron: ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Crucifícale! Pilato les dijo*: ¿He de crucificar a vuestro Rey? Los principales sacerdotes respondieron: No tenemos más rey que el César.

En su fanatismo por crucificar a Cristo, negaron al Dios del Antiguo Testamento, el único Rey de Israel (Jue_8:23; 1Sa_8:7; 1Sa_12:12), y negaron la promesa de Dios a David acerca de su Hijo (2Sa_7:12-16), el Mesías que ocuparía su trono para siempre. Desde luego, sus palabras eran pura hipocresía, pero en realidad los que no se arrepintieron de este pecado se excluían del reino verdadero del Mesías. La ironía del asunto se ve en que ellos dijeran "No tenemos más rey que César", pero dentro de pocos años su templo, ciudad y millares de ellos fueron destruidos por el mismo César a quién proclamaban como su único rey. 

¡Maranata!¡Ven pronto mi Señor Jesús!


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