} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 26 Abril: Meditando la Palabra de Dios en la Biblia.

jueves, 26 de abril de 2018

26 Abril: Meditando la Palabra de Dios en la Biblia.



  1 Timoteo 3; 15
pero en caso que me tarde, te escribo para que sepas cómo debe conducirse uno en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios vivo, columna y sostén de la verdad.

La mirada del Apóstol se hace más amplia. Las directrices que acaba de bosquejar (Mat_2:13, Mat_2:13) no van dirigidas sólo a Timoteo en Éfeso. Ante los ojos de Pablo está ahora toda la Iglesia del Asia Menor con todas sus comunidades; todas ellas han de tener en cuenta estas directrices disciplinares, dirigidas a la comunidad y a la Iglesia. Con una imagen que se usa muy a menudo en el Nuevo Testamento  se llama a la comunidad, a la Iglesia del Dios viviente, casa de Dios. Dios mismo, pues, que posee la plenitud de la vida y da la vida, habita en la comunidad. No está lejos de los cristianos, sino que «donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» (Mat_18:20). ¡Qué consuelo, qué alegría para los cristianos, pero qué pesada responsabilidad también! El Dios santísimo que habita en la comunidad como en un templo, no tolerará que su casa sea profanada y destruida. «Al que destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él; pues el templo de Dios es sagrado; y ese templo sois vosotros» (1Co_3:17)

1 Corintios 3; 11-13
Pues nadie puede poner otro fundamento que el que ya está puesto, el cual es Jesucristo.
   Ahora bien, si sobre este fundamento alguno edifica con oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, paja,
   la obra de cada uno se hará evidente; porque el día la dará a conocer, pues con fuego será revelada; el fuego mismo probará la calidad de la obra de cada uno.

El asunto de fundamento ya está establecido y nadie puede hacer cambio en él. Jesucristo (su persona divina, lo que ha hecho en su cruz, y toda su doctrina) es ese fundamento, el que Pablo puso.
         Cristo mismo dijo (Mat_16:17-18) que iba a edificar la iglesia sobre la roca “ésta”, que fue la confesión que Pedro acababa de hacer acerca del Cristo, y no sobre Pedro. (Según el texto griego, Cristo dijo: “Tú eres petros, y sobre esta petra edificaré mi iglesia”). Pedro, como el supuesto primer Papa de Roma, sería otro fundamento, y Pablo dice que otro no puede ser puesto.
         Si alguien edifica sobre otro fundamento (sobre otra persona, que tiene que ser humana, y sus doctrinas), lo que edifica no es “edificio de Dios”; no es la iglesia de Cristo, sino alguna iglesia humana. Si los conversos de los predicadores creen y practican lo que queda fuera de la doctrina de Cristo (2Jn_1:9), la doctrina apostólica (Hch_2:42), llegan a ser parte de algún edificio no de Dios.
En este lenguaje figurado que Pablo emplea, hay dos clases de materiales con que edifica sobre el fundamento. Los primeros tres (oro, plata, piedras preciosas, resisten el fuego; las otras tres, madera, heno, hojarasca, no lo resisten.
         Estas dos clases diferentes de materiales de construcción representan los conversos que el evangelista hace. Él tiene que tener mucho cuidado en su obra de construcción (predicación y enseñanza), pero no es responsable por la fidelidad de los conversos.

Es importante guardar el punto que aquí Pablo enfatiza, para no ir tras ideas extrañas. “La obra de cada uno se hará evidente. La frase siguiente dice por qué será hecha manifiesta la obra de cada persona que edifica encima del fundamento, Cristo Jesús.
         No entra en este contexto nada de la idea de purgar pecados de personas.
         La obra de cada evangelista y maestro de Biblia será hecha evidente, o manifiesta, porque el día la va a declarar. Nadie va a poder esconder la calidad de dicha obra. Será expuesta.
     En este pasaje, Pablo está hablando por experiencia. Estaba destinado a ir echando los cimientos para luego pasar a otro sitio. Es verdad que se quedó dieciocho meses en Corinto (Hech 18: I1) y tres años en Éfeso (Hech_20:31); pero puede que en Tesalónica no estuviera ni un mes, y esto era lo más corriente. Había tanto terreno que planificar, tantas personas que ni siquiera habían oído el nombre de Jesucristo que, si se iba a empezar en serio la evangelización del mundo, Pablo no podía más que echar los cimientos y pasar a otro sitio. Sólo cuando le metían preso se veía obligado a permanecer en un sitio su inquieto espíritu.
Dondequiera que iba, echaba el mismo cimiento: los Hechos referentes a Jesucristo y Su oferta de Salvación. Su tremenda labor consistía en presentar a Cristo a la gente, porque era en Él, y sólo en Él, donde se podían encontrar tres cosas:

(a) El perdón de los pecados pasados. Uno se encuentra en una nueva relación con Dios, y descubre de pronto que Dios es su amigo y no su enemigo; Que es como Jesús; donde antes creía ver odio, ahora ve amor, y el Que antes le parecía infinitamente remoto ahora ve como íntimamente tierno.
(b) Fuerza para el presente. En la presencia y ayuda de Jesús halla valor para arrostrar la vida, porque ha dejado de ser una unidad aislada peleando una batalla a solas con un universo adverso. Vive una vida en la que nada puede separarle del amor de Dios en Cristo Jesús su Señor. Transita los caminos de la vida y pelea sus batallas con Cristo.
(c) Esperanza para el porvenir. Ya no vive en un mundo en el que tiene miedo a mirar adelante, sino en uno en el que Dios está en control y haciendo que todo contribuya a su bien. Vive en un mundo en el que la muerte ya no es el fin, sino sólo el preludio de una gloria mayor. Sin el cimiento de Cristo no se puede tener ninguna de estas cosas.
Pero son otros los que tienen que construir sobre ese cimiento. Pablo no está hablando aquí de construir cosas malas, sino cosas inadecuadas. Uno puede presentar a sus semejantes una versión del Evangelio que es floja y aguada; algo unilateral, que hace mucho hincapié en ciertas cosas y demasiado poco en otras, sin el debido equilibrio; algo deformado, en lo que hasta las cosas más importantes aparecen alabeadas.
El Día al que se refiere Pablo es la Segunda Venida de Cristo. Entonces tendrá lugar la prueba definitiva. Lo erróneo e impropio se desvanecerá; pero, por la misericordia de Dios, hasta el constructor equivocado se salvará; porque, por lo menos, trató de hacer algo por Cristo. Pues nosotros, cuando hablamos de Cristo, debemos tener presente el hecho de que Cristo está escuchando. Tal convicción nos librará de muchos peligros y errores.

¡Maranata! ¡Ven pronto mi Señor Jesús!

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