Efesios 5; 25
Maridos, amad a
vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se dio a sí mismo por
ella,
La mujer debe
estar sujeta al marido como la iglesia está sujeta a Cristo, para que el marido
ame a su esposa como Cristo amó a la iglesia. Y el marido debe amar a su esposa
como Cristo amó a la iglesia, para que su esposa se sujete a él como la iglesia
está sujeta a Cristo.
Cristo
es el ejemplo de amor para el marido. ¡Qué modelo perfecto! ¿Quién puede
imitar el amor de Cristo para su esposa, la iglesia (2Co_11:2)?
Si el marido ama a su esposa como Cristo amó a la iglesia, estará dispuesto a
hacer sacrificios por ella. Estará dispuesto a sufrir y aun a morir por ella.
Esta clase de amor destruye el egoísmo. ¡Cuántos divorcios se evitarían si
hubiera más amor tan sincero!
Este amor del marido debe ser expresado en el afecto, en la simpatía, en
el apoyo, en el consuelo, en la comprensión, en la paciencia, y sobre todo en
la consideración. Debe vivir con ella sabiamente (1Pe_3:7). "Maridos, amad a vuestras mujeres, y no
seáis ásperos con ellas" (Col_3:19). La
crueldad en la familia es algo inexplicable.
El machismo indica un complejo de inferioridad, una
inmadurez casi incalculable, y sobre todo una profunda ignorancia y falta de
cultura. Muchos hombres son crueles ("ásperos") con sus esposas,
porque se sienten frustrados en su trabajo o negocio, y buscan "víctimas".
No se atreven a golpear al verdadero objeto de su enojo, pero quieren golpear a
alguien. Por tanto, la esposa y los hijos llegan a ser sus víctimas.
Este comportamiento no coincide en
ningún sentido con la actitud de Cristo para con su iglesia. El "se
entregó a sí mismo por ella", para demostrar su gran amor por ella.
Si
te preguntas ¿Cómo debo conducirme con mi esposa? Mira a Cristo, el Esposo
divino, en su relación con la Iglesia: la ama, se sacrifica por ella, está
atento a sus intereses, la cuida; sé tan sensible a las necesidades de ella y a
lo que la hace sufrir, como lo eres con los miembros de tu propio cuerpo.
A
su vez, la esposa debe preguntarse: ¿Cómo debo conducirme con mi marido? Fíjate
en la desposada escogida, la Iglesia, en su relación con Cristo; respétalo,
reconoce que él está llamado a ser la «cabeza» de la familia, responde
positivamente a su liderazgo, escúchale, encómialo, mantente unida en propósito
y en voluntad con él; sé una ayuda verdadera (Gen_2:18).
¡Maranata!¡Ven pronto mi Señor Jesús!
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