} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 9 Abril Meditando la Palabra de Dios en la Biblia.

lunes, 9 de abril de 2018

9 Abril Meditando la Palabra de Dios en la Biblia.



 Génesis 2; 16-17
Y ordenó el SEÑOR Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer,
pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente morirás.

   Acaso el árbol de vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal eran árboles reales? A menudo se expresan dos puntos de vista diferentes:
(1) Los árboles eran reales, pero simbólicos. La vida eterna con Dios estaba simbolizada al comer del árbol de la vida.
(2) Los árboles eran reales, poseían propiedades especiales. Al comer el fruto del árbol de la vida; Adán y Eva podían tener vida eterna, disfrutando de una relación permanente como hijos de Dios.
En cualquiera de los casos, el pecado de Adán y Eva los separó del árbol de la vida y así les impidió obtener vida eterna. De un modo interesante, el árbol de la vida aparece una vez más en Apocalipsis 22 donde la gente está disfrutando de vida eterna con Dios.

  Dios dio a Adán la responsabilidad del huerto y le dijo que no comiera del árbol de la ciencia del bien y del mal. Antes que prevenirlo físicamente de comer, Dios le dio a Adán una opción, aun cuando él pudiera escoger equivocadamente. Actualmente Dios nos sigue dando alternativas y nosotros también, escogemos equivocadamente. Estas elecciones erróneas nos pueden causar dolor, pero nos pueden enseñar a aprender y a crecer y a hacer mejores elecciones en el futuro. Vivir con la consecuencia de nuestras decisiones nos enseña a pensar y elegir con más cuidado.

  ¿Por qué Dios colocó un árbol en el huerto, para después prohibir a Adán comer de él? Dios quería que Adán lo obedeciera, pero Él le dio la libertad de la elección. Sin una alternativa, Adán habría sido como un prisionero, y su obediencia habría sido hueca. Los dos árboles presentaban un ejercicio de decisión, con recompensas si se elegía obedecer o tristes consecuencias si se decidía desobedecer. Cuando nos enfrentemos a la alternativa, siempre elijamos obedecer a Dios.

Juan 17; 3
Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.

Conocer a Dios es una expresión característica del Antiguo Testamento. La sabiduría es «árbol de vida a los que de ella echan mano» (Pro_3:18).   «Los justos son librados por la sabiduría» (Pro_11:9). El sueño de la nueva edad de Habacuc era «que la Tierra estará llena del conocimiento de la gloria de Dios" (Hab_2:14). Oseas oye la voz de Dios que le dice: "Mi pueblo fue destruido porque le faltó conocimiento» (Ose_4:6). Una exposición rabínica pregunta cuál es la porción más pequeña de la Escritura que contiene todas las partes esenciales de la ley, y contesta: Pro_3:6, que quiere decir literalmente: «Reconócele en todos tus caminos, y Él enderezará tus veredas.» También había una exposición rabínica que decía que Amós había reducido todos los mandamientos de la ley a uno solo, cuando dijo: «Buscadme, y viviréis» (Amo_5:4), porque buscar a Dios quiere decir buscar conocerle. Los maestros judíos hacía mucho que insistían en que conocer a Dios es necesario para vivir la verdadera vida. Entonces, ¿qué quiere decir conocer a Dios?
  Sin duda hay un elemento de conocimiento intelectual. Quiere decir, por lo menos en parte, saber cómo es Dios; y eso es algo que cambia radicalmente la vida. Tomemos dos ejemplos. Los pueblos primitivos creen en una multitud de dioses. Todos los árboles, arroyos, cerros, montañas, ríos y piedras tienen sus dioses y espíritus, que son hostiles, y los pueblos primitivos se sienten asediados por ellos, y viven en constante temor de ofenderlos. Los misioneros nos dicen que es casi imposible entender la oleada maravillosa de alivio que llega a esos pueblos cuando descubren que no hay más que un solo Dios. Este nuevo conocimiento hace que todo sea distinto de como era antes. Además, es radicalmente otra cosa saber que Dios no es vengativo ni cruel, sino amor.
Estas cosas las sabemos; pero no las habríamos sabido si Jesús no hubiera venido a decírnoslas. Entramos en una nueva vida, participamos de algo de la vida de Dios mismo cuando, gracias a Jesús, descubrimos cómo es Dios. Es una parte esencial de la vida eterna saber cómo es Dios.
  Pero hay algo más. En el Antiguo Testamento se usa corrientemente la palabra conocer con el sentido de la relación sexual. «Conoció Adán a su mujer Eva, la cual concibió y dio a luz a Caín» (Génesis 4: l). Ahora bien: el conocimiento entre marido y mujer es el más íntimo que puede haber. Marido y mujer ya no son dos, sino una sola carne. El acto sexual no es lo más importante, sino la intimidad e identidad de corazón, mente y alma que en el verdadero amor lo preceden. Conocer a Dios no es, por tanto, un mero conocimiento intelectual de Él, sino una íntima relación personal con Él que es como la relación más próxima y amada de la vida. De nuevo hemos de decir que, sin Jesús, tal intimidad con Dios habría sido impensable e imposible. Es Jesús el Que nos ha enseñado que Dios no es un Ser remoto e inasequible, sino el Padre Cuya naturaleza es amor.
Conocer a Dios es no sólo saber cómo es, sino también estar en términos de la más íntima relación de amistad con Él; y ninguna de las dos cosas es posible sin Jesucristo.

 ¡Maranata!¡Ven pronto mi Señor Jesús!

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