Marcos 5; 36 Pero
Jesús, oyendo lo que se hablaba, dijo al
oficial de la sinagoga: No temas, cree solamente.
Las
palabras de los mensajeros de la casa de Jairo le trajeron tristeza. Pero Jesús
los ignora y responde con palabras de consuelo. Dios es amor (1Jn_4:8).
A
Dios no le falta poder, ¡ni sobre la muerte! Las noticias de esos medio
creyentes, que implicaban que ahora nada se podía hacer, no presentaban ningún
problema para el que es la Vida misma (Jn_14:6;
1Jn_1:1-2).
Jairo había sido testigo del milagro
que Jesús hizo a favor de la mujer con el flujo de sangre. Acaba de oír las
noticias acerca de la muerte de su hija. Ahora que se le manda solamente creer,
esto implica que él crea que Jesús tiene poder aun sobre la muerte. El poder
milagroso de Dios no se limita a problemas físicos de esta vida.
¿Por qué “solamente creer”? Jairo no
había visto casos de levantamientos de muertos; no sabía cómo podría Jesús
ayudarle en este caso, ya que su hija acabó de morir. Pero tiene que tener fe
en Jesús. Dado que no puede hacer otra cosa, ni otra cosa le es necesaria, se
le manda que “solamente crea”. Nuestra fe en Dios no debe estar limitada por la
muerte.
Jesús
prometió a Jairo que su hija sería sanada con tal que él creyera (Luc_8:50).
La fe de Jairo no fue pasiva (fe sola),
sino activa. Había dejado su hija enferma para buscar a Jesús. Le encontró y se
postró a sus pies para adorarle. Le rogó mucho que Jesús fuera a sanar a su
hija. Pero ya no pudo hacer más, excepto ahora solamente seguir creyendo. No se
le mandó a Jairo hacer algo solo, sino que ¡solamente siguiera haciendo lo que
ya hacía!
La
palabra creer lleva la idea de confiar en o dar veracidad a un mensaje o
confiar en alguien. También estos significados se llevan al concepto de fe del
N.T. con la expresión de creer que enfoca nuestra fe en Cristo. La fe o
creencia puede ser dirigida a un sujeto equivocado o ser incompleta,
involucrando solamente el intelecto y la emoción (Luc
8:13) sin rendir la voluntad. La fe salvadora verdadera incluye (1) una
total seguridad en cuanto a la fidelidad de Dios y la verdad de su palabra, en
particular la proclamación del N.T. concerniente a Jesús y a su obra (Heb_11:1) y (2) confiar en Dios por medio de Cristo
que establece una relación personal de confianza y compromiso de toda la vida
al objeto de la fe.
Juan 21; 22
Jesús le dijo(a Pedro): Si yo quiero que él (Juan) se quede
hasta que yo venga, ¿a ti, qué? Tú, sígueme.
Este pasaje deja
bien claro que Juan tiene que haber llegado a una notable ancianidad; tiene que
haber vivido una vida tan larga que se corrió la voz entre los cristianos de
entonces que iba a seguir vivo hasta la Segunda Venida de Cristo. Ahora bien:
de la misma manera que el pasaje anterior asignaba a Pedro su lugar
correspondiente en el plan de Dios, este se lo asigna a Juan. Su misión
especial sería la de ser testigo de Cristo. También en su caso los cristianos
de entonces harían sus comparaciones. Mencionarían que Pablo había llegado al
fin de la Tierra; que Pedro iba por acá y por allá pastoreando a los creyentes;
y entonces se preguntarían cuál era la misión especial de Juan, que llegó a tal
ancianidad en Éfeso que ya no podía llevar a cabo ninguna actividad. Aquí está
la respuesta: Puede que Pablo fuera el pionero de Cristo; Pedro, el pastor de
Cristo; pero Juan era el testigo de Cristo, el que podía decir: «Yo he vivido
estas cosas, y sé que son verdad.»
Hoy en día
también la prueba definitiva del Cristianismo es la experiencia cristiana
personal. Hoy también el cristiano es el que puede decir: «Yo conozco a
Jesucristo, y sé que el Evangelio es verdad.»
Así que, en su
final, este evangelio toma dos de las grandes figuras de la Iglesia, Pedro y
Juan. A cada uno Jesús le asignó una misión. La de Pedro fue pastorear la grey
de Cristo hasta dar su vida por Él. La de Juan fue ser testigo de la historia
de Cristo, y alcanzar una bendita ancianidad para acabar muriendo en paz. Nada
los hizo rivales en el honor y el prestigio, ni al uno superior al otro. Los
dos fueron esclavos de Cristo.
Que cada cual
sirva a Cristo donde Cristo le ha puesto. Como le dijo Jesús a Pedro: "La
tarea que Yo le doy a otro no es cosa tuya. Lo tuyo es seguirme;» así nos lo
dice a cada uno de nosotros. Nuestra gloria no depende de nuestra comparación
con los demás, sino de servir a Cristo en la capacidad que Él nos ha asignado.
¡Maranata! ¡Ven pronto mi Señor Jesús!
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