Salmo 31; 14-15
Pero yo,
oh SEÑOR, en ti confío; digo: Tú eres mi Dios.
En tu mano están mis años; líbrame de la
mano de mis enemigos, y de los que me persiguen.
Al decir,
"en tu mano están mis tiempos", David estaba expresando simplemente
su creencia de que todas las circunstancias de la vida están bajo dominio de
Dios. Saber que Dios nos ama y tiene cuidado de nosotros nos permite
mantenernos firme en nuestra fe a pesar de las circunstancias. Nos guarda de
pecar tontamente al tomar los asuntos en nuestras propias manos o resentirnos
por los tiempos de Dios.
Despreciado y
hostigado de todos, al salmista no le queda, sino confiar en Yahvé, que ahora más que nunca es su Dios. Es en los
momentos difíciles cuando se debe probar la fidelidad a Yahvé. A pesar de que está como abandonado de su Dios, el justo
reacciona con su fe, sabiendo que, al fin, su Dios le ha de hacer
Justina frente a sus enemigos. En realidad, la Providencia divina es
misteriosa, y en sus manos están
los destinos de los hombres, y
sobre todo del que les es fiel. Las vicisitudes de la vida están bajo su
control directo, y por eso el justo, que vive de la fe, debe esperar ser
rehabilitado por el que es Dios de justicia. El creyente nunca es víctima de “la suerte”.
Aun cuando en el contexto parece estar bajo el control del enemigo, Dios está
en control y Él es soberano. La manera y el tiempo de la victoria están en sus
manos.
El ojo de la fe
ve que tanto los tiempos de
tribulación como los tiempos de triunfo están en la mano de Dios.
Salmo 32; 10
Muchos
son los dolores del impío, pero al que confía en el SEÑOR, la
misericordia
lo rodeará.
Dios enseña por
su palabra y guía con las intimaciones secretas de su voluntad. David da una palabra
de advertencia a los pecadores. La razón de esta advertencia es que el camino
del pecado terminará ciertamente en dolor.
Aquí hay una
palabra de consuelo para los santos. Vean ellos que la vida de comunión con
Dios es lo más grato y consolador. Que nos regocijemos en ti, oh Señor Jesús, y
en tu salvación; así ciertamente nos regocijaremos.
Existen tres
facetas de la complacencia en el estado de protección: la continua actividad de
confiar, la relación básica de “andar bien con Dios” y la realidad moral de un carácter recto. Los
tales no son inmunes a los impíos, pero cuando llega, ellos están rodeados del
amor que nunca falla.
Esta confianza
en Dios hace prorrumpir un grito de alabanza: alegraos y gozaos son palabras comunes en los himnos de acción
de gracias. El gozo no es sólo nuestro privilegio, es también nuestro deber. La
meta de toda persona que confía en Dios debe ser este deleitarse en Él y no la
prosperidad material, el placer, la fama o cualquier otra cosa.
¡Maranata!¡Ven pronto mi Señor Jesús!
No hay comentarios:
Publicar un comentario