} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 24 Abril: Meditando la Palabra de Dios en la Biblia.

martes, 24 de abril de 2018

24 Abril: Meditando la Palabra de Dios en la Biblia.


 Cantares 8: 7
Las muchas aguas no pueden extinguir el amor, ni los ríos lo anegarán; si el hombre diera todos los bienes de su casa por amor, de cierto lo menospreciarían.

El amor verdadero tiene unos celos que son un reflejo del celo de Dios (Exo. 20:5; 2 Cor. 11:2). Una esposa tiene todo derecho de estar celosa si su marido comienza a enre darse con otra mujer. Los celos hieren, y hieren mucho, y esa es la razón por la que pueden ser tan inconmovibles como el Seol. Además, el amor verdadero es tan inapagable como una llama de fuego. Como poderosa llama puede leerse “como la llama misma del Señor”. El amor verdadero tiene su origen en Dios, porque Dios es amor. Tanto amor tiene un poder sobrenatural que ningún esfuerzo humano puede extinguir. La humanidad trató de apagar tal amor en el Calvario, pero sus esfuerzos fueron fútiles. Las aguas del pecado, la muerte, el Seol, Satanás y toda la rebeldía de la humanidad no pueden apagar el amor de Cristo para el mundo. Finalmente, el amor verdadero no puede ser comprado. Aunque el precio ofrecido sea extremadamente elevado, el amor desprecia la compra. La invitación del evangelio es venir y comprar sin dinero (Isa. 55:1).
Las persecuciones (Hech_8:1) no pueden apagar el amor (Heb_10:34; Apoc_12:15-16). Las muchas provocaciones nuestras no pueden apagar el amor de él (Rom_8:33-39). Si diese el hombre … hacienda … menospreciaran—ninguna cosa que no sea Jesucristo mismo, ni tampoco el cielo sin él, puede satisfacer al santo (Fil_3:8). Satanás ofrece el mundo, como a Jesucristo (Mat_4:8), también al santo, en vano (1Jn_2:15-17; 1Jn_5:4). Nada sino nuestro amor, a la vez, puede satisfacerle a él (1Co_13:1-3).
Si amamos a Cristo, el temor de perder su amor o las tentaciones de abandonarlo serán sumamente penosas para nosotros. No hay agua que pueda sofocar el amor de Cristo por nosotros, ni anegación que lo ahogue. Que nada abata nuestro amor por Él. Ni la vida ni todos sus bienestares incitan al creyente para que deje de amar a Cristo. El amor de Cristo nos capacita para rechazar y vencer las tentaciones de las sonrisas del mundo, como asimismo de sus ceños fruncidos.

¡Maranata!¡Ven pronto mi Señor Jesús!


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