Juan
19: 18
donde le
crucificaron, y con El a otros dos, uno a cada lado y Jesús en medio.
La crucifixión
era una forma romana de castigar. A la víctima sentenciada a este tipo de
ejecución la obligaban a llevar su cruz por la vía principal hasta el lugar de
la ejecución, como una advertencia a todo observador. Las cruces y los métodos
de crucifixión variaban. A Jesús lo clavaron en la cruz, a otros simplemente lo
amarraban con sogas. La muerte llegaba por sofocación, debido a que el peso del
cuerpo impedía la respiración normal a medida que la víctima perdía energías.
La crucifixión era una muerte terriblemente lenta y dolorosa.
Juan 20; 19
Entonces,
al atardecer de aquel día, el primero de la semana, y estando cerradas las
puertas del lugar donde los
discípulos se encontraban por miedo a los judíos, Jesús vino y se puso en medio
de ellos, y les dijo*: Paz a vosotros.
No era necesario
quitar la piedra del sepulcro para que Jesús saliera; más bien, se quitó la
piedra para que los discípulos pudieran ver el sepulcro vacío. Jesús podía
manifestarse cuándo y dónde El quisiera. Tampoco tuvo que entrar en una casa
por una puerta abierta. Podía aparecer o desaparecer según su voluntad.
Por causa de este fenómeno se discute
mucho sobre cómo era el cuerpo de Jesús después de su resurrección. Dicen
algunos que su cuerpo ya estaba en el proceso de cambiarse en el cuerpo
glorioso, etc., pero ¿con qué propósito se habla así? Antes de morir ¿no andaba
sobre el agua?. ¿Se requería un cuerpo especial para hacer eso?
Cuando Jesús entró y dijo, "Paz a
vosotros", "Entonces, espantados y atemorizados, pensaban que veían
espíritu" (Luc_24:37). En lugar de sentir
paz en su alma sólo sentían espanto y temor y esto fue causado por su falta de
fe en la resurrección
Apocalipsis
5; 6
Miré,
y vi entre el trono (con los cuatro seres vivientes) y los ancianos, a un
Cordero, de pie, como inmolado, que tenía siete cuernos y siete ojos, que son
los siete Espíritus de Dios enviados por toda la tierra.
Cristo es la
figura central en el esquema de Dios de la salvación del hombre pecador. A
Jesucristo se le describe como León (símbolo de su poder y autoridad) y como
Cordero (símbolo de su sumisión a la voluntad de Dios). Uno de los ancianos
invita a Juan a que mire al León, pero cuando lo hace ve un Cordero. Cristo el
Cordero fue el sacrificio perfecto por los pecados de toda la humanidad; por lo
tanto, solo El puede salvarnos de los acontecimientos terribles revelados en el
rollo. Cristo el Cordero ganó la mayor de las batallas. Derrotó a todas las
fuerzas del mal mediante la cruz. Cristo el León dirigirá la batalla donde
finalmente Satanás será vencido. Cristo el León es vencedor por lo que ya hizo
el Cordero. Participaremos de su victoria no debido a nuestro esfuerzo o bondad
sino porque El ha prometido vida eterna a todos los que creen en su nombre.
Juan ve al
Cordero "como inmolado". Las heridas del Cordero son las que fueron
infligidas en el cuerpo de Jesús durante su juicio y crucifixión (Jn_20:24-31). Jesús fue llamado el Cordero de Dios por
Juan el Bautista (Jn_1:29). En el Antiguo
Testamento, se ofrecían los corderos para cubrir los pecados. El Cordero de
Dios murió como el sacrificio supremo por todos los pecados (Isa_53:7; Heb_10:1-12, Heb_10:18).
Los cuernos simbolizan fortaleza y poder (1Rey_22:11). Aunque Cristo es un cordero expiatorio,
en ninguna forma es débil. Murió, pero ahora vive en la fortaleza y el poder de
Dios.
Aquí tenemos una gran paradoja: el
Cordero lleva las heridas sacrificiales; pero al mismo tiempo está revestido
del poder del mismo Dios para desbaratar a Sus enemigos El Cordero tenía siete cuernos; el número siete representa la perfección; el
poder del Cordero es perfecto más allá de toda resistencia.
El Cordero tiene siete ojos, que
representan a los Espíritus de Dios enviados por toda la Tierra. El antecedente
se encuentra en Zacarías, donde
el profeta ve las siete lámparas que son " los ojos del Señor, que
recorren toda la Tierra" (Zac_4:2;
Zac_4:10). Es una figura
misteriosa, pero está claro que representa la omnipotencia de Dios. De forma
casi inquietante dice que no hay lugar de la Tierra que esté oculto a la mirada
de Dios.
Aquí tenemos una presentación
impresionante de Cristo como el cumplimiento de todas las esperanzas y los
sueños de Israel, porque es el León de la tribu de Judá y la Raíz de David; es
el único Cuyo sacrificio se aplica a toda la humanidad, porque sigue llevando
sus marcas en los lugares celestiales. Pero la tragedia se convirtió en
victoria, y la vergüenza en gloria; y Él es el único Cuyo poder todo
conquistador es irresistible, y Cuya mirada escrutadora es inescapable.
¡Maranata! ¡Ven pronto mi Señor Jesús!
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