} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 28 Abril: Meditando la Palabra de Dios en la Biblia.

sábado, 28 de abril de 2018

28 Abril: Meditando la Palabra de Dios en la Biblia.



    Lucas 11; 9-10
Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.
   Porque todo el que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.

En este texto Jesús nos enseña cómo orar. Ahora insiste en que aprovechemos este gran privilegio. Jesús no dice "rezar", sino "pedid". Hay mucha diferencia entre el rezar y el orar. No hay virtud alguna en recitar o leer oraciones. Lo que agrada a Dios es el pedir, buscar y llamar. La ley de Cristo contiene enseñanzas bien difíciles para nosotros a menos que nuestro corazón esté completamente sumiso a la voluntad de Dios. Es necesario que haya cambio de corazón y de vida. ¿Cómo es posible hacer estos cambios? “Pedid... buscad... llamad". Debemos llevar todo problema a Dios en oración. Si estamos resueltos a hacer la voluntad de Dios, si estamos resueltos a cooperar con la oración (poner nuestra parte), y si comprendemos que urgentemente necesitamos de la ayuda de Dios, Él nos oirá.
Promete Jesús que todos los que piden recibirán incondicionalmente lo que piden? Desde luego que no, porque hay varios requisitos para que nuestra oración sea aceptable ante los ojos de Dios. Leamos  Hch_16:31, "Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa".  El que pide y el que cree deben cumplir con los requisitos (mandamientos) de Dios.
Dios contesta nuestras oraciones en varias maneras: en primer lugar, tenemos la plena seguridad de que Él nos oye si estamos en comunión con El, y que Él nos ama y quiere ayudarnos y bendecirnos. No siempre concede lo que pedimos (2Co_12:8), pero siempre nos da lo que pedimos o algo mejor que lo que pedimos (lo que es espiritualmente mejor para nosotros).
Si no recibimos lo que pedimos, no es porque Dios es tacaño y nos lo niega, sino porque tiene algo mejor para nosotros. No hay tal cosa como una oración incontestada. La respuesta puede no ser la que queríamos o esperábamos; pero, aun cuando no se nos conceda lo que pedimos, la respuesta viene de la sabiduría y el amor de Dios.

¡Maranata!¡Ven pronto mi Señor Jesús!

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