2 Pedro 3; 10
Pero el día del Señor vendrá como ladrón, en el cual los cielos
pasarán con gran estruendo, y los elementos serán destruidos con fuego intenso,
y la tierra y las obras que hay
en ella serán quemadas.
La
frase "día del Señor" significa el tiempo de alguna calamidad,
retribución, o juicio, de parte de Dios. Sí, vendrá, no importando cuánto
tiempo pase primero. El orden de las palabras en el texto griego da énfasis a
la certeza de esta verdad; es decir, seguramente vendrá ese día. La frase
"como ladrón" da a entender que ése día vendrá súbitamente, sin
anunciarse de antemano, e inesperado, y de eso se implica que tenemos que
mantenernos preparados.
Son
los cielos que según los burladores no pasarían. Los cielos pasarán; es decir,
perecerán, no dando a entender necesariamente aniquilación, sino que su
constitución o forma será cambiada, como en el caso del diluvio en el tiempo de
Noé. No sabemos qué hará Dios del universo destruido. Pero sí sabemos que los
elementos se fundirán. Mat_24:35; Mar_13:31; Apo_21:1.
En
aquel día va a haber dos grandes manifestaciones de poder divino en la
destrucción del universo: ruido y fuego.
La
palabra griega para decir "elementos" es stoikeia. Aquí se aplica a
las partes componentes del universo físico. Significa lo que es elemental; por
ejemplo, la expresión "saber el abecé"; o sea, lo elemental o
rudimentario. stoikeia aparece en Gál_4:3; Gál_4:9 ("rudimentos") y se refiere a
enseñanzas elementales, como también en Col_2:8.
Aparece en Heb_5:12, significando las ideas
rudimentarias del evangelio. Pedro en estos versículos presenta el hecho de
este evento venidero, y no el detallado "modus operandi" de él. El
punto de Pedro es lo terrible de este día de cataclismo. Ya que hemos sido
advertidos, resta que nos preparemos.
El
día del Señor es el día del juicio de Dios en la tierra. Aquí se menciona como
referencia al regreso de Cristo. La segunda venida de Cristo será sorpresiva y
terrible para quienes no creen en El. Pero si estamos limpios en lo moral y
vigilantes en lo espiritual, no nos tomará por sorpresa. El tomar conciencia de
que la tierra será envuelta en llamas, debiéramos poner nuestra confianza en lo
que es permanente y eterno, y no atarnos a lo terrenal y sus tesoros ni a
nuestra profesión secular.
Lo que los hombres cuentan como tardanza, es
paciencia, y es a favor de nosotros; es para dar más tiempo a su pueblo para
que avance en conocimiento y piedad, y en el ejercicio de la fe y la paciencia,
para que abunde en buenas obras, haciendo y sufriendo aquello para lo que son
llamados, para que puedan dar gloria a Dios. Por tanto, pongan en sus corazones
que ciertamente serán llamados a dar cuenta de todas las cosas hechas en el
cuerpo, sean buenas o malas. Que el andar humilde y diligente ante Dios y el
juicio frecuente de vosotros mismos muestren vuestra firme fe en el juicio
futuro, aunque muchos vivan como si absolutamente nunca tuvieran que rendir
cuentas. El día llegará cuando los hombres estén seguros y no tengan la
esperanza del día del Señor. Los majestuosos palacios y todas las cosas
deseables que buscan los hombres mundanos, y en las cuales ponen su felicidad,
serán quemadas; todas las clases de criaturas que Dios ha hecho y todas las
obras de los hombres deben pasar por el fuego, que será fuego consumidor para
todo lo que el pecado haya traído al mundo, aunque será fuego purificador para
las obras de la mano de Dios. ¿Qué será de nosotros si ponemos nuestros afectos
en esta tierra y la hacemos nuestra porción, aunque vemos que todas estas cosas
serán quemadas? Por tanto, ¡asegurémonos de la felicidad más allá de este mundo
visible!
El
día del Señor trae consigo el fin del mundo. La aniquilación es total. El
cosmos se divide aquí en tres partes: comprende el cielo, es decir el
firmamento y lo que hay en él, los elementos, los cuerpos celestes visibles: el
sol, la luna y las estrellas; la tierra con las obras terrenas de civilización
y cultura. La catástrofe se describe con tres expresiones que se atribuyen
respectivamente a cada uno de los elementos, pero que se refieren al conjunto.
El cosmos perecerá con estrépito, se disolverá abrasado y arderá con todas las
obras que hay en él.
¡Maranata!
¡Ven pronto mi Señor Jesús!
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