1 Juan
5; 13
Estas
cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para
que sepáis que tenéis vida eterna.
Con este párrafo
llega a su fin la carta propiamente dicha. Lo que sigue es más bien una
posdata. El final es la afirmación de que la esencia de la vida cristiana es la
vida eterna.
La palabra para
eterna es aiónios. Quiere decir
mucho más que simplemente que no se acaba nunca. Una vida que durara para siempre,
que no tuviera fin. Hay solamente Uno a Quien se puede aplicar adecuadamente
aiónios, y es Dios. En el verdadero sentido de la palabra, Dios es el único que
posee y habita la eternidad. La vida eterna no es otra cosa que la vida de Dios
mismo. Lo que se nos promete es que aquí y ahora se nos puede conceder
participar de la misma vida de Dios.
En Dios hay paz,
y por tanto la vida eterna quiere decir serenidad. Quiere decir una vida
liberada de los temores que asedian la situación humana. En Dios hay poder, y
por tanto la vida eterna quiere decir la derrota de la frustración. Quiere
decir una vida llena del poder de Dios, y por tanto victoriosa sobre las
circunstancias. En Dios hay santidad, y por tanto la vida eterna quiere decir
la derrota del pecado. Quiere decir una vida revestida de la pureza de Dios e
impenetrable a las infecciones contaminantes del mundo. En Dios hay amor, y por
tanto la vida eterna quiere decir el final del rencor, la amargura y el odio.
Quiere decir una vida que tiene en el corazón el amor de Dios, y el invencible
amor del hombre en todos sus sentimientos y en todas sus acciones. En Dios hay
vida, y por tanto la vida eterna quiere decir la derrota de la muerte. Quiere
decir una vida que es indestructible porque tiene en sí la indestructibilidad
de Dios mismo.
Juan está
convencido de que tal vida nos viene por medio de Jesucristo y no de ninguna
otra manera. ¿Por qué había de ser así? Si la vida eterna es la vida de Dios,
quiere decir que podemos poseer esa vida sólo cuando conocemos a Dios y somos
capacitados para acceder a Él y descansar en Él. Podemos hacer estas dos cosas
solamente en Jesucristo. El Hijo es el único que conoce plenamente al Padre; y
por tanto es el único que puede revelarnos plenamente cómo es Dios. Como decía
Juan en su evangelio: " Nadie ha visto nunca a Dios. Es el único, Que es
Dios, Que está en el seno del Padre, Quien nos lo ha dicho todo acerca de
Dios" (Jua_1:18). Y Jesucristo es el único Que nos puede traer a Dios. Es
en Él en Quien se nos abre el camino nuevo y vivo a la presencia de Dios
(Heb_10:19-23). Podemos usar una analogía sencilla. Si queremos llegar a
alguien a quien no conocemos, y que se mueve en un nivel totalmente diferente
del nuestro, podemos conseguirlo solamente si encontramos a alguien que le
conozca y esté dispuesto a presentárnosle. Eso es lo que Jesús hace por
nosotros en relación con Dios. La vida eterna es la vida de Dios, y sólo podemos
encontrarla por medio de Jesucristo.
El apóstol
escribió estas cosas para que los que creemos en el Hijo sepamos que tenemos
vida eterna.
Juan no da
medios de examen para hacer dudar a los fieles si tenían vida eterna; pero, al
ver que había seductores(gnósticos) que intentaban hacerlos a un lado como
deficientes en algo importante, y que se presentaban como poseedores de una luz
superior, les señala las marcas de la vida para asegurarles de nuevo;
desarrollando la excelencia de esa vida, y de su posición como disfrutándola; y
para que puedan entender que Dios se lo había dado, y que de ninguna manera
podrían ser intranquilizados.
Luego habla de
la confianza práctica en Dios que brota de todo esto: la confianza ejercida con
miras a todas nuestras necesidades aquí abajo, todo lo que nuestros corazones
desean pedirle a Dios.
¡Maranata! ¡Sí,
ven Señor Jesús!
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