Éxodo 20; 24
"Harás
un altar de tierra para mí, y sobre él sacrificarás tus holocaustos y tus
ofrendas de paz, tus ovejas y tus bueyes; en todo lugar donde yo haga recordar
mi nombre, vendré a ti y te bendeciré.
¿Por qué se
dieron instrucciones tan específicas para construir altares? El pueblo de Dios
no tenía Biblia ni muchas tradiciones religiosas de las que aprender. Dios
tenía que comenzar de cero y enseñarles cómo adorarlo. Dios dio instrucciones
específicas acerca de la construcción de los altares porque quería controlar la
forma en la que se ofrecían los sacrificios. Para evitar que la idolatría se
mezclara con la adoración, Dios no permitió que las piedras del altar se
cortaran o se moldearan de forma alguna. Ni tampoco permitió que el pueblo
construyera un altar en cualquier parte. Esto fue diseñado para evitar que
comenzaran sus propias religiones o que efectuaran cambios en la forma en que
Dios quería que las cosas se hicieran. Dios no está en contra de la
creatividad, pero sí de que creemos nuestra propia religión.
Mateo
18; 20
Porque
donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.
Jesús dice que
donde se reúnen dos o tres en Su nombre, Él está entre ellos. Los mismos judíos
tenían un dicho: " Donde se sientan dos para ocuparse en el estudio de la
Ley, la gloria de Dios está entre ellos.» Podemos tomar esta gran promesa de
Jesús en dos esferas.
(a) Podemos
aplicarla a la esfera de la iglesia. Jesús está tan presente en una pequeña
congregación como en una gran reunión de masas. Está tan presente en una
reunión o en un círculo de estudio bíblico de un puñado de personas como en una
catedral abarrotada. Él no es esclavo de los Números. Está dondequiera se reúnan
corazones fieles, aunque sean muy pocos, porque Él Se da totalmente a cada
persona.
(b) Podemos
aplicarla a la esfera del hogar. Una de las primeras interpretaciones de este
dicho de Jesús era que los dos o tres eran padre, madre e hijo, y eso quiere
decir que Jesús es el Huésped invisible de cada hogar.
Hay algunos que
nunca se presentan lo mejor posible excepto en las que se consideran grandes
ocasiones; pero para Jesucristo cada ocasión en la que, aunque solo sea dos o
tres, se reúnen en Su nombre, es una gran ocasión.
¡Maranata! ¡Sí,
ven Señor Jesús!
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