Juan 19; 34
pero
uno de los soldados le traspasó el costado con una lanza, y al momento salió
sangre y agua.
¿Qué tan grande
fue la herida causada por la lanza? Tomás sabía que podría meter su mano en el
lugar de la lanza: "Si no... metiere mi mano en su costado, no
creeré" (Jn 20:25).
Algunos gnósticos decían que Jesús no
ocupaba un cuerpo literal, pero no sale "sangre y agua" de un
fantasma. Luc_24:37-39.
Otra vez recalcamos que en realidad Jesús
murió en la cruz. Los soldados "le vieron ya muerto" y para estar
segurísimos uno de ellos "le abrió el costado con una lanza, y al instante
salió sangre y agua". Es muy importante que en la predicación del
evangelio se enfaticen estos detalles para hacer callar los argumentos necios
de los incrédulos.
Aun así, ¿por
qué lo subraya tanto Juan? Por estas dos razones.
(i) Para él era
la prueba definitiva e irrefutable de que Jesús era un hombre real con un
cuerpo real. Esa era la respuesta a los gnósticos con sus ideas de fantasmas y
espíritus y una humanidad irreal. Aquí está la prueba de que Jesús fue carne de
nuestra carne y hueso de nuestro hueso.
(ii) Pero para
Juan aquello era más que una prueba de la humanidad de Jesús: era un símbolo de
los dos grandes sacramentos de la Iglesia. Hay un sacramento que tiene por
materia el agua: el Bautismo; y otro que representa la sangre: la Mesa del
Señor, con su copa de vino rojo como la sangre. El agua del Bautismo es el
símbolo de la gracia purificadora de Dios en Jesucristo; el vino es el símbolo
de la sangre que fue derramada para salvarnos de nuestros pecados. El agua y la
sangre que fluyeron del costado abierto de Jesús eran para Juan el agua
purificadora del Bautismo y la sangre purificadora que se conmemora en la Mesa
del Señor.
1 Juan
1; 7
mas
si andamos en la luz, como El está en la luz, tenemos comunión los unos con los
otros, y la sangre de Jesús su Hijo nos limpia de todo pecado.
La comunión con
Dios depende de andar en la luz. En esta manera tenemos continuamente la
purificación de nuestros pecados por la muerte de Cristo y no tenemos miedo de
castigo por ellos. Libertados de tal castigo nos preparamos para la comunión
con Dios por toda la eternidad.
“tenemos
comunión unos con otros,” es decir, Dios con nosotros, y nosotros con él. Esto
es la consecuencia de andar nosotros en lo que es Dios. La comunión demanda
intervención de parte de los dos partidos. La comunión no puede ser de un solo
partido. No es un mero sentimiento o reclamación. Es la consecuencia natural de
andar en lo mismo.
Es cierto que los cristianos tienen
comunión entre sí, pero parece que el tema tratado en esta sección es el de
nuestra comunión con Dios por medio de la santidad de vida en Cristo Jesús.
El verbo
“limpia” es del tiempo presente, que indica acción continua. Es un proceso
continuo, bajo la condición de andar el cristiano en la luz.
Murió Jesucristo en la cruz en
realidad. No fue una mera apariencia. Tuvo un cuerpo que derramó sangre. Esa
muerte es satisfactoria para perdonarnos los pecados. Este versículo contradice
a los gnósticos que negaban la humanidad de Cristo, la realidad de su muerte, y
el perdón absoluto de pecados por su sangre. Ellos convertían en libertinaje la
gracia de nuestro Dios (Jud_1:4), pero el cristiano no puede dejar que el
pecado reine en él (Rom_6:12). Ellos reclamaban tener comunión con Dios aparte
de la sangre derramada por Jesús. ¡Por eso mentían! La comunión con Dios, quien
es luz, depende del perdón que la sangre de Jesucristo nos trajo.
¡Maranata! ¡Sí,
ven Señor Jesús!
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