Marcos
1; 40-42
Vino
a él un leproso, rogándole; e hincada la rodilla, le dijo: Si quieres, puedes
limpiarme.
Y
Jesús, teniendo misericordia de él, extendió la mano y le tocó, y le dijo:
Quiero, sé limpio.
Y
así que él hubo hablado, al instante la lepra se fue de aquél, y quedó limpio.
El leproso
pasaba una vida de pena, de lástima (Lev_13:45-46). Núm_5:1-3; Núm_12:9-15;
2Cr_26:19-21. La lepra, que exigía separación de la sociedad en general, sirve
de tipo del pecado que nos separa de Dios (Isa_59:2).
Este leproso vino a Jesús, desesperado
en su condición física, pero con fe y humildad. Lucas agrega que “se postró con
el rostro en la tierra” (Luc_5:12). El hecho de que vino a Jesús sugiere que, o
Jesús le invitó a acercarse a él, o el leproso en desesperación se atrevió a
hacerlo, porque la ley lo prohibía. Manifestó su fe al decir, “puedes
limpiarme”. Su fe se basaba en haber visto anteriormente algún milagro de Jesús
o en haber oído de tales milagros. El leproso estaba convencido que Jesús podía
curarlo. Sin embargo, no estaba seguro que Jesús quisiera sanarlo. Pero la
respuesta de Jesús dejó solucionado el problema: «Quiero, sé limpio». ¿Acaso no
podemos nosotros estar seguros que es la voluntad del Señor hacer aquello para
lo cual él ya hizo provisión redentora? Al mismo tiempo, uno no puede vivir
violando conscientemente la voluntad de Dios y esperar que él cumpla sus
promesas. Cuando las condiciones bíblicas para participar en los procesos de
Dios están presentes, aquellas promesas deberán cumplirse; pero no dudemos de
la pronta disposición, ni de los remedios de Dios, simplemente cuestionando si
es o no su voluntad. «Si es tu voluntad» constituye más frecuentemente una
expresión de temor, un pretexto para «excusar a Dios», si nuestra fe o sus
propósitos soberanos no producen sanidad. Mejor deja el asunto a su soberanía y
elimina esta frase de tu oración. Nuestra fe pudiera ser débil o incompleta en
algunos respectos. Nosotros, a decir verdad, en ocasiones pudiéramos no ser
sanados, lo cual no debe vérsele,sin embargo,como motivo de condenación
(Rom_8:1). No obstante, en todas las cosas alabemos al Señor por su fidelidad y
su compasión. Así crearemos un ambiente propicio para que se realice la sanidad
divina. Ello es consistente con las Sagradas Escrituras, las cuales revelan a
Jesús como dispuesto a sanar.
(Mat_8:16-17/Mar_5:24-34).
En este caso
sólo Marcos menciona la compasión que
sintió el Señor hacia este pobre hombre. (Así es la compasión que tiene el
Cielo por todo pecador perdido). Jesús expresó su deseo, y luego dio la orden.
(Si el pecador se pierde eternamente, no será por falta de voluntad de parte de
Cristo de salvarle, ni por falta de poder para hacerlo). Su
piel quedó como la de los demás en derredor. La frase “al instante” subraya la
realidad de los milagros verdaderos que hacía Jesús, comparados con los
supuestos “milagros” de los curanderos modernos. De nuevo Cristo demostró que
era el Mesías esperado, que es Dios.
¡Maranata! ¡Sí,
ven Señor Jesús!
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