} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 2 Febrero 2019: Estudiando la Palabra de Dios en la Biblia.

sábado, 2 de febrero de 2019

2 Febrero 2019: Estudiando la Palabra de Dios en la Biblia.


  

 Hebreos 11; 1
Ahora bien, la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.

El capítulo 10 termina, exhortando a los lectores a perseverar en la fe, como el único medio de evitar la apostasía y la perdición subsecuente. Ahora este capítulo 11 describe la naturaleza y los triunfos de la fe. Siendo hebreos los lectores, el autor apunta a las Escrituras del cual el hombre ha agradado a Dios y por fin recibirá la vida eterna! La fe es el poder que hace vencer al mundo (1Jn_5:4). El Antiguo Testamento que narran eventos en las vidas de los antiguos, de la dispensación patriarcal y la mosaica, los cuales ilustran la necesidad de la fe para agradar a Dios y recibir buen testimonio de él. ¡En toda época la fe ha sido el medio por
        
Versículo 11:1 - Esta es la definición bíblica de la fe.
--"Es, pues, la fe la certeza". "Sustancia", dice la versión antigua de Valera, y la Hispanoamericana. "Seguridad", dice la Moderna. La palabra griega es jupostasis. Se emplea en 1:3 ("sustancia") y en 3:14 ("confianza"). Los otros dos textos donde aparece son 2Co_9:4 y 11:17. Está compuesta de dos partes: jupo = bajo, y stasis = estar, o pararse. Literal y primariamente quiere decir lo que sostiene como fundamento.

La fe es, pues, la confianza firme y bien basada respecto a los objetos de la esperanza. La fe da sustancia a lo que se espera y no se ve todavía.

--"de lo que se espera" = las bendiciones espirituales ahora y en el futuro, en el cielo.
--"la convicción", de la palabra griega elegkos, que aparece solamente aquí y en 2Ti_3:16 ("redargüir"), ("reprensión", versión Moderna). Quiere decir una prueba o demostración de alguna proposición, y luego convicción o persuasión. Se traduce "reprensión" en 2Ti_3:16, porque la Palabra de Dios es una prueba que convence al pecador de su culpa.
         --"de lo que no se ve", de tiempo pasado, presente o futuro. En particular se refiere la frase a la existencia de Dios, del cielo y de las glorias prometidas tocante a la resurrección de los muertos y la vida eterna.
         La fe es un argumento convencedor para la mente. No es buen argumento, o prueba, toda fe, pues la fe en todo caso depende de la evidencia. Pero la fe del cristiano se basa en las evidencias incontrovertibles y abundantes de la Palabra de Dios (Rom_10:17). Ahora si es falsa la Biblia, es falsa nuestra fe en las cosas no visibles. Pero los ataques de los incrédulos a través de los siglos no han podido destruir la veracidad de la Biblia.
         Muchos tiene "fe," pero no en la verdad. Eva creyó a Satanás, quien le engañó con una mentira ("no morirás"). Presentó él una mentira como si fuera la verdad. De igual manera muchos creen una mentira hasta la fecha (2Ts_2:11). Sin la fe (en cualquier campo de creencia) estaríamos limitados al mundo angosto de los cinco sentidos (gustar, tocar, ver, oír, oler). ¡Nadie se limita así, ni el profesado ateo! Todo el mundo ejerce la fe. Pero una dada fe no puede ser más válida que la evidencia en la cual se basa.  
La teoría de la evolución no explica el origen de las cosas, ni puede la ciencia verdadera trazar las cosas visibles hasta su origen. La palabra creativa de Dios no está sujeta al experimento científico, pero sí es el objeto de la fe.

Para el autor de hebreos la fe está absolutamente segura de que lo que cree es verdad, y lo que espera sucederá. No es una esperanza que se hace ilusiones en cuanto al porvenir, sino que mira al porvenir con absoluta convicción.

En los primeros días de la persecución trajeron a un humilde cristiano a los jueces, y él les dijo que no podían hacer nada para hacerle vacilar, porque él creía que, si era fiel a Dios, Dios lo sería con él. " ¿Te crees de verdad -le preguntó el juez- que los que son como tú van a ir a Dios y a Su gloria?» «No es que me lo creo -respondió el hombre-, sino que lo sé.»
Hubo un tiempo cuando Juan Bunyan, el autor de El Peregrino, estaba angustiado por la inseguridad. «Todos piensan que su religión es la verdadera -se dijo-; los judíos, los moros y los paganos... y, ¿qué si a fin de cuentas la fe, y Cristo, y las Escrituras no son más que una de esas cosas de «creo que sí»?» Pero cuando recibió la luz, salió gritando: «¡Ahora estoy seguro, lo sé!» La fe cristiana es una esperanza que se ha vuelto certeza.
Esta esperanza cristiana es tal que inspira toda la conducta de una persona. Se vive con ella y se muere con ella; su posesión es algo que produce convicción en tres direcciones en las que actúa la esperanza cristiana.

(i) Es creer en Dios frente al mundo. Si seguimos los parámetros del mundo puede que tengamos facilidades y comodidades y prosperidad; si seguimos los parámetros de Dios, lo más probable es que experimentemos dolores, pérdidas y marginación. El cristiano está convencido de que es mejor sufrir con Dios que prosperar con el mundo. En el libro de Daniel, Sadrac, Mesac y Abed-nego tienen que escoger entre obedecer a Nabucodonosor y dar culto a la imagen del rey, u obedecer a Dios y que los echen al horno. Y no dudaron en escoger a Dios (Daniel 3).
Cuando iban a juzgar a Bunyan, dijo: «Con el consuelo de Dios en mi pobre alma, antes de descender a los jueces Le pedí a Dios que, si podía hacer más bien en libertad que en la cárcel, que me pusieran en libertad; y si no, que se hiciera Su voluntad.»
La actitud cristiana es que, en términos de la eternidad, es mejor jugarnos el todo por él todo con Dios que confiar en las recompensas del mundo.

(ii) La esperanza cristiana es creer en el Espíritu frente a los sentidos. Los sentidos dicen que escojamos el placer del momento, pero el Espíritu nos dice que hay algo que vale mucho más. El cristiano cree al Espíritu más que a los sentidos.

(iii) La esperanza cristiana es creer en el futuro frente al presente. Hace mucho, Epicuro decía que el fin principal de la vida era el placer. Pero no quería decir lo que muchos piensan; insistía en que debemos tener una visión dilatada. Lo que parece atractivo al momento puede traernos dolor en el futuro; lo que nos hace un daño terrible en el momento puede que nos traiga la felicidad a la larga. El cristiano está seguro de que, a la larga, nadie puede desterrar la verdad, porque «grande es la verdad, y al final prevalecerá.»

Parecía que los jueces habían eliminado a Sócrates, y que Pilato había acabado con Cristo; pero el veredicto del futuro le dio la vuelta al del momento. Alguien dice en alguna parte que Nerón condenó a muerte a Pablo; pero, pasados los años, llamamos Pablo a nuestros hijos y Nerón a nuestros perros.
Es fácil discutir: "¿Por qué he de renunciar al seguro placer del momento por un futuro incierto?» La respuesta cristiana es que el futuro no es incierto, porque está en las manos de Dios; y basta con que Dios lo haya mandado y prometido.
   

¡Maranata! ¡Sí, ven Señor Jesús!

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