} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: ENTREGANDO TODA LA VIDA EN LAS MANOS DE DIOS

lunes, 18 de febrero de 2019

ENTREGANDO TODA LA VIDA EN LAS MANOS DE DIOS



1 Pedro 4:17-19  

Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si comienza por nosotros primero, ¿cuál será el fin de los que no obedecen al evangelio de Dios?
   Y SI EL JUSTO CON DIFICULTAD SE SALVA, ¿QUE SERA DEL IMPIO Y DEL PECADOR?
   Por consiguiente, los que sufren conforme a la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, haciendo el bien.

Tal como Pedro lo veía, era tanto más necesario el que el cristiano hiciera lo que es debido por cuanto el juicio estaba a punto de empezar. Pedro introduce la razón de lo que dijo en los dos versículos anteriores. Debemos hacer así y así porque ha llegado el tiempo de gran persecución y prueba sobre la iglesia.
Y empezaría por la casa de Dios. Ezequiel oyó la voz de Dios proclamando el juicio de Su pueblo: «Y comenzaréis por Mi santuario» (Eze_9:6). Donde se ha tenido el mayor privilegio, el juicio será el más severo.
La palabra "juicio" (Gr., krima) se usa en sentidos diferentes. Puede significar "condenación" o "sentencia", como en 2Pe_2:3; Jud_1:4. En este sentido la iglesia no ha de ser "juzgada"; no va a ser condenada, o sentenciada a la muerte eterna. ¡Todo lo contrario! Puede significar "prueba", como en 1Co_11:32 ("juzgados"), con referencia a alguna prueba de disciplina ("castigados", dice esta versión, pero otras dicen "disciplinar" o "corregir"). En este pasaje, 4:17, Pedro usa la palabra krima en este sentido de "prueba".
         De nuevo Pedro se refiere a la persecución que se levantó en ese tiempo de ellos, y que terminó en la destrucción de Jerusalén. Desde la casa de Dios esa prueba iba a comenzar, para entonces llegar a los desobedientes. Dios iba a poner a prueba a su pueblo; esa persecución y tribulación sería principalmente para él, pero después juzgará a los demás.
La casa de Dios es la iglesia de Dios (1Ti_3:15; Heb_3:6). Si el juicio ha de recaer sobre la casa de Dios, ¿cuál será la suerte de los que han sido totalmente desobedientes a la invitación y al mandamiento de Dios? Pedro confirma esta llamada con una cita de Pro_11:31: «Si el justo recibe su merecido en la tierra, ¡cuánto más el malvado y el pecador!» Si Dios corrige, prueba, "castiga", a los suyos, ¿no es de esperarse que (con mayor pena) castigará a los malos? Sí, los castigará, aunque el castigo se posponga por un tiempo (2Pe_3:9). Rom_11:21; la certeza de la primera cosa requiere que la segunda también sea cierta.
"El fin" de los que no están obedeciendo al evangelio de Dios (así dice el texto griego) es su último destino, la eterna perdición (2Ts_1:7-10). ¿Cuál será el fin de los que no obedecen el Evangelio de Dios?
  Dios es el autor del Evangelio, y contiene cosas relacionadas con Él; como la gracia de Dios, la justicia de Dios, la paz con Él, el perdón de Él, la justificación ante Él y la aceptación con Él; y que Él confía a los hombres, y los califica para predicarlo, y tiene éxito en su ministerio; y siendo su Evangelio, ya que lo hace más valioso en sí mismo, así se lo debe tener en la mayor reverencia y estima; y mayor es el pecado de los que lo desprecian y rechazan, como lo hicieron los judíos incrédulos, que parecen principalmente diseñados, aquí; primero se les predicó, pero no creyeron en las doctrinas de la misma, y ​​no se sometieron a sus ordenanzas, y rechazaron a Cristo, el Salvador, la suma y la sustancia de la misma; y aléjate de ellos, considerándose indignos de la vida eterna: ¿Y cuál será el fin de los mismos? en este mundo la ira llegó sobre ellos hasta el extremo, arruinó a su nación, ciudad y templo; y en el mundo venidero destrucción eterna de la presencia del Señor, y venganza eterna en llamas de fuego. Los judíos tienen varias frases y expresiones frecuentes en sus escritos, que se parecen a éstas y sirven para ilustrarlas.  
La salvación requiere pruebas de fe difíciles, y hay quienes no las pasan. ¡Puede la persona caer de la gracia de Dios (Gál_5:4)! Dios juzgó necesario probar la fe de aquellos cristianos por medio de la persecución, para purificarles y así prepararles para la felicidad eterna.
         Mat_24:1-28 habla de las dificultades que ciertos cristianos experimentarían en Judea durante la caída de Jerusalén. Solamente los perseverantes en la fe se salvarían (24:13), y tan duras serían las persecuciones (24:21) que solamente por intervención directa de Dios, en consideración de los escogidos fieles, se evitaría la muerte física de todo el mundo (24:22). Jud_1:23 habla de quienes "con dificultad" se salvan, siendo como si fueran "arrebatados del fuego".
         La dificultad de la salvación no está en Dios (Isa_59:1). No habrá en el Día Final ninguna "dificultad" para que los santos entren al cielo (2Ti_1:12; 2Ti_4:18; Heb_7:25; 2Pe_1:11). Está solamente en el vencer las pruebas de la vida. Es cuestión de esforzarnos (hasta "agonizar", dice el texto griego en Luc_13:24).
         Para nuestro apóstol, la "salvación" no es solo el disfrute presente de la salvación del alma, sino la plena liberación de los fieles, que tendrá lugar en la venida de Cristo en gloria. Se contemplan todas las tentaciones, todos los juicios, todos los peligros, a través de los cuales el cristiano pasará para llegar al final de su carrera. Todo el poder de Dios es requisito, dirigido por la sabiduría divina, guiando y manteniendo la fe. El poder de Dios lo logrará; pero, desde el punto de vista humano, las dificultades son casi su juicio conforme a los principios del bien y el mal en su gobierno; ¿Y quién se negará de inmediato a tratar con el enemigo de nuestras almas? Si los justos se salvaran con dificultad, ¿qué sería del pecador y del impío? Unirse a ellos no sería el camino para escapar de estas dificultades. Al sufrir como cristiano, solo había una cosa que hacer: comprometerse con Aquel que vigilaba el juicio que estaba ejecutando. Porque, como era su mano, uno sufrió según su voluntad. Esto fue lo que Cristo hizo para llevar al cristiano a salvo a través del desierto donde Satanás emplea todos los recursos de su sutileza para hacerlo perecer.   
A menudo Dios permite que las consecuencias del pecado sigan su curso, aun con los creyentes. Él lo hace por varias razones:
(1) para mostrarnos nuestra potencialidad para pecar
(2) para animarnos a alejarnos del pecado y depender cada vez más de Él  
(3) para prepararnos a fin de enfrentarnos a otra tentación, aún más dura, en el futuro
Y (4) para ayudarnos a permanecer fieles y seguir dependiendo de Él. Si los creyentes necesitan disciplina terrenal (juicio) de Dios, ¿cuánto más recibirán los no creyentes? Si los creyentes con dificultad se salvan (gracias a la misericordia de Dios), ¿qué oportunidad tienen los que rechazan a Cristo?
Por último, Pedro exhorta a los suyos a confiarle sus vidas a Dios, el Creador en Quién pueden confiar de veras. La palabra que usa para confiar es paratíthesthai, que es el término técnico para depositar dinero con un amigo de confianza. En la antigüedad no había bancos, y pocos lugares realmente seguros donde uno pudiera depositar dinero. Así que, antes de emprender un largo viaje, muchos solían dejar su dinero al cuidado de un amigo de confianza. Tal depósito se consideraba una de las cosas más sagradas de la vida. El amigo estaba totalmente comprometido por su honor y su religión a devolver el depósito intacto.

Heródoto (6:86) cuenta la historia de uno de esos depósitos. Cierto milesio fue a Esparta, porque había oído que los espartanos cumplían estrictamente con su honor, y le confió su dinero a un cierto Glauco. Le dijo que a su debido tiempo sus hijos lo reclamarían, presentando pruebas que identificaran su identidad sin dejar lugar a dudas. Pasó el tiempo, y los hijos se presentaron. Traicioneramente, Glauco dijo que no se acordaba de que se le confiara ningún dinero, y dijo que necesitaba cuatro meses para pensárselo. Los milesios partieron, tristes y apesadumbrados. Glauco consultó a los dioses lo que debía hacer, y le advirtieron que tenía que devolver el dinero. Así lo hizo; pero al cabo de no mucho tiempo murió, y toda su familia le siguió, y en los días de Heródoto no quedaba vivo ni un solo miembro de su familia, porque los dioses se habían ofendido que hubiera contemplado quebrantar la confianza que se había depositado en él. Aun pensar en incumplir tal confianza era un pecado mortal.
Si una persona se encomienda a Dios; Dios no le fallará. Si un depósito así era sagrado para los hombres, ¡cuánto más para Dios! Esta es la misma palabra que usó Jesús cuando dijo en la. Cruz: «Padre, en Tus manos encomiendo Mi espíritu» (Lucas 2146). Jesús  no vaciló en confiarle Su vida a Dios, seguro de que no Le fallaría... y nosotros podemos hacer lo mismo. El añejo consejo sigue siendo un buen consejo: «confía en Dios, y obra como es debido.»
El Espíritu de Dios se mueve aquí en esta esfera. Es la relación de Dios con este mundo, y el alma lo conoce a Él como el que lo creó y quien no abandona la obra de Sus manos. Este es el Dios de tierra judío conocido en Su conexión con la primera creación. La confianza en Él se basa en Cristo; pero Dios es conocido en Sus caminos con este mundo, y con nosotros en nuestra peregrinación aquí abajo, donde Él gobierna y donde Él juzga a los cristianos, como Él juzgará a todos los demás.
¡Maranata!

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