1 Pedro 4:17-19
Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si comienza por nosotros primero, ¿cuál será el fin de los que no obedecen al
evangelio de Dios?
Y SI EL JUSTO CON DIFICULTAD SE SALVA, ¿QUE
SERA DEL IMPIO Y DEL PECADOR?
Por consiguiente, los que sufren conforme a
la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, haciendo el bien.
Tal como Pedro lo veía, era tanto más necesario el
que el cristiano hiciera lo que es debido por cuanto el juicio estaba a punto
de empezar. Pedro introduce la
razón de lo que dijo en los dos versículos anteriores. Debemos hacer así y así
porque ha llegado el tiempo de gran persecución y prueba sobre la iglesia.
Y empezaría por la casa de Dios. Ezequiel oyó la voz
de Dios proclamando el juicio de Su pueblo: «Y comenzaréis por Mi santuario»
(Eze_9:6). Donde se ha tenido el mayor privilegio, el juicio será el más
severo.
La palabra "juicio" (Gr., krima) se usa en
sentidos diferentes. Puede significar "condenación" o
"sentencia", como en 2Pe_2:3; Jud_1:4. En este sentido la iglesia no
ha de ser "juzgada"; no va a ser condenada, o sentenciada a la muerte
eterna. ¡Todo lo contrario! Puede significar "prueba", como en
1Co_11:32 ("juzgados"), con referencia a alguna prueba de disciplina
("castigados", dice esta versión, pero otras dicen
"disciplinar" o "corregir"). En este pasaje, 4:17, Pedro
usa la palabra krima en este sentido de "prueba".
De
nuevo Pedro se refiere a la persecución que se levantó en ese tiempo de ellos,
y que terminó en la destrucción de Jerusalén. Desde
la casa de Dios esa prueba iba a comenzar, para entonces llegar a los
desobedientes. Dios iba a poner a prueba a su pueblo; esa persecución y
tribulación sería principalmente para él, pero después juzgará a los demás.
La casa de Dios es la iglesia de Dios (1Ti_3:15;
Heb_3:6). Si el juicio ha de recaer sobre la casa de Dios, ¿cuál será la suerte
de los que han sido totalmente desobedientes a la invitación y al mandamiento
de Dios? Pedro confirma esta llamada con una cita de Pro_11:31: «Si el justo
recibe su merecido en la tierra, ¡cuánto más el malvado y el pecador!» Si Dios corrige, prueba, "castiga", a los
suyos, ¿no es de esperarse que (con mayor pena) castigará a los malos? Sí, los
castigará, aunque el castigo se posponga por un tiempo (2Pe_3:9). Rom_11:21; la
certeza de la primera cosa requiere que la segunda también sea cierta.
"El fin" de los que no están obedeciendo
al evangelio de Dios (así dice el texto griego) es su último destino, la eterna
perdición (2Ts_1:7-10). ¿Cuál será el
fin de los que no obedecen el Evangelio de Dios?
Dios es el autor del Evangelio, y contiene
cosas relacionadas con Él; como la gracia de Dios, la justicia de Dios, la paz
con Él, el perdón de Él, la justificación ante Él y la aceptación con Él; y que
Él confía a los hombres, y los califica para predicarlo, y tiene éxito en su
ministerio; y siendo su Evangelio, ya que lo hace más valioso en sí mismo, así
se lo debe tener en la mayor reverencia y estima; y mayor es el pecado de los
que lo desprecian y rechazan, como lo hicieron los judíos incrédulos, que
parecen principalmente diseñados, aquí; primero se les predicó, pero no
creyeron en las doctrinas de la misma, y no se sometieron a sus ordenanzas, y
rechazaron a Cristo, el Salvador, la suma y la sustancia de la misma; y aléjate
de ellos, considerándose indignos de la vida eterna: ¿Y cuál será el fin de los
mismos? en este mundo la ira llegó sobre ellos hasta el extremo, arruinó a su
nación, ciudad y templo; y en el mundo venidero destrucción eterna de la
presencia del Señor, y venganza eterna en llamas de fuego. Los judíos tienen
varias frases y expresiones frecuentes en sus escritos, que se parecen a éstas
y sirven para ilustrarlas.
La salvación requiere pruebas de fe difíciles, y hay
quienes no las pasan. ¡Puede la persona caer de la gracia de Dios (Gál_5:4)!
Dios juzgó necesario probar la fe de aquellos cristianos por medio de la persecución,
para purificarles y así prepararles para la felicidad eterna.
Mat_24:1-28
habla de las dificultades que ciertos cristianos experimentarían en Judea
durante la caída de Jerusalén. Solamente los perseverantes en la fe se
salvarían (24:13), y tan duras serían las persecuciones (24:21) que solamente
por intervención directa de Dios, en consideración de los escogidos fieles, se
evitaría la muerte física de todo el mundo (24:22). Jud_1:23 habla de quienes
"con dificultad" se salvan, siendo como si fueran "arrebatados
del fuego".
La
dificultad de la salvación no está en Dios (Isa_59:1). No habrá en el Día Final
ninguna "dificultad" para que los santos entren al cielo (2Ti_1:12;
2Ti_4:18; Heb_7:25; 2Pe_1:11). Está solamente en el vencer las pruebas de la
vida. Es cuestión de esforzarnos (hasta "agonizar", dice el texto
griego en Luc_13:24).
Para
nuestro apóstol, la "salvación" no es solo el disfrute presente de la
salvación del alma, sino la plena liberación de los fieles, que tendrá lugar en
la venida de Cristo en gloria. Se contemplan todas las tentaciones, todos los
juicios, todos los peligros, a través de los cuales el cristiano pasará para
llegar al final de su carrera. Todo el poder de Dios es requisito, dirigido por
la sabiduría divina, guiando y manteniendo la fe. El poder de Dios lo logrará;
pero, desde el punto de vista humano, las dificultades son casi su juicio
conforme a los principios del bien y el mal en su gobierno; ¿Y quién se negará
de inmediato a tratar con el enemigo de nuestras almas? Si los justos se
salvaran con dificultad, ¿qué sería del pecador y del impío? Unirse a ellos no
sería el camino para escapar de estas dificultades. Al sufrir como cristiano,
solo había una cosa que hacer: comprometerse con Aquel que vigilaba el juicio que
estaba ejecutando. Porque, como era su mano, uno sufrió según su voluntad. Esto
fue lo que Cristo hizo para llevar al cristiano a salvo a través del desierto
donde Satanás emplea todos los recursos de su sutileza para hacerlo perecer.
A menudo Dios permite que las consecuencias del
pecado sigan su curso, aun con los creyentes. Él lo hace por varias razones:
(1) para mostrarnos nuestra potencialidad para pecar
(2) para animarnos a alejarnos del pecado y depender
cada vez más de Él
(3) para prepararnos a fin de enfrentarnos a otra
tentación, aún más dura, en el futuro
Y (4) para ayudarnos a permanecer fieles y seguir
dependiendo de Él. Si los creyentes necesitan disciplina terrenal (juicio) de
Dios, ¿cuánto más recibirán los no creyentes? Si los creyentes con dificultad
se salvan (gracias a la misericordia de Dios), ¿qué oportunidad tienen los que
rechazan a Cristo?
Por último, Pedro exhorta a los suyos a confiarle
sus vidas a Dios, el Creador en Quién pueden confiar de veras. La palabra que
usa para confiar es paratíthesthai, que es el término técnico para depositar
dinero con un amigo de confianza. En la antigüedad no había bancos, y pocos
lugares realmente seguros donde uno pudiera depositar dinero. Así que, antes de
emprender un largo viaje, muchos solían dejar su dinero al cuidado de un amigo
de confianza. Tal depósito se consideraba una de las cosas más sagradas de la
vida. El amigo estaba totalmente comprometido por su honor y su religión a
devolver el depósito intacto.
Heródoto (6:86) cuenta la historia de uno de esos
depósitos. Cierto milesio fue a Esparta, porque había oído que los espartanos
cumplían estrictamente con su honor, y le confió su dinero a un cierto Glauco.
Le dijo que a su debido tiempo sus hijos lo reclamarían, presentando pruebas
que identificaran su identidad sin dejar lugar a dudas. Pasó el tiempo, y los
hijos se presentaron. Traicioneramente, Glauco dijo que no se acordaba de que
se le confiara ningún dinero, y dijo que necesitaba cuatro meses para
pensárselo. Los milesios partieron, tristes y apesadumbrados. Glauco consultó a
los dioses lo que debía hacer, y le advirtieron que tenía que devolver el
dinero. Así lo hizo; pero al cabo de no mucho tiempo murió, y toda su familia
le siguió, y en los días de Heródoto no quedaba vivo ni un solo miembro de su
familia, porque los dioses se habían ofendido que hubiera contemplado
quebrantar la confianza que se había depositado en él. Aun pensar en incumplir
tal confianza era un pecado mortal.
Si una persona se encomienda a Dios; Dios no le
fallará. Si un depósito así era sagrado para los hombres, ¡cuánto más para
Dios! Esta es la misma palabra que usó Jesús cuando dijo en la. Cruz: «Padre,
en Tus manos encomiendo Mi espíritu» (Lucas 2146). Jesús no vaciló en confiarle Su vida a Dios, seguro
de que no Le fallaría... y nosotros podemos hacer lo mismo. El añejo consejo
sigue siendo un buen consejo: «confía en Dios, y obra como es debido.»
El Espíritu de Dios se mueve aquí en esta esfera. Es
la relación de Dios con este mundo, y el alma lo conoce a Él como el que lo
creó y quien no abandona la obra de Sus manos. Este es el Dios de tierra judío
conocido en Su conexión con la primera creación. La confianza en Él se basa en
Cristo; pero Dios es conocido en Sus caminos con este mundo, y con nosotros en
nuestra peregrinación aquí abajo, donde Él gobierna y donde Él juzga a los
cristianos, como Él juzgará a todos los demás.
¡Maranata!
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