Juan 8; 12
Jesús les habló
otra vez, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en
tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.
Jesús es la misma Luz de Dios que ha venido al
mundo; y es también la Luz que da la vida al mundo. Como no puede florecer una
planta que no vea la luz del Sol, tampoco pueden florecer nuestras vidas con la gracia y la belleza que deben
desplegar hasta que las irradia la Luz de la presencia de Jesús.
En este pasaje,
Jesús habla de seguirle a Él. Es
una expresión que usamos a menudo, y animamos a otros a seguir a Jesús. ¿Qué
queremos decir? La palabra griega para seguir
es akoluthein; y sus significados
se combinan para lanzar un raudal de luz sobre lo que quiere decir seguir a Jesús.
Akoluthein tiene
cinco sentidos diferentes pero íntimamente relacionados:
(i) Se usa a
menudo del soldado que sigue a su capitán. En las largas marchas, a las
batallas o en las campañas en tierras extrañas, el soldado sigue a su capitán
adonde le dirija. El cristiano es un soldado cuyo General es Jesús.
(ii) Se usa a
menudo de un esclavo que acompaña a su amo. Dondequiera que vaya el amo, el
esclavo está a su servicio, siempre dispuesto a salir al paso de cualquier
necesidad o a cumplir cualquier tarea que le encomiende. Está totalmente a
disposición de su amo. El cristiano es un esclavo cuya felicidad consiste en
estar siempre al servicio de Cristo.
(iii) Se usa a
menudo de aceptar el parecer de un sabio consejero. Cuando estamos indecisos,
acudimos a un experto en la materia y, si somos sensatos, seguiremos el consejo
que nos da. El cristiano encamina su vida y su conducta de acuerdo con el
consejo de Cristo.
(iv) Se usa a
menudo de prestar obediencia a las leyes del municipio o del estado. Si hemos
de ser miembros útiles de una sociedad o ciudadanos de un estado, tendremos que
estar de acuerdo con cumplir sus leyes. El cristiano, como ciudadano del Reino
del Cielo, acepta la ley del Reino y de Cristo como la que gobierna su vida.
(v) Se usa a
menudo de seguir el razonamiento de un maestro, o el argumento de una obra
literaria o de lo que está diciendo alguien. Preguntamos a veces a los que nos
están escuchando: " ¿Me sigues?» El cristiano atiende a las enseñanzas de
Jesús, y las escucha con atención para no perderse nada. Recibe su mensaje en
su mente, y lo entiende; recibe sus palabras en la memoria, y las guarda, y las
conserva en el corazón y las vive.
Ser seguidores
de Cristo es entregarnos en cuerpo, alma y espíritu a la obediencia del
Maestro; y entrar en su seguimiento es empezar a caminar en la luz. Cuando
caminamos solos, estamos expuestos a andar a tientas y a tropezar, porque
muchos de los problemas de la vida están por encima de nuestra capacidad.
Cuando caminamos solos corremos peligro de seguir una senda equivocada, porque
no tenemos un mapa infalible de la vida. Necesitamos la sabiduría celestial
para recorrer el camino terrenal. El que tiene un buen guía y un mapa exacto es
el que puede llegar a salvo al final de su viaje. Jesucristo es ese guía, y es
el único que posee el mapa de la vida. Seguirle es andar en la luz, a salvo a
lo largo de la vida y seguros de entrar después en la gloria.
Juan 8; 58
Jesús les dijo: En verdad, en verdad os digo: antes que Abraham
naciera, yo soy.
Cuando Jesús les
dijo a los judíos que Abraham se había deleitado al ver Su día, estaba hablando
de una manera que ellos podían entender. Los judíos tenían muchas creencias acerca
de Abraham que les permitirían ver a lo que se refería Jesús.
Algunos rabinos interpretaban que, en una
visión que Dios le concedió, Abraham había
entrado en los días que estaban por venir, y había visto toda la
historia del pueblo de Israel, incluyendo la venida del Mesías prometido.
Podemos
ver claramente que los judíos creían que Abraham había visto, de alguna manera
y durante su vida, la historia de Israel y la venida del Mesías. Así que,
cuando Jesús dijo que Abraham había visto Su día, estaba presentándose
claramente como el Mesías. Estaba diciendo realmente: «Yo soy el Mesías que Abraham
contempló en una visión.»
Los judíos,
aunque debieran haber mantenido el debate a un nivel más alto, tomaron las
palabras de Jesús literalmente. Ya hemos visto que esta es la manera en que
Juan nos presenta las conversaciones de Jesús hasta llegar a la verdad final.
"¿Cómo es que Tú -Le preguntaron a Jesús- puedes haber visto a Abraham si
no tienes ni cincuenta años?» ¿Por qué cincuenta? Esa era la edad a la que se
retiraban los levitas de su servicio (Num_4:3). Los judíos estaban diciéndole a
Jesús: "Tú eres un hombre joven, todavía en la plenitud de la vida, ni
siquiera de edad como para retirarte del servicio activo. ¿Cómo puedes Tú haber
visto a Abraham? ¡Estás hablando como un loco!» Ya se comprende que Le estaban
haciendo burla; porque habría sido igualmente absurdo el suponer que hubiera
conocido a Abraham aunque hubiera tenido la edad de Matusalén.
Y fue entonces
cuando Jesús hizo la afirmación más alucinante: "Yo soy de antes que
Abraham.» Lo que Jesús quería decir es, que Él es de antes del tiempo. No hubo
un momento en que El empezara a existir; y nunca llegará un momento en que deje
de existir.
¿Qué quería
decir? Está claro que no era que Él, la persona humana de Jesús, había existido
siempre. Sabemos que Jesús nació en Belén. Aquí se refiere a otra cosa.
Tomémoslo de otra manera. No hay más que Uno en todo el universo que sea
eterno, y ese Uno es Dios. Lo
que Jesús está diciendo aquí es nada menos que Su vida es la vida de Dios; está
diciendo, como lo expresó más sencillamente el autor de la Carta a los Hebreos, que Él es el
mismo ayer, hoy y por los siglos. En Jesús vemos, no simplemente a un hombre
que nació, vivió y murió; vemos al eterno Dios, el Dios de Abraham y de Isaac y
de Jacob, Que era ya antes que empezara el tiempo y Que será cuando el tiempo
ya no sea más: Que siempre es. En
Jesucristo se ha presentado a la humanidad el Dios eterno.
¡Maranata!¡Ven pronto
mi Señor Jesús!
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