Salmo 63; 6-8
Cuando en
mi lecho me acuerdo de ti, en ti medito durante las vigilias de la noche.
Porque tú has sido mi socorro, y a la sombra
de tus alas canto gozoso.
A ti
se aferra mi alma; tu diestra me sostiene.
Aun en la
aflicción no nos tiene que faltar motivo de alabanza. Cuando este es su estado
de ánimo habitual, el creyente valora la benignidad de Dios más que la vida. La
benignidad de Dios es nuestra vida espiritual, y es mejor que la vida temporal.
Debemos alabar a Dios con labios de gozo; debemos dedicarnos a los deberes de
la religión con alegría, y decir alabanzas a Dios desde un principio de gozo
santo. Los labios que alaban deben ser labios de gozo.
David estuvo en
peligro continuo; la preocupación y el temor mantenían en vela sus ojos y le
daban noches agobiadoras, pero se consolaba pensando en Dios.
Las
misericordias de Dios, cuando se evocan en las vigilias nocturnas, sostienen al
alma, y dan gozo en la oscuridad. ¡Cuán dichosa será la última mañana en que el
creyente, despertándose a la semejanza divina, sea satisfecho con toda la
plenitud de Dios, y le alabe con labios de gozo, donde no hay noche y donde
huyen la tristeza y el suspiro!
Los cristianos verdaderos pueden, en cierta
medida, y en ciertos momentos, usar el fuerte lenguaje de David, pero, con
demasiada frecuencia, nuestra alma se aferra al polvo. Habiéndonos consagrado a
Dios debemos estar tranquilos, contentos y callados respecto del temor al mal.
Los que siguen firmes a Dios fallarían pronto, si la diestra de Dios no los
sostuviera. Él es quien nos fortalece y consuela.
El salmista no
duda que él cosechará con gozo, aunque ahora siembre con lágrimas. El Mesías
Príncipe se regocijará en Dios; él ya ha accedido al gozo puesto delante de él
y su gloria se completará en su segunda venida.
Bendito Señor,
permite que aumente nuestro deseo de ti a cada hora; que nuestro amor siempre
sea por ti; que todo nuestro gozo sea en ti y que toda nuestra satisfacción sea
de ti. Que tú seas el todo y en todo para nosotros mientras que permanezcamos
en este desierto y llévanos a casa, donde tendremos gozo eterno junto a ti por
siempre.
La noche se
dividía en tres vigilias. Aquel que se diera cuenta de todas, estaría sufriendo
una noche de insomnio. Un remedio para nuestras noches de insomnio es enfocar
nuestros pensamientos en Dios. Hay muchas razones por las que no podemos
dormir: enfermedad, tensión nerviosa, preocupación, pero las noches de insomnio
pueden convertirse en momentos de paz para reflexionar y alabar a Dios.
Salmo 41; 3
El
SEÑOR lo sostendrá en su lecho de enfermo; en su enfermedad, restaurarás su
salud.
El pueblo de
Dios no está libre de pobreza, enfermedad ni aflicción externa, pero el Señor
considera el caso de ellos y envia las necesarias provisiones. Del ejemplo de
su Señor, el creyente aprende a considerar a sus hermanos pobres y afligidos.
Esta rama de la santidad suele ser recompensada con bendiciones temporales.
Pero nada es tan angustiante para el creyente contrito como el temor o sentido
del descontento divino, o de pecado en su corazón. El pecado es la enfermedad
del alma; la misericordia que perdona la sana, la gracia que renueva la sana y
debemos anhelar más esta sanidad espiritual que la salud corporal.
¡Maranata!¡Ven
pronto mi Señor Jesús!
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