} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: LA VIDA DE LA MENTE ¿EN QUÉ PIENSAS?¿QUÉ PRACTICAS?

domingo, 13 de mayo de 2018

LA VIDA DE LA MENTE ¿EN QUÉ PIENSAS?¿QUÉ PRACTICAS?



Filipenses 4; 8-9
  Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable, si hay alguna virtud o algo que merece elogio, en esto meditad.
   Lo que también habéis aprendido y recibido y oído y visto en mí, esto practicad, y el Dios de paz estará con vosotros.

     Estos versículos son de los más hermosos y prácticos de la Biblia. Si el mundo, o aun los cristianos, practicaran este consejo, se transformaría la sociedad humana. Aquí se presenta la santidad desde seis puntos de vista. Piensa santamente para vivir santamente. Son seis cualidades sin las cuales la vida estaría desprovista de propósito o diseño, semejante a un barco abandonado en alta mar.
Muchos enfatizan la fuerza del pensamiento positivo. Hay muchísimos libros escritos para motivar por medio de una actitud mental positiva que se basan en Pro_4:23 y Flp_4:8, pero lamentablemente muchos de los escritores solamente usan textos bíblicos para dar apoyo a la filosofía humana. Lo que la Biblia enseña es que si el corazón se purifica, entonces la vida será pura. Para lograr este propósito es necesario amar la ley de Dios (Sal_1:2), meditar continuamente en ella (Sal_119:15; Sal_119:23; Sal_119:48; Sal_119:78; Sal_119:148) y guardarla en el corazón para no pecar contra Dios (Sal_119:11).
Pero antes debemos definir la mente como: La facultad del cerebro que permite reunir información, razonar y extraer conclusiones. El término “mente” traduce varias palabras griegas afines que expresan cualidades de la mente, tales como juicio, percepción, inteligencia, raciocinio, pensamiento, intención, recuerdo, estado mental, opinión, inclinación y actitud. A veces, donde algunas versiones traducen “mente”, otras emplean los términos descriptivos o específicos ya mencionados. En las Escrituras Hebreas algunas versiones traducen por “mente” las palabras hebreas que propiamente significan “corazón”, “alma” y “espíritu”.  
La mente humana se tiene que concentrar en algo, y Pablo quería estar seguro de que los Filipenses se concentraran en cosas que valieran la pena. La inclinación natural de la mente del hombre imperfecto tiende al pensar incorrecto. La Biblia denomina esta inclinación “mente carnal”  o “disposición de ánimo carnal”   (Col 2:18.) A los cristianos se nos recuerda que antes éramos enemigos de Dios porque ocupábamos nuestras mentes en obras que eran inicuas. (Col 1:21.)
La mente del hombre “físico” (literalmente, “animal [de índole de alma]”), distinto del hombre “espiritual”, tiende hacia lo material. La fuerza que impulsa su mente es el resultado en parte de la herencia y en parte de lo que se le ha enseñado y lo que ha experimentado. Cuando se le presenta una cuestión, esta fuerza presiona o impulsa su mente en una dirección materialista o carnal. Por lo tanto, a los cristianos se nos dice que “debemos ser hechos nuevos en la fuerza [Espíritu] que impulsa nuestra mente”. (Ef 4; 23.) Esta fuerza impulsora puede transformarse con un estudio de la Palabra de verdad de Dios y mediante la actuación de Su Espíritu, de manera que la actitud mental dominante de la persona se incline en la dirección correcta. Entonces, ante una determinada cuestión, esta fuerza inclinará a la mente al debido proceder espiritual. (1Co 2:13-15.) Tal persona adquiere “la mente de Cristo”, cuya inclinación mental siempre fue espiritual. (1Co 2:16; Ro 15:5.)
El simple conocimiento o facultad intelectual no es suficiente para que alguien disfrute del favor divino. Estas cosas por sí mismas no rehacen la mente para que alguien haga la voluntad de Dios. (Ro 12:2.) Jehová dice: “Haré perecer la sabiduría de los sabios, y echaré a un lado la inteligencia de los intelectuales”. (1Co 1:19.) Se requiere la ayuda del Espíritu de Dios para conseguir entendimiento (Pr 4:5-7; 1Co 2:11), sabiduría y buen sentido verdaderos. (Ef 1:8, 9.)
El apóstol Pablo llama ley de la mente a la que controla el funcionamiento de esta mente renovada en armonía con la “ley de Dios”, en la que se deleita la nueva mente. Pero la “ley del pecado”, que actúa en la carne caída, lucha contra la ‘ley de la mente’, de manera que hay un conflicto constante dentro del cristiano. ¿Puede salir victorioso? Sí, “¡gracias a Dios mediante Jesucristo nuestro Señor!”. La bondad inmerecida de Dios concede el perdón por los pecados de la carne sobre la base del sacrificio de rescate de Cristo y además proporciona la ayuda del Espíritu Santo. La situación del cristiano es diferente de la de aquellos que no lo son, como lo resume Pablo: “Así pues, con mi mente yo mismo soy esclavo a la ley de Dios, pero con mi carne a la ley del pecado”. (Ro 7:21-25; Gál 5:16, 17.)
¿Cómo puede la mente salir victoriosa de esta batalla? El apóstol Pablo lo aclara aún más con las siguientes palabras: “Los que están en conformidad con la carne fijan la mente en las cosas de la carne; pero los que están en conformidad con el espíritu, en las cosas del espíritu. Porque el tener la mente puesta en la carne significa muerte, pero el tener la mente puesta en el espíritu significa vida y paz; porque el tener la mente puesta en la carne significa enemistad con Dios, porque esta no está sujeta [la carne caída, imperfecta] a la ley de Dios, ni, de hecho, lo puede estar. Por eso, si el Espíritu del que levantó a Jesús de entre los muertos mora en ustedes, el que levantó a Cristo Jesús de entre los muertos vivificará también sus cuerpos mortales mediante Su Espíritu que reside en ustedes”. (Ro 8:5-11.)

La lista de virtudes que se van a mencionar   es parecida en su contenido y estructura a ciertas listas de máximas éticas de procedencia estoica. Hay quienes piensan que Pablo está citando un escrito con el cual sus lectores habrían estado familiarizados, y que consistiría en una especie de norma mínima de virtudes que cualquiera admitiría como deseables. Pablo estaría entonces señalando el mínimo que era de esperarse y sobre el cual habría que agregar lo específicamente cristiano. Es importante que leamos este versículo a la luz de su contexto en el v. 9, y de toda la epístola. Se trata de un discurso puesto en forma positiva y que abarca un horizonte inmenso. Es una invitación a llenar la mente y el corazón con toda manifestación de virtud. La fuerza de la enseñanza se nota en la reiteración de la palabra todo que se repite frente a cada una de las virtudes que se enuncian: lo verdadero, por contraste con lo irreal o falso; lo honorable por contraste con lo vulgar. Pablo generalmente usa lo justo díkaios  en un sentido especial, pero aquí sería lo correcto. Lo puro se refiere al campo de las motivaciones, aunque a veces se usa en relación con pureza sexual. Lo amable, prosfilés  que no aparece en las listas comunes, siendo éste el único lugar del NT donde se menciona, y lo de buen nombre, en el sentido de buena reputación. Pablo ha sido selectivo al escoger lo que presenta en su lista, y termina resumiendo para incluir todo aquello en lo que hay virtud (areté) o que merece alabanza o aprobación divina.

Reconocer lo bueno dondequiera que se manifieste y procurar llenar la vida de lo positivo minimizando lo negativo es una de las señales de madurez y plenitud espiritual y humana. Es el mejor antídoto contra los temores y el resentimiento. Este es el tono que domina la epístola. Recordemos que aunque otros predicaban con la intención de hacerlo sufrir, Pablo se olvida de esa intención y se alegra de que el nombre de Cristo sea anunciado. Aunque su vida parece estar pendiente de un hilo, Pablo se alegra con la buena memoria de sus filipenses. Aunque ha perdido todo lo que le daba grandeza desde el punto de vista humano, se entusiasma con lo que ha ganado que es el tesoro del conocimiento de Cristo. Por ello es natural que complete este párrafo llamando, una vez más, la atención hacia sí mismo y proponiéndose como ejemplo.  Los filipenses habían "aprendido" enseñanza, habían "recibido" el depósito de la fe, habían "oído" el anuncio del evangelio y habían "visto" todo ello encarnado en Pablo. En este sentido, el ejemplo de Pablo es un contraste con aquellos maestros a quienes criticaba Jesús porque ellos dicen y no hacen (Mat_23:3). 

Esto es algo de suprema importancia porque es una ley de vida que si uno piensa en algo con suficiente frecuencia e intensidad llegará al punto en que no pueda dejar de pensar en ello: Nuestros pensamientos discurrirán literalmente por un cauce del que no se podrán salir. Es por tanto de la mayor importancia el que concentremos nuestro pensamiento en cosas buenas, y Pablo hace una lista de algunas de ellas.
Hay cosas que son auténticas. Muchas de las cosas de este mundo son engañosas e ilusorias, prometen lo que no pueden cumplir, ofrecen una paz imaginaria y una felicidad inalcanzable. Uno debe siempre fijar su pensamiento en cosas que no le fallen.
Hay cosas que son, como dice la Reina-Valera, honestas. Este es un uso clásico de la palabra en el sentido de probo, recto, honrado, como defina el D R.A E. en la acepción 4.  
Por todo esto se puede ver que el original (semnós) es difícil de traducir. Es la palabra que se usa propiamente de los dioses y de sus templos. Cuando se usa de una persona, la describe como alguien que se mueve por el mundo como si estuviera en el templo de Dios. Pero la palabra realmente describe lo que está revestido de la dignidad de la santidad. Hay cosas en este mundo que son ligeras, que no tienen seriedad, que no son atractivas más que para los ligeros de cascos; por el contrario, es en las cosas que son serias y dignas en las que el cristiano debe concentrar la mente.
Hay cosas que son justas. En griego, la palabra dalcaios define al que da a Dios y a los hombres lo que les es debido. El juez injusto de la parábola se definía como uno que " ni temía a Dios ni respetaba a hombre» Luc_18:2). En otras palabras, dalcaios es la palabra del deber asumido y cumplido. Hay quienes no piensan más que en el placer, la comodidad y la buena vida. El cristiano concentra su pensamiento en sus deberes para con Dios y para con sus semejantes.
Hay cosas que son puras. La palabra original es hagnós, otra palabra de muchos matices. Define lo que está moralmente incontaminado. Cuando se refiere a los sacrificios describe lo que se ha purificado hasta dejarlo apto para ser presentado a Dios y usado en Su servicio.
Este mundo está lleno de cosas que son asquerosas y desharrapadas y sucias y obscenas. Muchas personas tienen la mente en tal estado que ensucian todo lo que piensan. La mente del cristiano se concentra en lo que es puro; sus pensamientos son tan limpios que pueden resistir el escrutinio de Dios. Hay cosas que son, como dicen muchas versiones de la Biblia, amables. Es la traducción más exacta de la palabra original prosfilés si le damos su sentido original de digno de ser amado. Hay algunos que tienen la mente tan concentrada en el castigo y la venganza que no provocan más que amargura y miedo en otros. Hay algunos que tienen la mente tan programada para la crítica y la bronca y la burla que no provocan más que resentimiento en los demás. La mente de la persona cristiana se concentra en cosas amables -la simpatía; la tolerancia, la comprensión- de tal manera que resulta amable para los demás: basta verla para quererla.
Hay cosas que son, como dicen la Reina-Valera y otras, de buen nombre.   No es fácil llegar al sentido de esta palabra, euféma, que quiere decir literalmente bien habladas, pero que se conectaba especialmente con el silencio santo al principio de un sacrificio en la presencia de los dioses. Tal vez no fuera excesivo decir que describe lo que es apto para que Dios lo oiga. Hay demasiadas palabrotas y tacos y blasfemias en el mundo. En los labios y en las mentes de los cristianos debe haber solamente palabras aptas para que Dios las oiga.
Pablo prosigue: Si hay virtud alguna. Otros traducen la palabra original areté por excelencia en vez de virtud. Lo curioso es que, aunque areté era una de las grandes palabras clásicas, parece que Pablo la evita deliberadamente, y esta es la única vez que aparece en sus escritos. En el pensamiento clásico describía cualquier clase de excelencia. Podía referirse a la excelencia de un campo, de una herramienta para cierto uso, a la excelencia física de un animal, al coraje de un soldado, a la virtud moral.  Pablo convoca como aliado todo lo que era excelente en el trasfondo pagano de sus amigos. Es como si estuviera diciendo: «Si la antigua idea pagana de la excelencia en la que os criasteis tiene alguna influencia sobre vosotros, incluidla en vuestro pensamiento. Pensad en vuestra vida pasada en su nivel más alto, para que os estimule a alcanzar nuevas alturas en el camino cristiano.» El mundo tiene sus impurezas y sus degradaciones, pero es indudable que tiene también sus noblezas e ideales, y es en las cosas más elevadas en las que debe pensar el cristiano.
Por último, Pablo dice: Si alguna alabanza (épainos). En un sentido, es cierto que el cristiano no tiene en cuenta la alabanza de los hombres; pero, en otro sentido, a toda persona buena la eleva la alabanza de los buenos. Así es que Pablo dice que el cristiano debe vivir de tal manera que ni desee vanidosamente ni desprecie neciamente la alabanza de los hombres. Pero está más de acuerdo con el contexto lo que dice la Reina-Valera: Si algo digno de alabanza. Aunque muchas veces el cristiano no estará de acuerdo en que muchas de las cosas que alaba el mundo sean dignas de alabanza, habrá casos en que sí; y le debe importar la aprobación de los suyos, y supremamente la de Dios.
 Pablo establece el método de la enseñanza correcta.
Habla de las cosas que los Filipenses han aprendido. Estas eran las cosas que él mismo les había enseñado. Esto representa la interpretación personal del Evangelio que Pablo les aportó. Habla de las cosas que los Filipenses han recibido. La palabra original es paralambánein, que quiere decir específicamente aceptar una tradición fijada. Esto equivale a la enseñanza de la Iglesia que Pablo les había transmitido.
De estas dos palabras podemos deducir que la enseñanza incluía dos partes. Una parte era el cuerpo de doctrina que mantenía toda la Iglesia; y otra era la explicación de esa doctrina por medio de la interpretación e instrucción del maestro. Si hemos de enseñar o de predicar debemos conocer el cuerpo de doctrina aceptada por la Iglesia; y luego lo tenemos que pasar por nuestra mente y entregárselo a otros, tanto en su sencillez original como en el sentido que nuestra propia experiencia y pensamiento le hayan dado.
Jehová predijo que haría un nuevo pacto bajo el cual el Espíritu Santo obraría para escribir Sus leyes en la mente y corazón de Su pueblo. (Heb 8:10; 10:16.) De esta manera pueden cumplir aquello de lo que pende toda la Ley y los profetas, a saber, ‘amar a Jehová su Dios con todo su corazón y con toda su alma y con toda su mente, y a su prójimo como a sí mismo’. (Mt 22:37-40; Lu 10:27, 28.)
Se debe amar a Dios con todo el corazón (los deseos, sentimientos y emociones de la personalidad interior), con toda el alma (la vida y todo el ser) y con toda la mente (las facultades intelectuales). Esta última frase significa que los siervos de Dios no solo debemos amar con sentimientos, emociones y fuerza, sino que también debemos emplear nuestra mente de forma concienzuda para adquirir conocimiento de Dios y Cristo (Jn 17:3), conseguir entendimiento (Mr 12:33; Ef 3:18), servir a Dios y sus propósitos, y participar en declarar las buenas nuevas. Se nos aconseja que “mantengamos la mente fija en las cosas de arriba” (Col 3:2), que “fortifiquemos nuestra mente para actividad” y “mantengamos completamente  nuestro juicio”. (1Pe 1:13.) El apóstol Pedro vio la importancia de ‘despertar sus facultades de raciocinio claro’ para tener presentes las cosas aprendidas. (2Pe 3:1, 2.) Asimismo, debemos ‘tener muy presente la presencia del día del Señor”. (2Pe 3:11, 12.)
Cuando habló de los dones milagrosos del Espíritu que actuaron en la congregación cristiana primitiva, Pablo destacó la necesidad de utilizar la mente. Dijo que en el caso de que orase en una lengua que no pudiera traducir, su mente sería infructífera. Además, si cantara alabanzas así, ¿cómo ayudaría al oyente que no entendiese la lengua? Por consiguiente, dijo que prefería hablar cinco palabras con su mente, con el fin de instruir a otros, que diez mil en una lengua; después estimuló a sus hermanos para que llegaran a estar plenamente desarrollados en facultades de entendimiento. (1Co 14:13-20.)
A los siervos del Señor se nos manda que estemos “aptamente unidos en la misma mente y en la misma forma de pensar”. (1Co 1:10; Flp 2:2; 1Pe 3:8.) Por supuesto, esto significa unidad en lo relacionado con los intereses de la adoración pura, las cosas importantes, no en gustos personales o en asuntos de menor importancia, que se resolverán en el momento en que se adquiera la madurez. (Ro 14:2-6, 17.) Tenemos que ser “de la misma mente en el Señor” (Flp 4:2); no debemos disputar, sino continuar “pensando de acuerdo”. (2Co 13:11.)
Los cristianos tenemos que esforzarnos por conocer mejor a Dios en todo aquello en lo que Él se ha pronunciado. (Ro 11:33, 34; 16:25, 26.) También debemos tener la actitud mental de obediencia y humildad de Jesucristo; de este modo tendremos “la mente de Cristo”. (1Co 2:15, 16.) Pedro aconseja: “Puesto que Cristo sufrió en la carne, ustedes también ármense de la misma disposición mental”. (1Pe 4:1.)


Pablo pasa más adelante. Les dice a los Filipenses que imiten lo que han oído y visto en él. Desgraciadamente, pocos maestros y predicadores pueden decir eso; y sin embargo, sigue siendo verdad que el ejemplo personal es una parte esencial de la enseñanza. El maestro debe demostrar en acción la verdad que expresa en palabras.
Por último, Pablo les dice a sus amigos Filipenses que, si hacen eso con fidelidad, el Dios de la paz estará con ellos. Es de gran interés estudiar los títulos que el apóstol Pablo Le da a Dios.
(i) Es el Dios de la paz. Este es, de hecho, su título favorito de Dios (Rom_16:20; 1Co_14:33; 1Te_5:23). Para un judío la paz no era algo puramente negativo, como la ausencia de guerra o de problemas. Era todo lo que contribuye al bien supremo del ser humano. Sólo en la amistad con Dios puede una persona encontrar la vida como es debido. Pero también para un judío esta paz se manifestaba especialmente en las relaciones personales correctas. Sólo por la gracia de Dios podemos entrar en la relación correcta con Él y con nuestros semejantes. El Dios de la paz puede hacer que nuestra vida sea conforme a Su propósito, permitiéndonos entrar en las debidas relaciones consigo mismo y con nuestros semejantes.
(ii) Es el Dios de la esperanza manos. La fe en Dios es lo único que puede guardar a una persona de la desesperación total. Sólo el sentimiento de la gracia de Dios puede guardarle a uno de desesperar de sí mismo; y sólo el sentimiento de la providencia general de Dios puede guardarle de desesperar del mundo. El salmista cantaba: " ¿Por qué te abates, alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios, porque aún he de alabarle, ¡salvación mía y Dios mío!» (Sal_42:11; Sal_43:5). La esperanza del cristiano es indestructible, porque está fundada en el Dios eterno.
(iii) Es el Dios de la paciencia y de la consolación (Rom_15:5; 2Co_1:3). Aquí tenemos dos grandes palabras. Paciencia es el griego hypomoné, que no quiere decir nunca la actitud del proverbio chino del que se sienta a su puerta a esperar que pase el cortejo fúnebre de su enemigo, sino la del que se levanta y se enfrenta y conquista las situaciones adversas. Dios es Quien nos da el poder para usar cualquier experiencia para revestir la vida de grandeza y de gloria. Dios es Aquel en Quien aprendemos a usar el gozo y el dolor, el éxito y el fracaso, el logro y la desilusión igualmente para ennoblecer y enriquecer la vida, para hacernos más útiles a los demás y para acercarnos a Él. La consolación es la palabra griega paraklésis, que es mucho más que un gesto de simpatía; es el aliento. Es la ayuda que no se limita a echar el brazo por el hombro, sino que anima a enfrentarse con el mundo; no consiste en secar las lágrimas, sino en capacitar al afligido o débil a enfrentarse con el mundo con mirada firme. Paraklésis es consuelo y fuerza combinados. Dios es Aquel en Quien cualquier situación se convierte en gloriosa, y en Quien puede uno encontrar la fuerza para proseguir gallardamente cuando la vida parece desmoronarse.
(iv) Es el Dios del amor y de la paz. Aquí llegamos al corazón del asunto. Detrás de todas las cosas está ese amor de Dios que no nos abandona nunca, que soporta todos nuestros pecados, que no nos arroja como inservibles, que no nos debilita con sensiblerías sino que nos fortalece virilmente para la batalla de la vida.
Paz, esperanza, paciencia, aliento, amor -estas son las cosas que Pablo encontró en Dios. No cabe duda de que «nuestra capacidad proviene de Dios» (2Co_3:5).

    El mundo no juzga a la iglesia solamente por la doctrina que enseña, sino también por la conducta de los miembros. La reputación de la iglesia sería mejorada de manera inconmensurable si todos lleváramos estas seis cualidades grabadas en el corazón.
         Para obedecer este mandamiento es indispensable que el corazón sea alimentado por la Palabra de Dios. Los miembros de la iglesia que continuamente alimentan la mente y las emociones con la "enseñanza" de la televisión o de internet de que es conducta aceptable la homosexualidad, el aborto, el uso de drogas, el feminismo, la desnudez y toda forma de conducta sensual, etcétera no obedecen Flp_4:8. Otro "maestro" diabólico es la música que glorifica la conducta mundana y perversa (tomar, fornicar, divorciarse, usar drogas, etcétera). La literatura predilecta de muchos jóvenes (y adultos) son las revista pornográfica y películas porno.
         Las personas que llenan su mente con tales cosas carnales serán carnales y no espirituales aunque sean miembros de la iglesia. El propósito del evangelio es el de llevar "cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo" (2Co_10:5).
En el monte Sinaí, los israelitas tenían sus facultades mentales embotadas debido a que no habían vuelto sus corazones completamente a Jehová; y lo mismo ocurrió con aquellos que se mantuvieron bajo la Ley después de que Dios la abolió por medio de Jesús. (2Co 3:13, 14.) No reconocieron que Jesús era aquel a quien señalaba la Ley. (Col 2:17.) En cuanto a los hombres que no aprobaron tener a Dios en conocimiento exacto, sino que adoraron las cosas creadas, “Dios los entregó a un estado mental desaprobado”, quedando mentalmente en oscuridad y haciendo todo tipo de cosas inútiles e impropias. (Ro 1:28; Ef 4:17, 18.) Los hombres de mente corrupta resistieron la verdad incluso en el tiempo de Moisés, y más tarde tales hombres lucharon contra el cristianismo verdadero, algunos hasta alegaron que eran cristianos, pero intentaron dividir y perturbar las congregaciones. (2Ti 3:8; Flp 3:18, 19; 1Ti 6:4, 5.)
Esa clase de personas tienen las mentes y conciencias contaminadas y nada es limpio para ellas; por lo tanto, hablan sin provecho en su intento de embaucar las mentes de los cristianos verdaderos y esclavizarlos a opiniones humanas. (Tit 1:10-16.) Por esta razón, es esencial que todos los cristianos, en particular los que están en puestos de responsabilidad, sean de juicio sano. (Ro 12:3; 1Ti 3:2; Tit 2:6; 1Pe 4:7.)
El “dios de este sistema de cosas”, el Diablo, ciega las mentes de los incrédulos a la iluminación de las buenas nuevas acerca del Cristo. (2Co 4:4.) Por lo tanto, existe el peligro de que este archienemigo de Dios pueda seducir a los cristianos con su astucia y corromper nuestras mentes “de la sinceridad y castidad que debemos  al Cristo”. (2Co 11:3.) Por este motivo, es necesario que los cristianos demostremos unidad de mente, seamos razonables y sigamos orando para que la paz de Dios “que supera a todo pensamiento” guarde nuestras facultades mentales por medio de Cristo Jesús. (Flp 4:2, 5-7.)

¡Maranata!

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