Miqueas 6; 8
Él (Dios) te ha declarado, oh hombre,
lo que es bueno. ¿Y qué es lo que demanda el SEÑOR de ti, sino sólo practicar
la justicia, amar la misericordia, y andar humildemente con tu Dios?
(Biblia
de las Américas)
Miqueas hace eco
de lo que dice su contemporáneo Oseas en el 6:6 de su libro. Aunque este
versículo no se cita palabra por palabra en el NT, parece que Jesús lo tiene
claramente en mente en Mat_23:23.
Hacer justicia tiene que ver con nuestra relación para
con otros, es decir, con nuestra conducta externa. Amar misericordia (o fiel amabilidad) tiene que ver con nuestra
disposición interior; lo que sentimos y somos en nuestro interior. Andar humildemente obviamente tiene
que ver con nuestra relación con Dios. Es interesante que esta palabra en
particular (tsana) solo aparece
aquí, aunque en su forma adjetiva se menciona en Salm_11:2
donde se traduce “humildes”, y quiere decir modesto, sumiso o sujeto.
Estas son las cosas que requiere Dios del verdadero adorador.
En una famosa
escultura griega, la justicia se representa como una mujer ciega sosteniendo en
alto una balanza. Éste es un aspecto de la justicia. Miqueas proclama una
justicia aún más amplia. No debemos pensar en justicia solamente como una
actitud pasiva. Debemos actuar a favor de la justicia.
Dios tiene
distintas medidas para medir lo que es importante. Belén no tenía nada de
importancia según las medidas del mundo. Adquirió su importancia por dos de sus
ciudadanos: David y Jesús.
1.
Algunos se jactan de su origen geográfico, nacional o cultural. Pero
ninguna persona escoge donde nacer.
2.
Es mucho mejor vivir de tal manera que enriquezcamos el lugar de nuestro
origen, que depender de nuestro origen para sentirnos orgullosos.
3.
Grandes vidas hacen del lugar más humilde un lugar de honor. Vidas viles
hacen del lugar más elegante un lugar de vergüenza.
Aquí se
encuentra el argumento que se repite una y otra vez de que ningún sacrificio,
no importa la calidad o la cantidad, será aceptado por Dios cuando es traído
por un pecador no arrepentido
Las personas han
probado todas las formas posibles de agradar a Dios, pero El dejó en claro sus
deseos: quiere que su pueblo sea justo y misericordioso y que camine
humildemente con El. En sus esfuerzos para complacer a Dios, examine esas áreas
con regularidad. ¿Es usted justo en su trato con la gente? ¿Muestra
misericordia con aquellos que le hacen daño? ¿Está usted aprendiendo a ser
humilde? Solo los que obedezcan a Dios, porque quieran complacerlo, viven en
una relación adecuada con El.
Dios quiere cambiar
nuestras vidas. Quiere que su pueblo sea justo, recto, misericordioso y
humilde. Dios quiere que seamos sacrificios vivos (Rom_12:1-2). No solo que realicemos
actos religiosos, sino que vivamos correctamente (Jer_4:4;
Heb_9:14). Es imposible vivir una vida así de firme sin el amor
transformador de Dios en nuestros corazones. Lo que Dios requiere es fidelidad
al pacto, que está basado en la fe en él y que se expresa fundamentalmente en
una vida recta. La ignorancia del hombre en cuanto a lo que complace a Dios es
inexcusable, porque el pacto de Dios ha declarado
al hombre lo que es bueno, un
término que resume los requisitos de la ley: hacer justicia, amar
misericordia (eso es, de corazón proteger al débil), y caminar humildemente (o “caminar
cuidadosamente” a la luz de los requisitos del pacto) con Dios.
El
tener “declarado lo bueno” o revelado
por el Espíritu, es el único fundamento para los requerimientos que siguen. De
esta manera se preparó el camino para el evangelio. El destierro de los judíos
de Palestina tiene por propósito, excluir la posibilidad de que ellos esperen
procurar la redención por medio de los ritos mosaicos, y los encierra para el Mesías. Andar con Dios envuelve constante
oración, y vigilancia, comunión íntima pero humilde con Dios acompañada de la obediencia pasiva y activa
para con Dios (Gen_5:24; Gen_17:1).
Los deberes
morales se han ordenado porque son buenos para el hombre. Gran recompensa hay en obedecer los mandamientos de Dios
y después de obedecerlos. Dios
no sólo lo ha dado a conocer, sino lo ha hecho claro.El bien que Dios requiere
de nosotros no es pagar un precio por el perdón de pecado y la aceptación de
Dios, sino amarlo a Él; ¿qué hay de ilógico o difícil en esto? Todo pensamiento
nuestro debe ser derribado, llevado a la obediencia de Dios si queremos andar
cómo dos con Él. Debemos hacer esto como pecadores penitentes dependientes del
Redentor y de su expiación. Bendito sea el Señor que siempre está listo para
dar su gracia al penitente humilde que espera.
¡Maranata!¡Ven pronto
mi Señor Jesús!
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