Hechos 2; 22-23
varones
israelitas, escuchad estas palabras: Jesús el Nazareno, varón confirmado por
Dios entre vosotros con milagros, prodigios y señales que Dios hizo en medio
vuestro a través de Él, tal como vosotros mismos sabéis,
a éste, entregado por el plan predeterminado
y el previo conocimiento de Dios, clavasteis en una cruz por manos de impíos y le matasteis,
Aquí tenemos un pasaje que está lleno de
la esencia del pensamiento de los primeros predicadores.
(i) Insiste en que la Cruz no fue ningún
accidente. Formaba parte del plan eterno de Dios, que es algo que se afirma con
frecuencia en Hechos. El pensamiento de Hechos nos salvaguarda de
dos serios errores sobre la muerte de Jesús:
(a) La Cruz no fue
una salida de emergencia porque a Dios le hubieran fallado otros planes. Forma
parte de la vida misma de Dios.
(b) No debemos
pensar nunca que nada de lo que hizo Jesús cambiara la actitud de Dios hacia
los hombres. No debemos oponer un Jesús dulce y amable a un Dios airado y
vengativo. Fue Dios el Que envió a Jesús, el Que planificó la venida de
Jesús al mundo. Podemos decir que la Cruz es una ventana en el tiempo por la
que podemos ver el amor sufriente que hay eternamente en el corazón de Dios.
(ii)Hechos insiste
en que lo dicho anteriormente no aminora en nada el crimen de la humanidad que
crucificó a Jesús. Siempre que se menciona la Cruz en Hechos se hace con
un sentimiento de horror ante el crimen que se cometió (Hec_2:23; Hec_3:13; Hec_4:10; Hec_5:30). Aparte de otras cosas, la
Cruz es el mayor crimen de la Historia. Muestra supremamente hasta dónde pudo
llegar el pecado, que tomó la vida más maravillosa que haya habido jamás, y la
estampó en la Cruz.
(iii) Hechos se
propone demostrar que la pasión y muerte de Cristo fueron el cumplimiento de
las profecías. Los primeros predicadores tenían que hacerlo así, porque la idea
de un mesías crucificado era inconcebible y hasta blasfema para los judíos. La
Ley decía: «Maldito el que muere colgado de un madero» (Deu_21:23). Para
los judíos ortodoxos, la Cruz era lo único que hacía absolutamente imposible
que Jesús pudiera ser el Mesías. Por eso los enemigos de Jesús se propusieron
darle, no una muerte cualquiera, sino la muerte de cruz. Los primeros
predicadores respondían: " Si leéis las Escrituras con atención, veréis
que estaba profetizado.»
Hechos 2; 36
Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel, que a este Jesús
a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.
Debían haberse
convencido por las profecías de Joel y David, por el testimonio de los
apóstoles como testigos competentes y por lo que el Espíritu Santo había hecho
en su presencia ese mismo día, que el verdadero Mesías había venido y que
estaba siendo exaltado en los cielos a la diestra de Dios. Pedro aclara bien la
identidad de la persona de quien habla: "a este Jesús a quién vosotros
crucificasteis", pensando que era un impostor o revolucionario
(alborotador). Verdaderamente este Jesús era y es el Mesías de Dios. Ahora los
oyentes tenían que aceptar a Jesús como el Mesías o seguir pensando que al
crucificarle rendían servicio a Dios. El derramamiento del Espíritu es una
señal de que Jesús ha sido exaltado a la derecha del Padre. Pentecostés es una
señal de que Jesús es el Señor.
Lamentablemente,
la mayoría rechazó el mensaje inspirado de los apóstoles.
Pedro
no dice que algún día cuando Cristo vuelva la segunda vez establecerá su reino,
sino que cuando ascendió al cielo después de su resurrección, ocupó su trono
(el trono de David) y como Pablo dice, reinará hasta el fin (1Co_15:24).
¡Maranata!¡Ven
pronto mi Señor Jesús!
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