} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: LA VIDA DE LA MENTE 2

miércoles, 16 de mayo de 2018

LA VIDA DE LA MENTE 2


  

2 Corintios 10; 3-6

Pues aunque andamos en la carne, no luchamos según la carne;
   porque las armas de nuestra contienda no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas;
 contra el conocimiento de Dios, y poniendo todo pensamiento en cautiverio a la obediencia de Cristo,
   y estando preparados para castigar toda desobediencia cuando vuestra obediencia sea completa.

     Siempre como el soldado de Cristo, Pablo se remontó como si en su mente y corazón saliera a la batalla en contra de todo el que estaba en oposición a Dios y que rechazaba o malinterpretaba a Jesucristo y su evangelio. Aunque somos humanos, dice Pablo, andando en la carne, no nos portamos en nuestra lucha contra el mal como actúan hombres dejados a su propia sabiduría. Actuar según la carne es seguir la sabiduría humana (Stg_3:14-16), empleando las tácticas de calumnia y falsa representación, porque para el hombre carnal este comportamiento es "sabio"; es la manera de lograr fines deseados. Así actuaban los falsos hermanos en Corinto.
        
         En la hermandad hoy en día, en cuanto a la división que han causado los hermanos liberales que son promotores de la centralización y del institucionalismo, algunos de ellos han empleado las mismas tácticas carnales, militando según la carne. Acusan a sus oponentes de ser divisionistas, carentes de amor para con los huérfanos, en contra de la cooperación, y como lo expresó uno de ellos en una carta circular en España, "son anti todo y más". En un país de Centroamérica se circula que los "antis" son adúlteros, dejando la impresión en la mente de los ingenuos de que el adulterio caracteriza a ellos. Se han circulado cartas difamando en muchas formas a los que nada más insistimos en que toda práctica nuestra tenga autorización bíblica. Las tácticas carnales de ellos exponen la falsedad de lo que promueven. La verdad no es servida de tales tácticas.

 (i) Está claro que los corintios habían acusado a Pablo de ser bastante atrevido cuando no estaba cara a cara con ellos, y de achantarse cuando estaba presente. Decían que, desde lejos, escribía cosas que no se atrevía a decirles en la cara. La respuesta de Pablo es que pide a Dios que no se le ponga en situación de tratarlos personalmente como él sabe que es muy capaz de hacerlo. Las cartas son cosas peligrosas. Puede que uno escriba alguna vez en un tono autoritario que no usaría a la cara de otra persona. Un intercambio de cartas puede hacer un montón de daño que se hubiera podido evitar en una conversación cara a cara. Pero Pablo afirma que nunca dice nada por carta que no pueda mantener en persona.
(ii) Está claro que le habían acusado de organizar su conducta dejándose llevar por motivos puramente humanos. La respuesta de Pablo es que tanto su conducta como su poder venían de Dios. Sí, era verdad que era un hombre sujeto a todas las limitaciones de la naturaleza humana, pero Dios era su guía y su fuerza.
Pablo dice que no militaba según la carne porque sus armas de milicia no eran carnales. No tenía metas carnales, y por eso no tenía que emplear armas carnales. Los que emplean armas (tácticas) carnales lo hacen para alcanzar fines carnales. Pablo no era guiado por la vanidad, la ambición mundana, o el sentimiento humano. No se encontraba bajo dirección humana, y por eso no se encontraba en una lucha puramente humana. ¿Para qué, pues, usar armas carnales? No tenía por qué usarlas, pero sus enemigos, sí. 1Co_4:18; 2Co_11:15; 2Co_11:18).
   Que no fueran carnales sus armas, no significaba que fueran débiles. Todo lo contrario; eran poderosas para la tarea en la cual Pablo las empleaba.  Efe_6:10-17. Como las máquinas de guerra de esos tiempos eran poderosas para tumbar paredes de fortalezas, así también las armas de Pablo, que eran la verdad de Dios (1Co_2:1-16), podían derribar la fortaleza del pecado. La verdad es suficiente para exponer la falsedad del error, y lo hueco de la sofistería, las deducciones y los razonamientos del hombre.
Lo que hace difícil de entender este pasaje es que Pablo usa la palabra sarx, carne, en dos sentidos diferentes:
 (a) La usa en el sentido ordinario de cuerpo humano, carne en el sentido físico. «Andamos -dice- en la carne.» Aquí quiere decir sencillamente que es un ser humano como otro cualquiera. Como en Gal_2:20: "... lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios.»
(b) Pero también usa esta expresión de una manera que le es característica, refiriéndose a la parte de la naturaleza humana que es una cabeza de puente para el pecado, esa debilidad esencialmente humana de la vida sin Dios. Por eso dice: "No seguimos los dictados de la carne.» Es como si dijera: «Soy un ser humano con un cuerpo como el vuestro, pero nunca me dejo dominar por motivos puramente humanos. Nunca intento vivir sin contar con Dios.» Una persona puede vivir en un cuerpo, pero ser guiada por el Espíritu de Dios.
   En esta guerra espiritual hay que derribar altos castillos. Son los castillos de la altivez y del orgullo que se rebelan contra la verdadera sabiduría de Dios, la cual avanza sin pausa a la conquista de la tierra. Una vez conquistada la fortaleza, se toma prisionera la guarnición. Es decir, el pensamiento, que ofrece una inútil resistencia contra el conocimiento de Dios, contra Cristo y contra el Evangelio, es hecho prisionero y sometido a la obediencia a Cristo. El pensamiento y la razón no deben, pues, ser aniquilados, sino cultivados, pero desde ahora en aquella obediencia que Pablo llama la «obediencia a la fe» (Rom_1:5). Por eso, en esta guerra queda excluido todo empleo de la fuerza. A nadie se le debe obligar a creer mediante presión externa. El incrédulo es ganado a la fe por la Palabra y el esfuerzo del apóstol y, en el fondo, por la llamada y el amor de elección de Dios. Prisionero de la fe, el pensamiento tiende a la sabiduría de los perfectos (1Co_2:6 s)
Pablo pasa a tocar dos puntos muy significativos:
(i) Dice que está equipado para enfrentarse con toda la astucia plausible de la sabiduría y del orgullo humano. Existe una sencillez que es un argumento de mucho más peso que la más elaborada agudeza humana. La verdad es capaz de vencer a todo razonamiento humano que se ensalza contra el conocimiento de Dios. La humana sabiduría, basada en la altivez del corazón del incrédulo, es hueca y transparente. La espada del Espíritu, que es la palabra de Dios" (Efe_6:17), la derriba fácilmente. El hombre que se opone a la verdad de Dios (a Dios mismo se opone), es arrogante, vano, y presuntuoso. Sus razonamientos reflejan su vanidad. Está en contra del conocimiento de Dios porque la palabra de Dios está en contra de él.  1Co_3:18-23.
  No obstante, la palabra de Dios es poderosa en el proceso de cambiar el pensar del hombre, trayéndole a la obediencia a Cristo. Hombres grandes y humildes, reyes y esclavos, han sido persuadidos a obedecer al evangelio de Cristo por medio de la predicación de la verdad (1Co_1:18-31). Las legislaciones humanas a cierto grado controlan al hombre, pero solamente el evangelio tiene el poder de cambiar el corazón del hombre "sabio en este siglo" (Rom_1:16). Cambiado el corazón, hay esperanza de cambios vitales y perdurables en la sociedad humana. Las leyes humanas no lo logran. Muchas referencias de Pablo hablan acerca de la defensa del evangelio, pero lo que él prevé aquí no es una mentalidad de fortaleza, sino el cruzar espadas mentales e intelectuales para que se desarme al pagano de forma que pueda considerar la verdad cristiana, comprenderla y aceptarla. Es la base dando una razón por la esperanza que está en nosotros, porque, como se ha dicho: “El corazón no puede regocijarse en lo que la mente rechaza como falso”.

 En último análisis, lo más efectivo no es el sutil intelectualismo, sino la sencilla sinceridad.
(ii) Pablo habla de hacer prisionera de Cristo toda intención humana. Cristo tiene una manera maravillosa de cautivar lo que era antes pagano y someterlo a Sus propósitos. Max Warren relata una costumbre de los nativos de Nueva Guinea. En ciertos tiempos tenían cantos y danzas rituales. Tanto se acaloraban que entraban en trance, y el ritual culminaba con lo que ellos llaman «las canciones asesinas,» en las que gritaban delante de su dios los nombres de los que querían matar. Cuando aquellos nativos se convirtieron al Cristianismo, siguieron con esas costumbres y ese ritual; pero, en las canciones asesinas, ya no gritaban los nombres de las personas que odiaban, sino los pecados que odiaban y Le pedían a Dios que los destruyera. Una antigua costumbre pagana había sido hecha cautiva de Cristo. Jesús no quiere nunca quitarnos nuestras cualidades y habilidades y características. Lo que quiere es tomarlas y usarlas en Su obra. Nos invita a acudir a Él con todo lo que tengamos para ofrecérselo a Él, y Él nos capacitará para hacer mejor uso de nosotros mismos y de todo lo nuestro del que haríamos sin Él.
En estas palabras Pablo no se dirige a los fieles en Corinto, sino a sus detractores que tanto estorbaban a la iglesia en Corinto.
         (Sabemos que el que en realidad estorba lo que es bueno y correcto siempre acusa de ESTORBAR a sus oponentes. El acusa a otros de lo que él mismo es culpable. Tenemos ejemplo de esto en 1Re_18:17-18.) Hoy en día mis hermanos en la fe que han dividido la hermandad con la introducción de la centralización y el institucionalismo, como la dividieron en el siglo pasado los innovadores de la Sociedad Misionera, me acusan a mí de divisionista, exactamente como los liberales del siglo pasado acusaban a sus oponentes de ser divisionistas. Es una táctica de diversión, y una de las armas carnales que emplean los que introducen prácticas no bíblicas).
         Pablo había advertido que si fuera necesario castigaría la desobediencia (1Co_4:18-21).   No alardeaba. Pospuso su viaje a Corinto, para dar tiempo a los hermanos para corregir sus faltas. Para cuando él llegara, la obediencia de los arrepentidos estaría completa. A los no arrepentidos, los castigaría, usando de severidad. Rom_11:22.
Nosotros, como Pablo, somos simples y frágiles humanos, pero no necesitamos usar planes y métodos humanos para ganar nuestras batallas. Las poderosas armas de Dios están disponibles para pelear contra las "fortalezas" de Satanás. Los cristianos deben decidir qué métodos emplearán, los de Dios o los del hombre. Pablo nos asegura que las poderosas armas de Dios son efectivas: oración, fe, esperanza, amor, la Palabra de Dios, el Espíritu Santo (Efe_6:13-18). Estas armas pueden destruir el argumento del orgullo humano que se levanta contra Dios y los muros que Satanás construye para que la gente no encuentre al Señor. Al enfrentar al orgullo que aparta a las personas de su relación con Dios, podemos vernos tentados a utilizar nuestros propios métodos. Pero nada puede derribar estas barreras como las armas de Dios.

¡Maranata!

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