} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 8 Mayo: Meditando en la Palabra de Dios en la Biblia

martes, 8 de mayo de 2018

8 Mayo: Meditando en la Palabra de Dios en la Biblia



Salmo 139; 1-4

 Para el director del coro. Salmo de David.
Oh SEÑOR, tú me has escudriñado y conocido.
   Tú conoces mi sentarme y mi levantarme; desde lejos comprendes mis pensamientos.
   Tú escudriñas mi senda y mi descanso, y conoces bien todos mis caminos.
   Aun antes de que haya palabra en mi boca, he aquí, oh SEÑOR, tú ya la sabes toda.

Dios no es como un receptor impersonal de la tecnología moderna que capta todo pero sin discernir entre estados de ánimo, motivos, etc. Dios conoce todo, pero puede discernir nuestras necesidades más íntimas. Dios conoce todos mis proyectos, mis sueños, mis deseos, mis propósitos. Él sabe si mi acostarme es pereza o el descanso necesario.

Dios tiene un conocimiento perfecto de nosotros, y todos nuestros pensamientos y acciones están abiertos ante Él. Más provechoso es meditar en las verdades divinas aplicándolas a nuestros propios casos, con el corazón elevado a Dios en oración, que con un enfoque mental de curiosidad o de debate. Que Dios sabe todas las cosas, es omnisciente y que esté por doquier, es omnipresente, ambas son verdades reconocidas por todos, pero rara vez creídas correctamente por la humanidad. Dios lleva la cuenta estricta de cada paso que damos, de cada paso bueno y cada paso malo. Él sabe por qué regla andamos, hacia cuál finalidad nos encaminamos, con qué compañía andamos. Cuando soy separado de toda compañía, tú sabes lo que tengo en mi corazón. No hay palabra vana, ni palabra buena en mí sin que sepas qué origen tuvo en mis pensamientos, y con qué intención fue dicha. Dondequiera estemos, estamos bajo el ojo y la mano de Dios. No podemos descubrir cómo Dios nos escudriña; no conocemos cómo somos conocidos. Tales pensamientos debieran evitarnos el pecar.

Nuestra mente no alcanza, no comprendemos cómo Dios puede saber todos estos detalles de nuestra vida. Y conoce los mismos detalles acerca de miles y millones de otras personas a la vez. La fe verdadera reconoce la grandeza de Dios, aunque la mente no la puede alcanzar. Para el salmista que ama a Dios, todo esto no es negativo; implica dos lecciones grandes:
 1) la responsabilidad, pues hemos de ser francos con Dios y dejar que nos examine a fondo
2) la seguridad, porque Dios conoce nuestras dificultades y peligros y nos ama, sabemos que nos cuida: Sobre mí pones tu mano.

¡Maranata!¡Ven pronto mi Señor Jesús!


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