Santiago 4;
14
Sin
embargo, no sabéis cómo será vuestra vida mañana. Sólo sois un vapor que
aparece por un poco de tiempo y luego se desvanece.
Es bueno tener metas,
pero las metas nos pueden decepcionar si dejamos a Dios fuera de ellas. No vale
la pena hacer planes como si Dios no existiera porque el futuro está en sus
manos. ¿Qué te gustaría estar haciendo dentro de diez años? ¿En un año más? ¿Mañana?
¿Cómo reaccionarías si Dios interviniera y modificara tus planes? Planifica por
adelantado, pero no te aferres mucho a tus planes. Si pones los deseos de Dios
en el centro de tus planes, Él nunca te decepcionará.
Esas personas
del contexto del pasaje, se jactaban de planes definitivos para todo un año,
pero no tenían seguridad de nada, ni siquiera del día siguiente, tan inestable
es la vida mortal. El hombre no tiene control sobre la vida. Su vida no está en
sus propias manos, sino en las de Dios (Dan_5:23).
Santiago procura hacerles detenerse y preguntarse, ¿Qué es mi vida? Santiago
contesta la pregunta: ¿qué es vuestra vida? No es más duradera y cierta que el
vapor. Es transitoria. Es efímera
La esencial incertidumbre del futuro
siempre ha estado grabada en la mente de todos los pueblos. El sabio hebreo
escribía: «No te jactes del día de mañana; porque no sabes ni lo que dará de sí
el día de hoy» (Pro_27:1). Jesús contó la
historia de un rico insensato que hizo fortuna e hizo planes para el futuro y se
olvidó de que se le podía reclamar el alma aquella misma noche (Luc_12:16-21).
Santiago prosigue. Esta incertidumbre de
la vida no debe conducirnos ni al miedo ni a la inactividad, sino a una total
dependencia de Dios. Siempre ha sido la característica de las personas serias y
responsables el hacer sus planes en esa dependencia de la que Pablo habla a los
corintios: «Iré a veros pronto, si es la voluntad del Señor» (1Co_4:19). «Espero pasar algún tiempo con vosotros, si
el Señor me lo concede» (1Co_16:7
"¡Que Dios lo quiera! A una persona
normal le sale instintivamente el hablar así.» Entre los árabes se oye
frecuentemente: «Im sa Allah» -«Si Allah quiere», de donde se dice que viene la
palabra española ojalá. Lo curioso es que los judíos no parece que
tuvieran una expresión equivalente. En este sentido tenían que aprender de los
otros pueblos.
La actitud verdaderamente cristiana no
es vivir paralizados por el miedo a la incertidumbre del futuro, sino el
dejarlo en las manos de Dios con todos nuestros planes, contentos de que no se
lleven a cabo si no son la voluntad de Dios.
El que no tiene esto presente es
culpable de arrogante presunción. La palabra original es alazoneía. Alazoneía era en un principio la actitud
del charlatán, que ofrecía curas milagrosas que no curaban nada y presumía de
cosas que no podía hacer. El futuro no está en las manos de los hombres, y
ninguno puede pretender arrogantemente que tiene poder para decidirlo.
Hebreos 4; 7
Dios otra vez fija un día: Hoy. Diciendo por medio de David después
de mucho tiempo, como se ha dicho antes: SI OIS HOY SU VOZ, NO ENDUREZCAIS
VUESTROS CORAZONES.
Es
evidente que el reposo, tipificado por la posesión de la tierra de Canaán, la
cual fue prometida a los del éxodo, no fue ofrecido solamente a ellos. David,
unos quinientos años después de Moisés, habla a su propia generación, diciendo
que el pueblo de Dios no hiciera como aquellos del éxodo, quienes fallaron al
no entrar en el reposo debido a su incredulidad. "Hoy", es decir, en
el tiempo de David, había una promesa de reposo todavía. Todavía es
"hoy", aún para nosotros, porque todavía es tiempo de gracia y de
oportunidad, pues nos habla la voz de Dios, diciéndonos que entremos en su
reposo. Dios ha determinado un día; es decir, menciona Dios un tiempo
expresamente. Dios habla "hoy", y "hoy" es cuando el oyente
debe obedecer su voz, en lugar de endurecer su corazón, posponiendo obediencia.
Diciendo Dios "hoy", se enfatiza la urgencia de actuar ahora mismo
mientras hay oportunidad.
Todavía es "el hoy de Dios".
Dios te ofrece una bendición tan grande como las de los santos del pasado, y te
propone una aventura tan maravillosa como las de los héroes de la fe del
pasado. Nuestro Dios es tan grande como ha sido siempre.»
Una palabra, aunque sea muy grande, no
sirve para nada a menos que llegue a formar parte de la persona que la oye. Hay
muchas maneras de oír en el mundo: indiferente, desinteresada, crítica,
escéptica, cínicamente. El oír que importa es el que escucha con interés, cree,
y pone en acción. Las promesas de Dios no son meras piezas hermosas de
literatura; son promesas en las que a uno le va la vida.
¡Maranata!¡Ven pronto
mi Seños Jesús!
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