Juan 14; 18
No os dejaré huérfanos; vendré a
vosotros
Al morir algún rabino sus discípulos se
describían como huérfanos. Los
discípulos de Cristo no se quedarían en el mundo como huérfanos (o como ovejas
sin pastor).
Cuando algún ser querido se despide de nosotros,
queremos saber cuándo regresará, cuándo volveremos a vernos. Jesús dice,
"vendré a vosotros". Algunos piensan que aquí Jesús se refiere a su
resurrección, pero al tomar en cuenta los versículos que siguen parece más
probable que se refiere a su venida en la persona del Espíritu Santo. Si se hubiera referido solamente a su breve
estancia con ellos después de resucitar, entonces después de eso los habría
dejado huérfanos, pero había dicho, "He aquí estoy con vosotros todos los
días, hasta el fin del mundo" (Mat_28:20).
Aunque Jesús ascendió al cielo, envió al Espíritu Santo a vivir en los
creyentes, y tener al Espíritu Santo equivale a tener a Jesús mismo.
Juan 14; 26
Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará
en mi nombre, Él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que os he
dicho.
Este es un
pasaje lleno de verdades hasta rebosar. En él Jesús nos habla de cinco cosas.
(i) Nos habla del
Consolador, el Espíritu Santo, y nos dice un par de cosas básicas acerca
de Él.
(a) El Espíritu Santo nos enseñará todas las cosas.
Hasta el fin de su camino, el cristiano es un aprendiz; porque hasta el fin de
su camino el Espíritu Santo le guía a mayores y mayores profundidades de la
verdad de Dios. El creyente cristiano no tiene disculpa para tener una mente
cerrada. El cristiano que piensa que ya no tiene más que aprender es un
cristiano que ni siquiera ha empezado todavía a entender lo que quiere decir la
doctrina del Espíritu Santo.
(b) El Espíritu Santo nos recordará lo que ha dicho
Jesús. Esto quiere decir dos cosas.
l.- En materia de fe, el Espíritu Santo
nos trae a la mente constantemente las cosas que dijo Jesús. Tenemos la
obligación de pensar; pero tenemos que confrontar todas nuestras conclusiones
con las palabras de Jesús. No es tanto la verdad lo que tenemos que descubrir,
porque Él ya nos dijo la verdad; lo que tenemos que descubrir es lo que quiere
decir esa verdad. El Espíritu Santo nos salva de la arrogancia y del error en
nuestro pensar.
2.- El Espíritu Santo nos mantendrá a
salvo en materia de conducta. Casi todos nosotros tenemos esta clase de
experiencia de la vida: estamos tentados a hacer algo que está mal y, a punto
de hacerlo, nos vuelve a la mente un dicho de Jesús, el versículo de un Salmo,
el recuerdo de Jesús, las palabras de alguien a quien amamos y admiramos o la
enseñanza que recibimos cuando éramos pequeños. En el momento de peligro, estas
cosas aparecen sin que sepamos cómo en nuestra mente: es la acción del Espíritu
Santo.
Mateo 16; 18
Yo también te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca
edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.
Este pasaje es
uno de los centros neurálgicos de la interpretación del Nuevo Testamento. Desde
la Reforma, siempre ha sido difícil enfrentarse con él tranquilamente y sin
prejuicios, porque para la Iglesia Católica es la base de su posición acerca
del Papa y de la Iglesia. La Iglesia Católica Romana interpreta que se le
dieron a Pedro las llaves para admitir o excluir a las personas del Cielo, y
para absolver o no a las personas che sus pecados. Además, la Iglesia Católica
Romana deduce que Pedro, con este tremendo derecho, llegó a ser el obispo de
Roma; y que este poder se transmitió a todos los obispos de Roma, y que está
personificado hoy en el Papa, que es el cabeza de la Iglesia y el obispo de
Roma.
Es fácil
comprender que tal doctrina es inaceptable para un creyente protestante; y
también que, tanto protestantes como católicos Romanos, se acercan a este
pasaje, no tanto con un deseo sincero de descubrir su significado, sino con la
firme voluntad de no ceder nada de su propia posición; sino, si les es posible,
destruir la posición del otro. Hagamos un esfuerzo sincera y honradamente para
descubrir el verdadero sentido de este pasaje.
Aquí hay un
juego de palabras. En griego Pedro es Petros, y una roca es petra.
La forma aramea del nombre de Pedro era Kefa, que significa en
arameo una roca. En las dos lenguas hay aquí un juego de palabras. En
cuanto Pedro hizo su gran descubrimiento y su confesión, Jesús le dijo: «Tú
eres petros, y sobre esta petra edificaré Mi Iglesia.»
En primer lugar,
esto era un elogio tremendo. Es una metáfora en nada extraña ni inusual al
pensamiento judío.
Los rabinos le
aplicaban la palabra roca a Abraham. Tenían el siguiente dicho: «Cuando
el Dios Santo vio que Abraham iba a levantarse, le dijo: "Mira, he
descubierto una roca (petra) para edificar el mundo encima." Por
tanto, Dios llamó a Abraham roca (tsúr), como está escrito: "Mirad
a la roca de la que fuisteis cortados, al hueco de la cantera de donde fuisteis
arrancados"» (Isaías 51:Is). Abraham era la roca en la que se
fundaban la nación y el propósito de Dios.
Pero con mucha
más frecuencia se le aplica la palabra roca (tsúr) a Dios mismo.
"Él es la Roca, Cuya obra es perfecta» (Deu_32:4). «Porque la roca de ellos
no es como nuestra Roca» (Deu_32:31). "No hay roca como nuestro Dios» (1Sa_2:2 «refugio»). "El Señor es mi roca, mi
fortaleza y mi libertador» (2Sa_2:22). La misma frase aparece en Sal_18:2. « ¿Qué roca hay fuera de nuestro Dios?» (Sal_18:31). La misma
frase está en 2Sa_22:32.
Una cosa está
clara. El llamar a alguien roca era el más grande de los elogios; y
ningún judío que conociera el Antiguo Testamento podía usar nunca la frase sin
que su pensamiento se volviera hacia Dios, Que era la única Roca de su defensa
y salvación. Entonces, ¿qué quiso decir Jesús cuando usó la palabra roca en
este pasaje? Por lo menos cuatro contestaciones se han propuesto a esta
pregunta.
(i) Agustín tomó
que la roca se refería a Jesús mismo. Es como si Jesús dijera:
" Tu eres Pedro; y en Mí mismo como la Roca fundaré Mi Iglesia; y llegará
el día en que, como recompensa por tu fe, serás grande en la Iglesia.»
(ii) La segunda
explicación es que la roca es la verdad de que Jesucristo es el Hijo del
Dios viviente. A Pedro le había sido revelada divinamente esa gran verdad. El
hecho de que Jesucristo es el Hijo de Dios es sin duda la piedra fundamental de
la fe de la Iglesia; pero esta interpretación apenas saca a luz el juego de
palabras que hay aquí.
(iii) La tercera
explicación es que la roca es la fe de Pedro. En la fe de Pedro está fundada la
Iglesia. Su fe fue la chispa que inflamó la fe de la Iglesia Universal. Fue el
impulso inicial que habría de llamar a la existencia un día a la Iglesia
Universal.
(iv) La última
interpretación es la mejor. Es que Pedro mismo es la roca, pero en un .sentido
especial. No es la roca en que se funda la Iglesia; esa Roca es Dios. Pedro es
la primera piedra de toda la Iglesia. Pedro fue la primera persona que
descubrió Quién era Jesús; la primera persona que dio el salto de la fe y vio
en Jesús al Hijo del Dios viviente. En otras palabras: Pedro fue el primer
miembro de la Iglesia y, en ese sentido, toda la Iglesia se construyó sobre él.
Es como si Jesús le dijera a Pedro: " Pedro, tú eres la primera persona
que ha comprendido Quién soy Yo; por tanto, tú eres la primera piedra, la
piedra fundamental, el verdadero principio de la Iglesia que Yo estoy
fundando.» Y a partir de entonces, todos los que hacen el mismo descubrimiento
que Pedro son piedras vivas añadidas al edificio de la Iglesia de Cristo.
Jesús prosigue
diciendo que las puertas del Hades no prevalecerán contra Su Iglesia. ¿Qué
quiere decir esto? La idea de puertas
que prevalecen no es precisamente una figura corriente o fácil de
entender. De nuevo nos encontramos con más de una posible explicación.
Puede que se
trate de la figura de una fortaleza. Esta
sugerencia puede que encuentre apoyo en el hecho de que en la cima de la
montaña que dominaba Cesarea de Filipo se encuentran hoy las ruinas de un gran
castillo que puede que se irguiera allí en toda su gloria en tiempos de Jesús.
Puede que Jesús estuviera pensando en su Iglesia como una fortaleza, y en las
fuerzas del mal como una fortaleza contraria; y que lo que quisiera decir fuera
que el poder del mal nunca prevalecería contra la Iglesia.
¡Maranata!¡Ven pronto mi Señor Jesús!
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