} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 10 Agosto LA BUENA SEMILLA

jueves, 10 de agosto de 2017

10 Agosto LA BUENA SEMILLA

 Proverbios 3; 5-8
  “Fíate de Jehová de todo tu corazón,
 Y no te apoyes en tu propia prudencia.
   Reconócelo en todos tus caminos,
 Y él enderezará tus veredas.
   No seas sabio en tu propia opinión;
 Teme a Jehová, y apártate del mal;
   Porque será medicina a tu cuerpo,
 Y refrigerio para tus huesos. “
                                                             
              El sabio Salomón continúa sus exhortaciones en el mismo tono paternal que antes, como queriendo grabar más y más profundamente sus enseñanzas en el corazón de sus discípulos. El profeta es el hombre de Dios y habla en su nombre; el sabio reflexiona y descubre la sabiduría que Dios ha derramado sobre las obras todas de la creación y ha revelado de una manera especial en su Ley.
Los frutos que aquí promete el sabio a quienes siguen sus enseñanzas son largos años de vida y prosperidad, lo que incluye la idea de una vida feliz. Es la recompensa tantas veces prometida por Dios en el Antiguo Testamento a los israelitas que observasen la Ley, y que coincide con el “habitar la tierra”. Cuando la vida individual y familiar está regulada por las enseñanzas de la sabiduría de Dios, reina la paz entre todos sus miembros, y ello lleva consigo la felicidad' y la prosperidad.
Exigencias de la sabiduría son los sentimientos de bondad para con Dios y para con el prójimo y la fidelidad a las obligaciones que respecto de ambos tenemos. Ambos términos unidos aparecen muchas veces en el Antiguo Testamento y significan perfección moral en las relaciones de Dios para con el hombre4, del ser humano para con Dios, de los seres humanos entre sí. Las imágenes con que el sabio las recomienda, empleadas en el Deuteronomio para recomendar los mandamientos de Yahvé, y que los fariseos materializaron en las filacterias, indica a sus discípulos que las han de llevar continuamente en su mente y corazón para cumplirlas en todo momento. Frutos suyos serán el favor de Dios, con los beneficios que de ello derivan, y la estima de los hombres, que admirarán su conducta. Junto a la bondad y fidelidad, la sabiduría quiere una gran confianza en Dios, con la consiguiente desconfianza en sí mismo. Es un principio que repite la fe cristiana. La vida es tan compleja, que no hay prudencia humana capaz de salir a flote en tantas complicadas circunstancias como presenta la vida. El ser humano debe estudiar los consejos de los sabios y esforzarse por obrar conforme a ellos, pero debe a la vez poner toda su confianza en Dios y esperar de Él el éxito de sus obras, pues “lo que Dios ha hecho ya por nosotros es suficientemente grande como para que podamos esperar lo demás con fe y confianza,” 
El v.7 contiene una triple recomendación: la humildad, el temor de Yahvé y la huida del mal. Hay entre ellas íntima relación. La práctica de la humildad, que la fe cristiana considera como base y fundamento de la vida espiritual, remueve el principal obstáculo que se alza contra la sabiduría bíblica, la soberbia. Dios resiste a los soberbios y no da su gracia sino a los humildes. El “teme a Dios y evita el mal” encierra toda la sabiduría práctica y la ética de los Proverbios; “el temor de Dios — dice el libro de Job —, ésa es la sabiduría; apartarse del mal, ésa es la inteligencia.” La humildad lleva de la mano al temor de Dios, y éste lógicamente aparta al hombre del mal. La recompensa se indica en términos que se refieren expresamente al cuerpo; es claro que la fe con la práctica de las virtudes, la continencia, la santidad y la huida de los vicios, favorece la salud corporal. Pero no se limita a él; también el alma recibe como fruto una profunda paz y alegría interior, que repercute ella misma en el buen estado del cuerpo. 
 Cuando tenemos alguna decisión importante que tomar, a veces nos sentimos que no podemos confiar en nadie, ni siquiera en Dios. Sin embargo, Él sabe lo que es mejor para nosotros. ¡Incluso juzga mejor que nosotros para saber lo que queremos! Debemos confiar en El completamente en todas las decisiones que tomemos. Esto no significa que debamos dejar de pensar con cuidado ni menospreciar la capacidad de razonamiento que Dios nos ha dado. Significa, sin embargo, que no nos creamos sabios ante nuestros ojos. Siempre debemos estar dispuestos a escuchar y a que la Palabra de Dios y consejeros sabios nos enmienden. Llevemos en oración nuestras decisiones a Dios. Utilicemos la Biblia como guía, como manual de instrucciones y luego sigamos la dirección de Dios. El hará nuestros caminos derechos al encaminarnos y protegernos

  Para recibir la dirección de Dios, dice Salomón, debemos colocarlo a Él en el primer lugar de nuestra vida. Esto significa entregarle cada esfera de la vida. Alrededor de mil años después, Jesús enfatizó esta misma verdad (Mateo 6:33). Analicemos nuestros valores y prioridades. ¿Qué es importante para nosotros? ¿En qué esferas reconocemos a Dios? ¿Cuál es el consejo de Él? Quizás ya reconocimos a Dios en varios aspectos de nuestra vida, pero las que intentamos restringir o pasar por alto su influencia son las que nos causarán dolor. Mantengamos a Dios en el primer lugar en todo lo que hagamos. Entonces Él nos guiará debido a que trabajamos para llevar a cabo sus propósitos.


¡Maranatha! ¡Sí, ven Señor Jesús!

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