Mateo 4:17
“Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir:
Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.”
Jesús supo que Le
había llegado el momento de ponerse en campaña.
Fijémonos en lo que
fue lo primero que hizo. Se marchó de Nazaret y puso su residencia en el pueblo
de Cafernaún. Había una especie de finalidad simbólica en esa mudanza. En aquel
momento Jesús se marchó de su casa para no volver a vivir en ella nunca más. Es
como si se cerrara la puerta que dejaba atrás antes de abrir la que tenía
delante. Era un corte limpio entre lo antiguo y lo nuevo. Se había terminado un
capítulo y empezaba otro. A veces llegan a la vida esos momentos de decisión.
Siempre es mejor recibirlos con un corte hasta quirúrgico que vacilar
indecisamente entre dos cursos de acción.
Fijémonos adónde
fue Jesús. Se fue a Galilea. Cuando Jesús se fue a Galilea para empezar Su
misión y Su ministerio, Él sabía lo que estaba haciendo. Galilea era el
distrito más septentrional de Palestina. Se extendía desde el río Litani, el
antiguo Leontes, al Norte hasta la llanura de Esdrelón al Sur. Por el Oeste no
llegaba hasta la costa del Mediterráneo, porque la banda costera estaba en
posesión de los fenicios. Limitaba por el Nordeste con Siria, y su frontera
oriental eran las aguas del Mar de Galilea. Galilea no era muy extensa; sólo
ochenta kilómetros de Norte a Sur por cuarenta de Este a Oeste.
Pero, aunque fuera
pequeña, Galilea estaba densamente poblada; era con mucho la región más fértil
de Palestina; su fertilidad era fenomenal y proverbial. Había un dicho de que
era más fácil criar una legión de olivos en Galilea que un chico en Judasa.
Josefo, que fue en un tiempo gobernador de la provincia, dice: " Es rica
por todas partes de suelo y pastos, produciendo todas las variedades de árboles
e invitando por su productividad hasta a los que tienen menos interés en la
agricultura; está toda labrada; no se deja ninguna parte en barbecho, y es.
productiva en su totalidad.» En consecuencia, Galilea tenía una enorme
población comparada con su tamaño. Josefo nos dice que había doscientos cuatro
pueblos en ella, ninguno con menos de quince mil habitantes. Jesús empezó Su
misión en la parte de Palestina donde había más personas que pudieran oírle;
empezó Su obra en un área que hervía de gente a la que se podía proclamar el
Evangelio.
Pero Galilea no era
sólo un distrito populoso; sus habitantes tenían ciertas características. De
todas las partes de Palestina, Galilea era la más abierta a las nuevas ideas.
Josefo dice de los galileos: " Siempre les gustaban las innovaciones, y
estaban dispuestos por naturaleza a los cambios, y alucinaban con las
sediciones.» Siempre estaban dispuestos a seguir a un líder y empezar una
insurrección. Eran notoriamente vivos de genio y dados a las peleas. Pero, a
pesar de todo, eran de lo más caballerosos. «Los galileos -dice Josefo- no están
nunca desprovistos de coraje." «La cobardía no fue nunca una
característica de los galileos." «Les importaba más el honor que la
ganancia.» Las características innatas de los galileos eran tales que los
hacían tierra fértil para que se les predicara el Evangelio.
Su apertura a
nuevas ideas se debía a ciertos hechos.
El
nombre de Galilea viene de la palabra hebrea Galil, que quiere
decir círculo. El nombre completo de la zona era Galilea de los gentiles. La
frase procedía del hecho de que Galilea estaba literalmente rodeada de
gentiles. Por el Oeste, sus vecinos eran los fenicios. Por el Norte y el Este,
los sirios. y hasta por el Sur estaba el territorio de los samaritanos. Galilea
era de hecho la única parte de Palestina que estaría inevitablemente en
contacto con influencias e ideas no judías. Galilea no tenía más remedio que
estar abierta a nuevas ideas más que ninguna otra parte de Palestina.
Por
Galilea pasaban las grandes carreteras del mundo, como ya hemos visto cuando
hablábamos del pueblo de Nazaret. El Camino del Mar iba de Damasco a Egipto y
África pasando por Galilea. La carretera del Este que llegaba hasta las últimas
fronteras pasaba por Galilea. El tráfico del mundo pasaba por Galilea. Allá
lejos al Sur, Judea estaba remetida en una esquina, aislada y encerrada. Como
se ha dicho muy bien, " Judea no está de camino a ninguna parte; Galilea
está de camino a todas partes.» Judea podía erigir una valla para protegerse de
todas las influencias extranjeras y de todas las nuevas ideas; Galilea nunca
podría hacerlo. Era inevitable que llegaran las nuevas ideas a Galilea.
La
posición geográfica de Galilea había afectado su historia. Una y otra vez había
sido invadida y conquistada, y las oleadas de extranjeros habían fluido a
menudo sobre ella y algunas veces la habían inundado.
En sus orígenes
había sido asignada a las tribus de Aser, Neftalí y Zabulón cuando los
israelitas llegaron por primera vez a la tierra (Josué
9); pero estas tribus no habían tenido nunca un éxito total en expulsar
a los habitantes nativos cananitas, y desde el principio Galilea tuvo una
población mezclada. Más de una vez las invasiones extranjeras la habían barrido
desde el Norte y el Este desde Siria, y en el siglo VIII a.C. los asirios la
habían inundado totalmente, llevándose al exilio a la mayor parte de su
población y asentando a extranjeros en su tierra. Inevitablemente esto produjo
una considerable inyección de sangre extranjera en Galilea.
Desde el siglo VIII
hasta el II a.C. había estado mayormente en manos gentiles. Cuando volvieron
los judíos del exilio bajo Nehemías y Esdras, muchos de los galileos se mudaron
al Sur para vivir en Jerusalén. En 164 a.C., Simón Macabeo persiguió a los
asirios al Norte, echándolos de Galilea a su propia tierra; y en su viaje de
vuelta se llevó consigo a Jerusalén el resto de los Galileos que quedaba.
La cosa más
sorprendente de todas fue que el año 104 a.C. Aristóbulo reconquistó Galilea
para la nación judía e hizo circuncidar a la fuerza a los habitantes de
Galilea, haciéndolos así judíos quisieran que no. La historia había obligado a
Galilea a abrir sus puertas a nuevos tipos de sangre y a nuevas ideas y a
nuevas influencias.
Las características
naturales de los galileos, y la preparación de la historia, habían hecho de
Galilea el único lugar de toda Palestina donde un nuevo maestro con un nuevo
mensaje tenía una oportunidad bien real de que le oyeran, y fue allí donde
Jesús empezó Su misión y anunció por primera vez Su Mensaje.
Desde entonces comenzó
Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos Daniel_2:44 se
ha acercado. Mateo_3:2.
Mateo
nos da un breve sumario del mensaje que proclamaba Jesús. La Reina-Valera dice
que Jesús comenzó a predicar. La palabra predicar ha bajado de
categoría en el mundo; se conecta en las mentes de muchas personas con el
aburrimiento. La palabra en griego es kéryssein, que es la que se usa
para la proclamación de un heraldo del rey. Kéryx es la palabra griega
para heraldo y el heraldo era el que traía un mensaje directamente del
rey.
Esta palabra nos
comunica ciertas características de la predicación de Jesús, y éstas son las
características que debería tener toda predicación.
El
heraldo tenía en su voz una nota de seguridad. No había la menor duda
acerca de su mensaje; no venía con tal veces ni con puede que o probablemente;
venía con un mensaje definitivo. La predicación es la proclamación de certezas,
y nadie puede hacer que otros acepten como seguro lo que para él está en duda.
El
heraldo tenía en su voz una nota de autoridad. Hablaba en nombre del
rey; establecía y anunciaba la ley del rey, la orden del rey, la decisión del
rey. La predicación, como se ha dicho,
es la aplicación de la autoridad profética a la situación presente.
El
mensaje del heraldo procedía de una fuente más allá de sí mismo; procedía
del rey. La predicación habla desde una fuente más allá del predicador. No es
la expresión de las opiniones personales de un hombre; es la voz de Dios
trasmitida al pueblo por medio de una persona. Era con la voz de Dios como
Jesús hablaba a los hombres.
El mensaje de Jesús
constaba de un mandamiento que era la consecuencia de una nueva situación.
" ¡Arrepentíos!" -decía. «Volveos de vuestros propios caminos, y
volved a Dios. Levantad vuestra mirada de la tierra y ponedla en el cielo.
Cambiad el sentido de vuestra dirección, y dejad de alejaros de Dios y empezad
a caminar hacia Dios.» Ese mandamiento había llegado a ser urgentemente
necesario porque el Reinado de Dios estaba a punto de empezar. La eternidad
había invadido el tiempo; Dios había invadido la Tierra en Jesucristo, y por
tanto era de suprema importancia el escoger la dirección y el lado correctos.
Este es el mandamiento más
difícil de la Biblia. A veces predicadores animan al pueblo a obedecer al
evangelio diciendo que “es sencillo y es fácil; sólo tienen que creer,
arrepentirse, confesar y ser bautizados”, pero el arrepentirse no es
fácil porque significa cambiar. El arrepentimiento significa cambio de
mente, cambio de corazón, cambio de los pensamientos y propósitos que resultan
en un cambio de vida. Los judíos no querían cambiar, pues confiaban en ser
hijos de Abraham (Mateo_3:9), el pueblo escogido
de Dios. Muchos paganos se arrepintieron (Hechos_19:19;
1Tesalonicenses_1:9-10), pero la mayoría no.
Hoy en día ¿cuántos católicos, evangélicos, testigos, adventistas,
etc. quieren cambiar para obedecer al evangelio puro? ¿Cuántos mundanos quieren
cambiar? ¿Cuántas personas con mal genio quieren cambiar? Nunca digamos que “es
fácil” obedecer al evangelio. Jesús no dijo tal cosa. Más bien, El habló de la
necesidad en algunos casos de cortar la mano derecha o sacar el ojo derecho (Mateo_5:29-30); habló de negarse a sí mismo (Mateo_16:24); habló de renunciar todo, aun la propia
vida (Lucas_14:33).
El concepto que el
pueblo tenía del reino se muestra en Juan_6:15 (“Pero
entendiendo Jesús que iban a venir para apoderarse de él y hacerle rey, volvió
a retirarse al monte él solo”). Aun los apóstoles tenían conceptos errados del
reino (Mateo_18:1-3). Jesús dijo a Pilato que su
reino no es de este mundo (Juan_18:36). En
cuanto a los súbditos del reino de Cristo, el término reino se usa
alternativamente con los términos iglesia, cuerpo, casa, templo y rebaño;
es decir, el reino es espiritual. Los salvos son trasladados al reino (Colosenses_1:23), añadidos a la iglesia (Hechos_2:47) y bautizados en él un cuerpo (1Corintios_12:13).
El mensaje es el mismo hoy. Ser seguidor de
Cristo significa apartarnos de nuestro egocentrismo, del dominio del
"ego", y poner nuestra vida bajo la dirección de Cristo.
¡Maranatha!
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